Néstor Pitrola en el Foro Social Europeo

Discurso de Néstor Pitrola en una mesa redonda sobre  las luchas sociales en América Latina, en el Foro Social Europeo

Cuarenta mil piqueteros en Buenos Aires y otras decenas de miles en el interior del país, pusieron en jaque al gobierno Kirchner la semana pasada, el martes 4 de noviembre, en lo que fue la mayor movilización en su contra desde que asumió. La manifestación, acompañada por la Federación Universitaria, fue una formidable reacción ante una denuncia penal del ministro de Trabajo contra piqueteros, que siguió a la represión en la provincia de Jujuy, donde cayó el primer muerto de la lucha popular con este Presidente.


El propio Foro Social Europeo se difundió en la gran prensa argentina a raíz de la concurrencia del movimiento piquetero, algo fuertemente atacado por la derecha. La burguesía en su conjunto considera la globalización para ellos, nunca para la unidad de la clase obrera, los campesinos y los explotados de América Latina y del mundo.


Es la realidad de estos días, pero, en verdad, si uno sigue el derrotero del movimiento piquetero en los últimos diez años seguirá la lucha de clases, las grandes crisis económicas y políticas, los acontecimientos revolucionarios y las reacciones contra ellos en la Argentina de este período.


El movimiento piquetero remonta su nacimiento al Santiagueñazo del 16 de diciembre de 1993, un levantamiento popular en la provincia de Santiago del Estero que volteó a quien era su gobernador. El movimiento piquetero es la creación más genuina de la clase obrera en los últimos 25 años. Fue la reacción ante las devastadoras consecuencias de la política de Menem. Organizó a los desorganizados, constituyó un freno a la atomización de la clase obrera que entraña la desocupación en masa.


En su formación, caracterizada por los cortes de ruta y las puebladas en las ciudades petroleras de Cutral Co, Mosconi, Tartagal, jugó un gran papel el activismo obrero despedido por las privatizaciones. Reconocemos al movimiento piquetero como pa rte integral de la clase obrera y no como un nuevo y desconocido sujeto social.


Nos pusimos en pie ante el total abandono por parte de los sindicatos oficiales hacia los desocupados. La burocracia sindical está asociada a la pérdida de las conquistas sociales, fue cómplice de siete reformas laborales, la última de ellas vinculada al comienzo de la crisis de poder en la Argentina, porque se hizo mediante coimas en el Senado que culminaron con la renuncia del vicepresidente de la Nación, un año antes de la rebelión popular del 2001.


El piquete recoge su nombre de los grupos de huelguistas contra los carneros. Con ellos y los cortes de ruta, la clase obrera hace prevalecer la voluntad colectiva de la clase sobre la de la burguesía, desnudando la falacia de los derechos individuales, que en realidad garantizan la libertad del capitalista de hambrear, flexibilizar y despedir al trabajador.


A fuerza de cortes de ruta impusimos un subsidio al desocupado. Los piqueteros ocupan tierras, viviendas desocupadas, y ahora ocupan fábricas abandonadas para ponerlas a producir, como lo ha hecho el Polo Obrero con Sasetru. Han sido el gran punto de apoyo de las más de cien fábricas bajo gestión obrera que hay en este momento. Todos los explotados se han hecho piqueteros: los maestros de la provincia de Neuquén cortaron rutas y puentes en su reciente huelga general, y de un modo general los piquetes de ocupados y desocupados fueron los grandes protagonistas de los paros generales que precedieron al Argentinazo que volteó a De la Rúa. Se contabilizaron unos 150.000 participantes en las rutas, puentes y fábricas en el paro realizado un mes antes de la rebelión.


Las fábricas bajo gestión obrera se inician con ocupaciones piqueteras, apoyadas por los piqueteros; los ahorristas estafados por los bancos realizaron piquetes; los deudores hipotecarios los realizan al día de hoy… la Argentina se ha hecho piquetera, y a juzgar por los bloqueos de caminos de los campesinos bolivianos y las ocupaciones de tierras de los sin tierra de Brasil aquí presentes, toda América Latina se hace piquetera.


Importa focalizarnos en el levantamiento popular del 19 y 20 diciembre del 2001, porque no sólo volteó a De la Rúa y su ministro Domingo Cavallo, sino que abrió una situación revolucionaria en el transcurso de todo el año 2002, dominado por la consigna “Que se vayan todos” y durante el cual planteamos (el Polo Obrero, las asambleas populares y otros) una Asamblea Constituyente con poder político para reorganizar social, económica y políticamente el país. Se dice que el Argentinazo fue espontáneo, pero estuvo precedido por huelgas nacionales, por planes de lucha nacionales de cortes de rutas coordinados por primera vez en Asambleas Piqueteras, la segunda de las cuales impulsó la huelga general con la consigna Fuera De la Rúa, impuesta por su sector más combativo y radical, que daría a luz poco después al Bloque Piquetero Nacional que nosotros integramos.


Se dice que la rebelión fue exclusivamente de las cacerolas de la clase media cuando le tocaron sus bolsillos al retenerle los ahorros bancarios mediante el llamado corralito. Pero ese elemento es apenas una parte de la realidad: la imponente irrupción popular de las cacerolas la noche del 19 de diciembre del 2001 derrotó el estado de sitio impuesto contra los piquetes y saqueos a supermercados de los barrios más pobres. El 20 de diciembre cayó el Presidente tras siete horas de combates entre la juventud piquetera y la policía. Murieron 35 manifestantes, de los cuales el 90% son piqueteros, como lo son también los 50 muertos en todos estos años.


