Palestina: Intifada contra el sionismo y Arafat

En los últimos 15 días ha habido en los territorios palestinos gigantescas movilizaciones, como no se veía desde 1996. La ‘euforia’ que hace apenas un año embargó a los Clinton y a la OLP frente a la perspectiva de paz que traería aparejada la victoria electoral laborista en Israel, se había trastocado ya hace un tiempo en “una crisis ‘sin precedentes’…” (El País, 10/4). Ni la reciente gira del Papa ni el protagonismo sin par de Clinton han logrado avances en la implementación de los famosos ‘acuerdos’, recauchutados una y otra vez desde 1993.


La mayor ‘desesperanza’, con todo, proviene del fracaso del nuevo gobierno de centroizquierda israelí –incluye al frente Meretz, una especie de IU israelí– en el propósito de ‘desmantelar’, siquiera parcialmente, las colonias sionistas de Cisjordania y Gaza. “Si bien los colonos han aceptado evacuar diez asentamientos, en los otros (son casi 300, PO) la construcción sigue a toda marcha” y ya “los pueblan 190.000 mil israelíes” (Le Monde, 20/3). Según este diario, “el primer ministro recula frente a los colonos”.


Tenemos entonces que una Palestina mutilada quedaría definitivamente partida en dos franjas distantes, conectadas por una única carretera –que atraviesa Israel y está bajo su control–, sin derecho a instalar la capital en Jerusalén, reducida a un sistema de ‘cantones’, en medio de colonias israelíes superpertrechadas que usufructúan, como en el norte israelí, los mejores recursos acuíferos de sus vecinos. En las nuevas negociaciones ‘secretas’, la delegación israelí habría planteado a la ‘Autoridad Palestina’ que el Estado sionista “anexaría definitivamente el 20% de Cisjordania”, particularmente amplias zonas “del valle del Jordán sobre los que se ubican los asentamientos judíos” (Financial Times, 12/5). Incluso los propios “cantones palestinos” – dice este medio– estarían ‘encerrados’: “el norte y el sur de Cisjordania y el pueblo oriental de Jericó estarían separados por tres redes de caminos” (bajo dominio israelí), y según “los mapas, también se separan los cantones para impedir un acceso directo a Jerusalén y el paso frente a los asentamientos” (ídem). Por otro lado, el gobierno de centroizquierda sionista mantiene la negativa al retorno a su hogar nacional de otros 3,6 millones de palestinos diseminados en el resto del mundo árabe.


Desde que asumió Barak, informa The Economist (22/4), “los palestinos han detectado un cambio de tono de la Unión Europea respecto de Israel”. La centroizquierda europea ha dejado ahora de poner reparos a la importación de bienes producidos en aquellos asentamientos. Desde 1995, la UE había adoptado medidas en ese sentido, en respuesta a la acentuación de la política colonizadora del gobierno del Likud. Ahora, en cambio, “reciben preferencias comerciales … a pesar de que la expansión de los asentamientos continúa raudamente –confirma también la revista inglesa– al mismo paso que en los tiempos de Netanyahu” (ídem).


La crisis del Medio Oriente demuestra el carácter contrarrevolucionario de los ‘acuerdos’ firmados desde 1993 y el fracaso del régimen semi-estatal de la ‘Autoridad Palestina’-OLP. Muchos palestinos –graficó el Financial Times a través de una serie de entrevistas (25/4)– ven cada vez más a esa ‘Autoridad’ como un relevo de la superagotada ocupación sionista, por parte de una elite corrupta y despótica.


Las últimas revueltas en toda Palestina se han desatado por la virtual quiebra del “partido gubernamental” , Al Fatah, cuya “ala radical y juvenil”, los Tanzim, encabezados por uno de sus líderes históricos, Marwan Barghuti (Corriere della Sera, 17/5 y El País, 22/5) desencadenó las manifestaciones. Esto determinó que la policía palestina actuara inicialmente en forma “tímida” (ídem). Arafat sólo logró reponerse una semana después, recurriendo a medidas extremas: “incluso prohibió al ‘Club de prisioneros palestinos’ publicar llamados en la prensa para proseguir la lucha para la liberación de 1.600 prisioneros detenidos en Israel, informó una fuente palestina” (Ambito, 22/5). Antes se había encargado ” de la detención del terrorista islámico Mujamnad Deff, quien se hallaba prófugo requerido por (los israelíes)” (Brecha, 19/5).


La fosa que está cavando Arafat ante su propio pueblo es enorme. Hace tiempo ya que “la juventud palestina se (venía) enfrenta(ndo) a Arafat … hastiada de sus postraciones”, decía el Financial Times el 25/4. Tras el apedreo que sufrió Jospín en su reciente visita a los territorios, invitado por Arafat, en los territorios se desencadenó una huelga general estudiantil, que fue considerada “la Intifada universitaria contra Arafat” (El País, 6/3). Estos fueron considerados entonces “los incidentes más graves e importantes desde que finalizó la Intifada. Pero lo más preocupante es que por primera vez la ira de los estudiantes va dirigida contra la Administración palestina, que dirige Yasir Arafat” (ídem).


Los últimos estallidos, con movilizaciones multitudinarias, han hecho crujir conjuntamente a la ‘Autoridad Palestina’ y al estado sionista. Para frenarlos, Barak tuvo que hacer votar precipitadamente la entrega de tres pueblos aledaños a Jerusalén, entre ellos Abu Dis, donde los israelíes pretenden relegar la capital del futuro estado palestino. La ‘Autoridad Palestina’ que “respondió con desprecio” a la nueva ‘migaja’, “no obstante está construyendo un parlamento en Abu Dis” hace meses (The Economist, 13/5) , lo que prueba que esto también es parte del nuevo ‘acuerdo’ con que pretende pisotear, una vez más, los reclamos de su pueblo.