Movilización campesina sacude al Brasil

Desde hace más de un mes, centenas de campesinos sin tierra protagonizan una “larga marcha”, desde diversos puntos del país, confluyendo en Brasilia el jueves 17 de abril por la mañana. En todas las ciudades recorridas, los campesinos obtuvieron la solidaridad activa y material de la población.


Más aún, el propio 17, diversos sectores en lucha (empleados públicos, estibadores, universitarios) confluyen con sus propias columnas, en camiones y ómnibus, con los campesinos en Brasilia. El 17 se ha transformado en el gran día de lucha nacional contra el gobierno FHC. Debe reunir a decenas de miles de manifestantes frente al Palacio de la Alborada.


Que los campesinos se hayan transformado en el eje social de la lucha no tiene nada de casual. Decenas de campesinos han sido masacrados por la Policía Militar en Corumbiara, en El Dorado-Carajás, bajo el gobierno FHC. El pavoroso problema de la tierra —Brasil ostenta los más altos índices de concentración fundiaria del planeta— se ha agravado en el gobierno que creó el primer “Ministerio de la Reforma Agraria” (MIRA): 838.000 campesinos fueron expulsados de sus lotes bajo FHC.


Contra eso, y contra la total inacción de los ‘partidos de oposición’ (incluido el PT) y de las centrales sindicales (CUT y FS), las  ocupaciones de tierra campesinas patearon el tablero del “gran acuerdo nacional” brasileño.


La cuestión de la tierra se ha transformado en el talón de Aquiles del ‘plan Cavallo’ (Real) brasileño, y de los planes de reelección del sociólogo-presidente (¡especialista en problemas agrarios!).


Las medidas ‘reformistas’ de FHC (acaba de instalar una sucursal del MIRA en el Pontal de Paranapanema, el “punto caliente” de la lucha agraria) no hacen sino exacerbar la situación: los latifundistas arman cada vez más milicias privadas, y los campesinos ocupan cada vez más tierras, creando la perspectiva de una guerra civil en el campo.


Más allá de los objetivos moderados de su dirección —obtener la dimisión del ministro de la Reforma Agraria, Raúl Jungmann, y un plan más osado de reforma por el gobierno—, la movilización abre un curso de lucha independiente de los explotados, pues son inconciliables los intereses de los grandes propietarios, representados por y en el gobierno FHC, y las aspiraciones mínimas de la masa sin-tierra. Por la brecha abierta por los campesinos la irrupción general de los trabajadores. Brasil, Bolivia, Ecuador, reabren la perspectiva de la revolución agraria en América Latina.