Internacionales

12/10/2015

Palestina: otro levantamiento popular


Desde comienzos de octubre, más de 20 palestinos murieron (seis de ellos en ataques a israelíes) y más de mil resultaron heridos en una nueva espiral de protestas, atentados y represiones. Por el calibre y extensión de las movilizaciones, que han incluido enfrentamientos diarios en los barrios palestinos de Jerusalén, sublevaciones en Cisjordania, protestas en Gaza y hasta cerca de Tel Aviv, muchos lo califican ya como una tercera intifada. En cualquier caso, es indudable que se trata del proceso de movilizaciones populares más importante desde las marchas de repudio a la invasión de la Franja de Gaza, en 2014.


El desencadenante de la última ola de movilizaciones han sido las restricciones al ingreso de palestinos a la Explanada de las Mezquitas, lugar sagrado para los musulmanes ubicado en Jerusalén Este (zona apropiada por Israel en 1967). Pero también, “el actual conflicto se inició por las cada vez más comunes visitas de judíos nacionalistas a la zona de la Explanada, lindante con el Muro de los Lamentos, lo que los islámicos consideran una provocación” (La Nación, 11/10), incluyendo a miembros del gabinete israelí. Esto ha alimentado una espiral de atentados y apuñalamientos que se cobró la vida de cuatro israelíes.


Represión


La represión sionista ha tenido dos vías: la estatal y la de los colonos, que obviamente tienen vasos comunicantes. En el caso de la primera, el gobierno israelí ha apelado al despliegue de reservistas, el uso de municiones de guerra contra protestas desarmadas tanto en Gaza como en Cisjordania, el acrecentamiento de las llamadas “detenciones administrativas” (por tiempo indefinido y sin acusación judicial), la demolición de viviendas de sospechosos de ataques, y bombardeos contra Gaza en respuesta al lanzamiento de cohetes desde esa región. En Gaza, “es obvio que los soldados israelíes utilizaron una munición especial que solo mata. Además, todas las víctimas sufrieron disparos en la cabeza o cuello”, según un portavoz de Hamas (Página/12, 11/10). Los colonos, por su parte, se han lanzado a una proclama de venganzas, incendios de viviendas y automóviles. En esta línea, el alcalde de Jerusalén llamó a los ciudadanos israelíes a defender la ciudad por medio de las armas. En ciertas localidades, los palestinos han establecido piquetes para impedir el ingreso de los colonos. Los atentados de los colonos quedan sistemáticamente impunes: el más recordado de ellos es el atentado ocurrido hace unos meses contra una vivienda palestina en que una familia entera murió carbonizada.


Colonización


El trasfondo del conflicto es el terrible avance de la colonización sionista, de los asentamientos, lo que explica que la resistencia palestina no se circunscriba al Este de Jerusalén y tenga un alcance general. Esta colonización creciente amenaza con inviabilizar inclusive la llamada solución de dos estados, basada en el reconocimiento de la soberanía palestina sobre un conjunto de cantones entrecortados por la vigilancia militar sionista. En la reciente asamblea de la ONU, el líder de la Autoridad Palestina, Mohammed Abbas, justificó el abandono de los Acuerdos de Oslo precisamente en ese sentido: “se han intensificado los asentamientos 'por todos lados' y eso está poniendo en riesgo todo el proceso (…) el estancamiento que sufre el proceso no hace más que 'destruir la solución de los dos Estados'”(El País, 30/9). La bandera palestina comenzó a flamear en la ONU en el momento en que más lejana está la perspectiva de un estado propio.


Abbas, de todos modos, ha dejado bien en claro que no propiciará la movilización popular sino que su estrategia consistirá estricamente en “medios jurídicos” (idem). Los acuerdos de Oslo consagraron a la Autoridad Palestina como la principal vía de contención de las masas palestinas. Algunos dirigentes de Hamas han llamado a desarrollar la Intifada, pero como una frase desprovista de contenido, sólo entienden por esto la continuidad de los atentados contra soldados u objetivos ultraortodoxos para recuperar la mezquita de Al Aqsa.


Abajo la ocupación sionista y la represión. Por la unidad socialista de Medio Oriente.