París fue una fiesta

Bajo un llovizna pertinaz de París y en un día plomizo, un millón de docentes, estudiantes y padres desfilaron por sus calles en una gran manifestación nacional en defensa de la educación pública, estatal y laica y contra el subsidio estatal a la enseñanza privada (que en un 95% es clerical). La concentración fue verdaderamente imponente: las primeras columnas arrancaron desde el lugar de concentración cerca del mediodía… y cuando casi era la medianoche seguían desfilando columnas.


La marcha terminó de enterrar la pretensión del gobierno derechista de Balladour de modificar una ley de 1850, que establece que los municipios no pueden destinar más del 10% de sus gastos educativos a los establecimientos privados. Durante la campaña electoral, la derogación de esta ley fue uno de los “caballitos de batalla”  de la derecha, con el argumento de “poner en pie de igualdad” a la educación privada con la estatal. Como los argentinos sabemos por experiencia propia, la “igualación” entre la enseñanza privada y la estatal equivale a poner el presupuesto estatal en beneficio de los pulpos de la educación y el clero, y a asfixiar presupuestariamente a la escuela pública, lo que constituye un primer paso hacia su privatización.


La modificación de la ley de 1850 fue aprobada por el Parlamento dominado por los derechistas, pero fue rechazada por el Tribunal Constitucional. Desde bastante antes que se conociera este fallo, se venían realizando en todo el país paros y manifestaciones de estudiantes y docentes, en lo que la prensa francesa dio en llamar “la guerra escolar”.


La marcha nacional se realizó después del fallo del Tribunal Constitucional, cuando la ley clerical ya había sido revocada. La masividad de la concurrencia y las pancartas con reclamos salariales y por el aumento del presupuesto educativo ponen en evidencia la voluntad de lucha de la comunidad educativa en defensa de la educación pública. Un hecho notable fue la muy masiva asistencia de los padres de los alumnos a la marcha, es decir de  obreros, empleados, desempleados, agricultores, que encontraron en la marcha educativa un canal de oposición política al gobierno de Balladour.


Es que el “clima social” en Francia está caldeado… y no sólo en las escuelas. Contra el crecimiento ininterrumpido del desempleo, los trabajadores ganan las calles y salen a la huelga. El personal de tierra y los navegantes y técnicos de Air Inter, la empresa estatal de vuelos de cabotaje han lanzado una serie de “huelgas sorpresa” contra el plan de privatización de la aerolínea al tiempo que se suceden las manifestaciones de los ferroviarios y los gremios estatales contra la racionalización y las privatizaciones.


Después del recule frente a la huelga de Air France —que lo obligó a dar marcha atrás con el plan de despidos anunciados por la empresa—, Balladour ha sufrido una nueva y fundamental derrota a manos del movimiento de las masas. Un gobierno débil, las movilizaciones en ascenso: Francia es una radiografía de toda Europa.