Internacionales
24/3/1994|414
No hay acuerdo en Chiapas
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En tos últimos días, el EZLN ha denunciado que el gobierno de Salinas tergiversa conscientemente lo ocurrido en San Cristóbal de las Casas y miente sobre los eventuales “acuerdos de paz". “Dice el mal gobierno—denuncian los zapatistas— que hay acuerdo donde sólo hubo diálogo” (La Nación, 18/3). El gobierno de Salinas no es, sin embargo, el único en tergiversar lo ocurrido: también los partidos dirigentes del Foro de San Pablo se esfuerzan en apoyar la “salida negociada”... que no existe (ver aparte).
Ciertamente, hay que dar fe de lo que sostienen los zapatistas: “no hay ninguna negociación” porque el representante gubernamental no tiene el poder ni la capacidad jurídica para formular ningún compromiso en nombre del Estado mexicano. “La paz está lejos” — dicen los zapatistas— porque el gobierno se ha limitado a dar respuestas extremadamente vagas y generales.
En particular, el representante oficial en el diálogo se ha negado taxativamente a considerar lo que son los reclamos fundamentales de los zapatistas: su reconocimiento como fuerza beligerante, la cuestión de la tierra para los campesinos pobres y la cuestión de las reformas del régimen político y electoral. “El gobierno no quiere abordar con los zapatistas el tema de la transición a la democracia”, constata Brecha (4/3). Las negociaciones entre el EZLN y el gobierno, si algún día tienen lugar, todavía están muy lejos.
La denuncia zapatista ilustra el verdadero carácter del acuerdo firmado por los candidatos presidenciales de tos tres partidos principales, incluido el centroizquierdista PRO de Cuauhtémoc Cárdenas: se trata de un compromiso montado, armado, diseñado y ejecutado por el gobierno de Salinas para aislar la rebelión de Chiapas y sostener al régimen político priísta. Como estos objetivos, lógicamente, no pueden ser expuestos abiertamente a los ojos de la población, sus firmantes han informado" que el acuerdo es para “garantizarla limpieza de las elecciones”... con la participación de tos campeones continentales del fraude.
Las tergiversaciones oficiales sobre lo sucedido en Chiapas tienen una función política concreta: el gobierno no ha renunciado a montar una represión sangrienta de la rebelión. El PRI se encuentra dividido, con una fracción muy importante, que tiene un gran peso en Chiapas por su entrelazamiento con tos terratenientes y tos “caciques", partidaria del exterminio. Incluso, un sector del imperialismo es partidario de una salida de fuerza, como se expresa en una reciente editorial de La Nación, en la que se afirma que el “diálogo" sólo ha servido para debilitar al gobierno y dividir al PRI.
El propio subcomandante Marcos, del EZLN, ha planteado la posibilidad de que el gobierno estimule una "contra ", es decir, escuadrones de la muerte y una guerra suda contra tos campesinos, por parte de tos latifundistas chiapanecos. Las conspiraciones de tos terratenientes contra los indios son cada vez más abiertas, incluso con la participación de tos propios intendentes del PRI. Brecha (11/3) da cuenta de una “reunión privada" de tos comerciantes y propietarios, convocada por el intendente de San Cristóbal de las Casas, en el Centro de Convenciones municipal, la que contó con protección policial. El “denominador común (de la reunión fue) correr de la ciudad al obispo Samuel Ruiz y a los ‘sacerdotes extranjeros’, sacar a las organizaciones no gubernamentales, cerrar el periódico local El Tiempo, evitar la circulación del diario capitalino La Jornada, poner más retenes militares, sacar a los indios, no permitir que las pláticas de paz se reanuden en la catedral y, dado el caso,... utilizar las armas”.