Obama, comandante en jefe

Como una estrella de rock, Barack Obama inició una “gira mundial”. Su objetivo es presentarse a los ojos de los estadounidenses como un efectivo “comandante en jefe”, es decir como un presidente para tiempos de guerra.

Al llegar a Afganistán, Obama declaró que ese país es “el verdadero frente de la guerra contra el terrorismo” y reclamó un inmediato aumento de las fuerzas de ocupación norteamericana en 10.000 hombres para lanzar una ofensiva general contra los talibanes. En los últimos meses, los talibanes han retomado la iniciativa y asestado duros golpes a las tropas de ocupación, incluso en Kabul, la capital afgana.

El candidato a comandante en jefe calificó a la situación en Afganistán de “precaria” y alertó que “no es posible esperar” para lanzarse al ataque de los talibanes. Por eso le reclamó a Bush que inmediatamente desplace hacia allí parte de las tropas estacionadas en Irak. Obama denunció la ocupación de Irak como “una distracción desastrosa” de lo que llamó “la verdadera guerra contra el terrorismo”.

Naturalmente, a Obama le importa dejar establecido un programa político: el “retiro” de Irak -que Obama se propone completar en 16 meses- tiene como objetivo lanzar una fuerte ofensiva militar en Afganistán.

Al candidato a comandante en jefe no se le escapa que los talibanes cuentan con el respaldo de los militares y los servicios de inteligencia de la vecina Pakistán, que “les permiten moverse a través de sus fronteras y tener una provisión constante de hombres y armas” (Corriere della Sera, 16/7). Por eso anunció, hace ya unos meses, que autorizará a las tropas norteamericanas a perseguir a los talibanes más allá de las fronteras, hasta sus bases en Pakistán.

Los reclamos de Obama dejan en claro que sus planteos no tienen nada de “pacifismo”.