Myanmar, dos años de una dictadura criminal

Las calles vacías, un modo de protesta

A comienzos de este mes se cumplieron dos años del golpe militar en Myanmar, un país ubicado en el Sudeste Asiático.

El golpe, uno más del largo historial destituyente de las fuerzas armadas (el llamado Tatmadaw), fue comandado por el general Min Aung Hlaing, quien derrocó a Aung San Suu Kyi, referente de la Liga Nacional por la Democracia (LND).

Se estima que más de 2.200 personas fueron asesinadas por la represión del régimen militar. En julio pasado, cuatro manifestantes fueron condenados a muerte y ahorcados. A esto se suman los bombardeos masivos contra fuerzas guerrilleras y población civil en todo el territorio.

La despiadada represión hizo mermar las manifestaciones que en los primeros meses desafiaron al Tatmadaw en las grandes ciudades. Sin embargo, estalló una confrontación que prosigue hasta hoy entre el Ejército y las Fuerzas Armadas Populares, creadas por el llamado Gobierno de Unidad Nacional que dirige la LND.

A la vez, operan en Myanmar numerosas organizaciones armadas que responden a diferentes grupos étnicos, que se cuentan por decenas en esta nación de mayoría budista, y que han sido históricamente marginados y postergados.

En declaraciones públicas, el jefe de la junta militar reconoció que el gobierno no controla un tercio del territorio y anunció la extensión del estado de emergencia por otros seis meses (AP, 2/2).

Entre los grupos que cooperan militarmente con el Gobierno de Unidad Nacional y sus soldados figuran el Ejército de Independencia de Kachin, el Frente Nacional Chin y la Unión Nacional Karen (Irrawaddy, 7/2). Otros negociaron ceses del fuego con los militares.

El segundo aniversario estuvo marcado por las llamadas “protestas de silencio” que vaciaron las calles en señal de repudio al régimen de facto.

En tanto, aún se sienten los efectos del denominado Movimiento de Desobediencia Civil, que en los primeros meses del golpe organizó una huelga general, con gran eco en la administración pública. Aunque el Ejército logró reabrir las escuelas a mediados de 2021, la asistencia es baja, debido a la resistencia de alumnos y profesores.

El golpe y sus cómplices

El gobierno militar cuenta con el respaldo de China, que tiene importantes intereses en la zona. El régimen ha cultivado también relaciones con Rusia, con la que acaba de suscribir un acuerdo de desarrollo de energía nuclear.

Pero la complicidad con la Junta no se limita a estos actores. En las últimas semanas, el portal británico The Guardian denunció que compañías yanquis, británicas e irlandesas (como la petrolera Halliburton, Diamond Offshore Drilling, y Baker Hughes) siguen haciendo negocios con la dictadura. Otras firmas están bajo sospecha por su colaboración en el reforzamiento del Tatmadaw, que ha pasado de 6 a 25 fábricas de armas desde 1988 (Niusdiario, 22/1).

Myanmar es un país rico en recursos minerales y piedras preciosas. A su vez, es uno de los principales productores de opio del mundo (en 2022 éste se duplicó, de acuerdo a Naciones Unidas). Por estas razones, China, la India y las compañías occidentales ponen el ojo en el territorio y se muestran proclives a hacer acuerdos con el Tarmadaw, que es él mismo un emporio económico.

Viva la lucha del pueblo de Myanmar contra la dictadura. Basta de represión. Libertad a los miles de presos políticos.

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