Movilizaciones masivas contra la Autoridad Palestina

Cada vez más desacreditada ante la población.

El asesinato de un dirigente opositor por parte de las fuerzas de seguridad ha desatado importantes movilizaciones en Cisjordania. Nizar Banat fue detenido el 24 de junio y golpeado en la cabeza y en el cuerpo con barras de hierro, lo que le provocó la muerte.

Banat había roto con Fatah, el partido del líder de la Autoridad Palestina (AP), Mohammed Abbas, y presentado una candidatura propia para las elecciones legislativas convocadas para mayo pasado, que fueron finalmente aplazadas por el gobierno. Desde su cuenta de Facebook, con 100 mil seguidores, denunciaba la cooperación en seguridad de la AP con Israel y la corrupción oficial.

En las movilizaciones contra el crimen, en que resonaron los cantos de “Fuera Abbas” y “abajo el régimen”, hubo represión. Policías de civil y fuerzas de choque de Fatah cargaron contra manifestantes y periodistas. Peor aún, el gobierno habría presentado un pedido de compra de armamento a Israel para pertrechar sus fuerzas policiales y enfrentar las protestas (Middle East Eye, 30/6). Las fuerzas de seguridad de la AP están acusadas de maltrato sistemático a detenidos políticos, según el director de Human Rights Watch para Israel y Palestina (El País, 2/7).

El gobierno de Abbas es rechazado abrumadoramente por la población palestina. De acuerdo a una encuesta del Centro de Investigaciones Políticas y Sondeos, solo el 14% lo respalda. Las últimas movilizaciones ante los bombardeos contra Gaza y los desalojos de familias palestinas en Jerusalén Este mostraron una nueva generación que rechaza tanto la ocupación sionista como el liderazgo de Fatah.

El gobierno no ha realizado elecciones desde 2006. Las legislativas de mayo y presidenciales de julio fueron aplazadas con el argumento de que Israel prohibió su realización en Jerusalén Este, pero es indudable que en la decisión opera también la consideración de la propia debilidad oficial.

Fatah viene sufriendo desprendimientos que lo desafían. Marwan Barguti, uno de los referentes de la segunda intifada (2000), anudó un acuerdo con Naser al Kidwa, sobrino de Yasser Arafat (fundador de la OLP), quien fue expulsado de Fatah recientemente y promovía un armado electoral propio. Barguti, que goza de popularidad, fue condenado a cadena perpetua por Israel y en 2017 lideró una huelga de hambre de 1.500 presos. También presentó una lista propia Mohamed Dahlan, quien rompió con Fatah hace más de una década. Este cuenta con un prontuario: está acusado de cooperar con la CIA y los servicios secretos israelíes, además de la persecución contra militantes de Hamas.

El desprestigio de Abbas y las rupturas de Fatah favorecen a la organización islámica, que según los sondeos aludidos ganaría las elecciones en caso de que se realizaran hoy. Hay quienes señalan que el grupo que gobierna la Franja de Gaza desde 2007 se ha valorizado ante la población con la resistencia a los últimos bombardeos, pero también están los que afirman que no sale indemne del cuestionamiento de la nueva generación de luchadores.

Aproximaciones

Egipto está mediando actualmente entre las dos facciones palestinas. Los enviados de Abbas proponen la formación de un gobierno de unidad apañado por el llamado Cuarteto Internacional (Estados Unidos, Rusia, Unión Europea, ONU), que incluya el reconocimiento del Estado de Israel. La guinda para atraer a Hamas sería asociarlo a un plan de reconstrucción del enclave, diezmado por los bombardeos y el bloqueo económico sionista. La propuesta, hasta ahora, ha sido rechazada por la organización islámica (Arab Weekly, 19/6).

Joe Biden, el presidente norteamericano, fue uno de los que planteó esta reconstrucción de Gaza, luego de haber apañado los bombardeos sionistas, si bien dijo que Hamas debía ser excluida del plan. El líder estadounidense impulsa un restablecimiento de las negociaciones entre Israel y la AP, congeladas desde 2014. Según versiones periodísticas, la AP formó ya un equipo negociador, lo que fue criticado por el grupo islámico y otras formaciones políticas (Frente Democrático, Frente Popular).

Biden sale al rescate de la Autoridad Palestina, ante su desprestigio creciente, a la vez que busca recuperar la influencia perdida en la región. Pero se encuentra ante un campo minado, no solo por un pueblo que no acepta una repetición farsesca de los acuerdos de Oslo, sino por la propia dinámica colonizadora del sionismo. En estos días, el Ejército demolió una carnicería en Silwan, para allanar el camino a los colonos. En Eviatar, Cisjordania, la justicia instiga a las familias a tirar abajo sus propias viviendas, bajo amenaza de intervenir con la fuerza. En ambos casos, el pueblo resiste. Por último, el sionismo volvió a bombardear hoy por tercera vez la Franja de Gaza desde la tregua sellada en mayo.

No hay salida para la región con el sionismo y el colaboracionismo de la AP. Es necesaria una Palestina única, laica y socialista, como parte de una federación socialista de pueblos de Medio Oriente.