Perú: Alan García, segundas partes son peores

El escándalo de corrupción que derribó al gabinete peruano pone en tela de juicio la permanencia de Alan García en el gobierno, al punto que hasta el oficialismo promueve la figura de un posible sucesor “izquierdista”: Yehude Simón Munaro, quien ha reemplazado al jefe de ministros caído, Jorge del Castillo. Mientras tanto, el movimiento obrero tiende a intervenir activamente en la crisis, con movilizaciones sindicales y una huelga masiva de maestros.

El gobierno de la casi disgregada Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) empezó a derrumbarse cuando se publicaron grabaciones de una conversación telefónica entre un abogado de la estatal Perú-Petro, Alberto Quimper, y el ministro – ahora destituido-  Rómulo León Alegría, quienes se felicitaban por la adjudicación de cinco lotes de exploración petrolera a la canadiense Discover Petroleum, que habría pagado por eso suculentas coimas.

Todo indica que la crisis no ha hecho más que empezar: “Las referencias en las conversaciones muestran que hay otras personas, de más alto nivel, implicadas”, declaró Fernando Rospigliosi, analista político y ex ministro del Interior (El País, 12/10). Ahora bien ¿quién puede tener “más alto nivel” que el jefe de gabinete? De los diálogos telefónicos entre un ex congresista del Apra, Rómulo León, y un representante de Discover, el dominicano Fortunato Canaán, parece surgir el dato: “Jorge – dice León-  podría llevarlos (a los enviados del pulpo canadiense) ante el presidente” (Crítica, 9/10). El tal “Jorge” sería el ex jefe de gabinete, Jorge del Castillo.

Ahora, Quimper ha sido detenido y León está prófugo. A todo esto, la popularidad de García ha caído por debajo del 15 por ciento y cada día le cuesta más sostenerse.

La reacción del presidente ha sido la de alguien que empieza a perder el control de sí mismo. Convocó a la población a linchar a los acusados en un intento desesperado, en el que nadie cree, por desvincularse de ellos. Tras llamar “traidores a la patria” a los funcionarios involucrados, recordó que después del fallido golpe de estado “contra Miguel Grau”, en 1872, “el pueblo, en una sana reacción, ajustició a los cuatro (golpistas) y colgó sus cuerpos en las torres de la catedral de Lima” (ídem).

La comparación es, por decir lo menos, infeliz.

Miguel Grau no era presidente de la República. Fue, en cambio, un héroe peruano – aunque había nacido en Colombia-  de la guerra por el salitre contra Chile. Comandó un navío mítico, el “Huascar”, y el presidente norteamericano Teodoro Roosevelt dijo de él: “El Huascar es el famoso y recordado buque sobre el cual se hayan ejecutado los actos de heroísmo mayores que jamás se han hecho en algún otro blindado de cualquier nación del mundo”.

Aquel golpe de 1872 intentó se dio contra el entonces presidente Manuel Pardo, de enorme popularidad en su época, y fue conducido por el ministro de Guerra, coronel Tomás Gutiérrez, con tres de sus hermanos también coroneles. Por eso aquella asonada se conoció con el nombre de “la revolución de los Gutiérrez”. Fracasaron por la resistencia popular que encontraron y por la actitud decidida de Grau contra los golpistas que, en efecto, terminaron colgados en las torres de la catedral.

Ahora bien: que un corrupto como García, asesino de más de 300 presos políticos en las cárceles de El Frontón, Lurigancho y Santa Bárbara durante su primer gobierno (1985-1990) y obligado a irse por ladrón y criminal, se compare ahora con gente recordada por su popularidad y su heroísmo, puede tener un efecto bumerán que lo derribe antes de lo pensado.

Por lo demás, el caso de Discovery Petroleum sólo ha sido el último de una cadena de escándalos. Se añade, por citar únicamente a los más importantes, a las irregularidades en el proyecto de construcción del subterráneo de Lima, o a la compra de aviones Mirage para la Fuerza Aérea.

“Socorrista” de izquierda

Masivas movilizaciones obreras y una huelga de maestros que podría alcanzar la masividad de otras del pasado reciente, hacen que la crisis no pueda resolverse en conspiraciones palaciegas o cuarteleras. Por eso, García ha acudido al auxilio de un político de antecedentes izquierdistas: Yehude Simón Munaro, a quien encargó la formación de un nuevo gobierno. Simón es gobernador del departamento de Lambayeque, en la costa norte del país.

Después de romper con Izquierda Unida, Simón fundó el movimiento Patria Libre. Al año siguiente, después del golpe parlamentario de Alberto Fujimori, fue condenado a 20 años de cárcel por “apología del terrorismo”, supuestamente en favor del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). Dos años más tarde, apenas expulsado Fujimori del poder, fue indultado y el nuevo presidente, Alejandro Toledo, le pidió disculpas públicamente. Ese año ganó la gobernación y en 2006 fue reelecto.

“Actualmente se le considera una figura moderada e intachable, idónea para capear el temporal de la crisis por los escándalos de corrupción” (El País, 12/10). Una ejecutiva de una encuestadora que ha hecho sondeos en el departamento gobernado por Simón, indicó: “En Lambayeque hay cierto descontento respecto de él… se señala que se ha derechizado…” (ídem).

Además de girar a la derecha, Simón no oculta sus aspiraciones presidenciales. Esto es: podría ser el único candidato oficialista capaz de hacerle frente con alguna posibilidad al “chavista” Ollanta Humala o, si la crisis se torna inmanejable, es el candidato a suceder a García en caso de que el presidente deba huir como Alfonsín o De la Rúa.