Mussolini en el Muro de los Lamentos

Giancarlo Fini, el líder del Partido de la Alianza Nacional, el post-fascista viceprimer ministro italiano, visitó Israel a fines de noviembre. Un miembro dirigente del Likud, el partido del primer ministro Sharon, Yuval Steinitz, jefe de la Comisión de Asuntos Extranjeros y Defensa de la Knesset (parlamento), declaró a Fini "un amigo de Israel y del pueblo judío" (Haaretz, 26/11).


Mientras "condenaba" el Holocausto, el nazismo y la República de Salo del norte de Italia, un estado títere de Hitler, como " un capítulo vergonzoso en la historia de nuestro pueblo" (Haaretz, 28/11), Fini no solamente ocultaba su responsabilidad como un heredero político de Mussolini, sino las bases sociales del fascismo, es decir, como el recurso político extremo de la burguesía imperialista para suprimir cualquier resistencia política y social de las masas. Después de todo, de acuerdo a Fini, el "pueblo" italiano era responsable del fascismo y no su propio partido, como representante del gran capital.


Sin embargo, los objetivos reales de la visita de Fini a Yad Vashem (el museo del Holocausto) y al Muro de los Lamentos en Jerusalén, no es su penitencia sobre la responsabilidad del fascismo italiano en la matanza de millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial (incluyendo 10.000 italianos judíos), sino el apoyo a la política de Sharon en el aplastamiento de la lucha palestina. Algunos políticos del Likud lo definen como "más sionista que algunos de sus críticos aquí" porque él debe ser uno de los únicos europeos que apoyan la construcción del Muro del apartheid; el embajador de Israel en Italia Ehud Gol, calificó a Fini como "un hombre que lleva una gran peso en Europa, y que cree que la justicia está de nuestro lado" (Haaretz, 26/11).


Fini, quien define a Israel como una solitaria democracia en Medio Oriente, muestra la tendencia de los fascistas a hablar en nombre de la democracia y la democratización. Fini estaba "shockeado" y "aterrorizado" de acuerdo a sus propias palabras, cuando visitó Yad Vashem. Pero la verdad del sionismo no debe ser buscada en el museo Yad Vashem, sino en las calles de Gaza, Ramallah y todos los territorios ocupados, en el régimen del apartheid, en las intenciones de suprimir los derechos de huelga y otros derechos de los trabajadores judíos y palestinos que ya están en lucha contra los políticos capitalistas del gobierno israelí.


Después de todo el sionismo no ha usurpado el Holocausto y la lucha contra el fascismo. Fue un colaborador del antisemitismo. Zeev Jabotinsky negoció una alianza con Petilura, un fascista ucraniano quien personalmente dirigió pogroms que asesinaron 28.000 judíos en 897 distintos pogroms, proponiendo una fuerza policial judía para acompañar a las fuerzas de Petilura en su lucha contrarevolucionaria contra el Ejercito Rojo y la Revolución Bolchevique.


Mussolini estableció los escuadrones de Betar, un movimiento sionista revisionista de la juventud dirigido por Jabotinsky, vestidos con camisas negras emulando a sus propias bandas fascistas. Cuando Menahem Begin se convirtió en el jefe de Betar, prefirió las camisas marrones de las pandillas de Hitler, un uniforme que usaban Begin y los miembros del Betar en todas las reuniones políticas ÿen las cuales ellos se saludaban, abrían y cerraban sus reuniones, con el saludo fascista.


En 1933 la Federación Sionista de Alemania envió una carta de apoyo al partido Nazi. En ella la Federación decía: "…un renacimiento de la vida nacional tal como le ocurrió a la vida alemana …debe tener lugar también en el grupo nacional judío". "Sobre la fundación del nuevo Estado, nazi, el cual ha establecido el principio de raza, deseamos así adaptar nuestra comunidad dentro de la estructura total, en la esfera a nosotros asignada, es posible una actividad fructífera por la patria…" (L. Brenner, Zionism in the Age of the Dictators, Wesport. 1983:48).


El sionismo "socialista" no lo ha hecho mejor. Por ejemplo, Ben Gurion puntualizó en una reunión de los laboristas sionistas en Inglaterra en 1938 que "si yo supiera que sería posible salvar todos los niños de Alemania trayéndolos a Inglaterra y solamente la mitad de ellos fuera transportada a Israel (Eretz Israel), entonces optaría por la segunda alternativa" (Brenner, idem:149). Esta obsesión por colonizar Palestina y expulsar a los árabes, condujo al movimiento sionista a oponerse a cualquier rescate de judíos expuestos a la exterminación, porque se impediría la posibilidad de desviar mano de obra selecta a Palestina.


De 1933 a 1935, el WZO (Organización Sionista Mundial) rechazó a las dos terceras partes de los judíos alemanes que solicitaban certificados de inmigración.


Cuando la oposición a la política sionista crece en Europa, cuando la solidaridad con el pueblo palestino se muestra en todas las manifestaciones contra la guerra imperialista y dentro del movimiento antiglobalización, los políticos profascistas y del sionismo necesitan el apoyo de los europeos fascistas y viceversa.