Internacionales
23/3/1993|385
Murió la corrupción; Viva la corrupción
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En medio de la “ola moralizadora” que, se dice, vive Italia, la Fiat italiana se apresta a inaugurar una nueva planta en la región rural de Basilicata (al sur de Italia) que será la más grande y la más moderna del grupo, a pesar de tener a uno de sus principales directivos tras las rejas. Dirigentes de la Fiat declararon que el objetivo primordial de la nueva planta es “reducir costos” para enfrentar el crecimiento de las fábricas japonesas en el propio mercado italiano.
La planta, construida según el “concepto japonés” de “fábrica integrada”, utilizará 300 robots. Fiat, también ha logrado que sus principales proveedores se trasladen al campo, formando un “anillo” alrededor de la nueva planta, lo que le permitirá reducir costos de transporte y de almacenamiento. Claro que la gigantesca inversión de 3.000 millones de dólares necesaria para ponerla en funcionamiento, ha sido cubierta en un 30% por el gobierno (The Wall Street Journal, 12/3) — el mismo que ha congelado las jubilaciones y los salarios de los estatales para “combatir el déficit fiscal”.
El aporte del Estado, en este caso de mil millones de dólares, es una cometa como todas las otras que fueron denunciadas, solo que en este caso sirve para proteger al capitalismo italiano de la competencia extranjera. En casos como éste no hay escándalos, ni “tangente”, ni moralidad, porque facilita, y no obstruye, las posibilidades de acumulación del capital.