Estados Unidos: cumple un mes la huelga petrolera

 

A más de un mes del comienzo de la huelga petrolera norteamericana por mejores salarios y condiciones de seguridad, que abarca a 6.500 trabajadores afiliados a la USW (United SteelWorkers), algunos informes indican que -ante la intransigencia patronal- las reuniones obreras de algunos distritos, como Louisiana, han emplazando a la directiva a promover una huelga total que abarque a los 30 mil afiliados. Las patronales apelan a personal tercerizado para debilitar una medida que engloba plantas que concentran el 19 por ciento de la capacidad de refinación y producción de petróleo. Hasta el momento, la directiva ha ido sumando refinerías a la medida en dosis homeopáticas, en un intento de no indisponerse con el gobierno de Obama, cuyo gobierno hace denodados esfuerzos para tratar de desactivar -como entre los portuarios- la huelga. La huelga petrolera norteamericana tiene una importancia general: un triunfo de los petroleros motivaría a los más de cinco millones de trabajadores cuyos convenios de trabajo vencen este año.

 

 

México: un régimen criminal

 

La Novena Jornada Global por los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa estuvo marcada por un nuevo episodio criminal. En Acapulco, la policía federal desalojó un gigantesco piquete de maestros que reclamaba por la aparición con vida de los normalistas, por sueldos atrasados y contra la reforma educativa. Un jubilado docente con problemas de movilidad fue asesinado a golpes durante la represión y cuatro maestras fueron violadas. Al quinto día de los hechos, continuaban con paradero desconocido una docena de detenidos. El ensañamiento del gobierno obedece a su dificultad para quebrar la ebullición popular en el sur del país. El 26 de febrero, los maestros de la CNTE bloquearon ochenta de los 113 municipios de Michoacán, al tiempo que hubo protestas y bloqueos en varias ciudades del país, incluyendo la capital. Allí, uno de los familiares ratificó el boicot electoral en Guerrero. En Morelos, entretanto, una asamblea popular en representación de 60 pueblos campesinos se sublevó contra un plan de megaobras y han convocado a un Congreso de los Pueblos para abril en defensa de la tierra y el agua. Los crímenes y desapariciones, bajo la anuencia del imperialismo, crecen cada vez más: “mientras que en la administración del derechista Felipe Calderón, que desató la violencia en todo el país, desapareció un promedio de seis mexicanos cada día entre diciembre de 2006 y diciembre de 2012, en la de Peña Nieto la cifra se dispara a más del doble: un promedio de 13 personas desaparecidas todos los días desde que asumió como presidente” (Página 12, 26/2). En este cuadro, la remoción del procurador general de la República, encubridor de las desapariciones de Ayotzinapa, no tiene ningún efecto práctico.

 

 

Brasil: ascenso huelguístico

 

Los trabajadores de la General Motors de São José dos Campos han logrado, al cabo de seis días de huelga, detener los intentos de la patronal de implementar 800 despidos (aunque 650 trabajadores permanecerán suspendidos durante cinco meses, con la garantía de tres meses posteriores de trabajo asegurado). En enero, los obreros de Volkswagen habían frenado 800 despidos luego de diez días de huelga y el Polo Naval de Rio Grande do Sul estuvo paralizado recientemente durante 72 horas en rechazo al impacto que la crisis de Petrobras podría tener sobre los puestos de trabajo. Las escuelas y universidades del estado de Paraná, por su parte, ingresaron en huelga a comienzos de febrero en reclamo de sueldos atrasados y en rechazo a un paquete de ajuste fiscal aprobado en la Legislatura, a instancias del gobernador Richa (PSDB). Los más de veinte días de huelga, acampes y las marchas de hasta 40 mil personas (que incluyeron la ocupación de la Legislatura estadual en dos oportunidades) forzaron al gobierno a abrir una negociación. A principios de marzo, sin embargo, un fallo judicial, hecho a la medida del gobierno, ordenó el restablecimiento de las clases. Los huelguistas evaluaban los pasos a seguir. El ascenso huelguístico en Brasil revela la disposición de la clase obrera brasileña a enfrentar el ajuste nacional de Rousseff y su ministro de Economía neoliberal Joaquim Levy, así como en los estados gobernados por la oposición patronal.