Esa clase media jugó un papel revolucionario, víctima de la desocupación, confiscados sus ahorros, quebrados sus pequeños comercios. Y lo volvió a jugar ante la masacre del Puente Pueyrredón, cuando sus asambleas populares, la construcción organizativa de lucha nacida después de la rebelión, reaccionan masivamente con nosotros; allí fracasa el giro represivo del presidente Duhalde y debe apurar su salida adelantando las elecciones, esta vez a manos de los “piqueteros del Puente Pueyrredón”.


El derrumbe de los salarios frente a una devaluación del 200%, el descalabro capitalista del default que disparó el surgimiento de 17 monedas, la caída del 11% del PBI, el cierre de miles de empresas, la amenaza de remate de 600.000 viviendas y pequeñas propiedades, no sólo unió a piquetes y cacerolas. En ese año 2002 crece vertiginosamente el Bloque Piquetero Nacional, que instala el método de la Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados (ANT) a las que se suman asambleas populares, federaciones estudiantiles, sindicatos clasistas y otros sectores populares. La ANT reunió en la Plaza de Mayo, a un año del Argentinazo, 100.000 personas con la consigna de una segunda rebelión. No llegó a ser un organismo de doble poder, pero es su semilla y se plantea en sus resoluciones la cuestión del poder de los trabajadores y de los explotados.


Por ello es hoy atacada por el gobierno de Kirchner, votado por un 22% de quienes fueron a votar, es decir, sólo el 16% del padrón electoral. A este gobierno, integrante del PJ de Menem y Duhalde, socio político de este último, no le dimos ni le damos tregua aunque lo apoye furiosamente la centroizquierda.


Pactó con el FMI el peor ajuste de nuestra historia basado en el superavit fiscal del 3% del PBI como jamás tuvo Argentina, sostenido mediante el congelamiento salarial y en desmedro de la salud, la educación y toda la inversión pública que debería generar puestos genuinos de trabajo. Vengo a denunciar su pago puntual al FMI con el hambre del pueblo argentino, su rescate a la banca con deuda “fresca” no defaulteada, en desmedro de los bonistas ahorristas de Argentina y de todo el mundo; la renegociación de todos los contratos privatizadores con nuevos subsidios a las multinacionales, la convalidación de las Afjp (fondos de pensión) que robaron 25.000 millones de dólares en comisiones y ahora estafan a 9.200.000 futuros jubilados con el default de los bonos públicos. Denunciamos su ley de patentes medicinales pactada con Bush, sus superpoderes para aplicar los tarifazos exigidos por las multinacionales europeas y norteamericanas, su giro hacia el Alca y la política “antiterrorista” del carnicero de Irak, su aceptación del operativo Aguila III de maniobras conjuntas de los ejércitos latinoamericanos con las tropas estadounidenses.


Repudiamos aquí, como lo hicimos en las calles de Argentina con decenas de miles de piqueteros y residentes bolivianos, su mediación con Lula en Bolivia para garantizar el recambio constitucional de Sánchez de Lozada por el millonario y neoliberal vicepresidente Carlos Mesa. Actuando ambos como mandaderos del Departamento de Estado yanqui, ya fracasada la acción del ejército destinada a ahogar en sangre la revolución en marcha, acción que cobró cerca de cien vidas entre alrededor de un millón de bolivianos que sitiaron La Paz, llegados desde todos los puntos de Bolivia.


Como en Argentina, se busca desviar en Bolivia el proceso revolucionario que pone en discusión si siguen gobernando los banqueros y privatizadores o lo hacen los obreros y campesinos con sus organizaciones. La guerra del gas llevó a todas las clases explotadas a la revolución en Bolivia y mostró con Ecuador, con Perú, con Argentina, la vigencia de un período histórico de rebelión popular en América Latina.


El Bloque Piquetero que integro, ganó la calle y fijó esta posición a la cabeza de la izquierda argentina. Hoy reivindicamos en este Foro Social la unidad de las organizaciones obreras y campesinas para derrotar no sólo la represión del plan Colombia sino también la contrarrevolución democrática de aquellos “antineoliberales” que mediante la demagogia política y la represión de las policías y los ejércitos garantizan la continuidad de los monopolios imperialistas, el sometimiento nacional, la flexibilidad laboral, la desocupación en masa y el hambre de nuestros pueblos.


Luchamos por puestos genuinos de trabajo, por un salario equivalente a la canasta familiar, por el fin de la flexibilidad laboral y el reparto de horas de trabajo disponibles entre todos los trabajadores, por el no pago de la deuda externa y la nacionalización de la banca bajo gestión de los trabajadores, por la reapertura de las fábricas bajo gestión obrera. No serán los partidos y políticos del sistema quienes lleven adelante estas reivindicaciones: seremos los trabajadores.


Con la Asamblea Nacional de Trabajadores somos fervientes impulsores de la unidad en la lucha de las organizaciones obreras y campesinas de América Latina, por el poder político de los explotados. Con la Asamblea Nacional de Trabajadores, el Polo Obrero y el movimiento piquetero dicen: Ni Alca ni Mercosur, por la unidad socialista de América Latina.