Esta semana se desarrollaron movilizaciones y paros rotativos en distintas regiones de Italia, convocados por la CGIL, una de las centrales sindicales. El reclamo al nuevo gobierno de Giorgia Meloni incluye mejoras salariales, en medio de una inflación que castiga a toda Europa, y la derogacion de una reforma que elevó la edad jubilatoria.

El pasado viernes 2 y sábado 3, a su vez, se llevaron a cabo en el país europeo un paro y una movilización fomentada por sectores del sindicalismo de base, con planteos que iban desde las críticas por el elevado costo de vida (aumento de tarifas) hasta el rechazo a la guerra en Ucrania, en la que Italia participa enviando armamento al régimen proimperialista de Volodomir Zelensky.

La situación en Italia es crítica. La deuda pública es equivalente al 150% del PBI (una de las más altas de la Unión Europea) y la inflación se acerca al 8 por ciento interanual, un registro muy alto para la península.

Si bien Meloni se presentó en las elecciones con un discurso “antisistema”, lo cierto es que sus principales aliados políticos, Matteo Salvini y Silvio Berlusconi, han formado parte del anterior gobierno de Mario Draghi, que duró poco en el poder porque lo devoró la crisis.

El nuevo gobierno derechista aspira a profundizar el ajuste y la represión contra las masas, en especial contra los contingentes de migrantes.

La CGIL, que es parte de la burocracia sindical italiana, no ofrece a los trabajadores italianos una perspectiva seria para derrotar al gobierno. Es necesario un plan de lucha y un paro general. Abajo la guerra imperialista.