Perú: Alan García, una masacre y la “izquierda que se une”


El presidente peruano, Alan García, está hoy en apuros judiciales y, obviamente, políticos. Ocurre que durante su primer período presidencial fueron asesinados, en una masacre histórica, más de 120 presos políticos en las cárceles de El Frontón y Lurigancho. Ocurrió en Lima, en junio de 1986.


 


“…El abogado de los familiares de las víctimas, Carlos Rivera, ha solicitado que el Presidente sea incluido en el proceso penal como inculpado, por considerar que García no solamente dio la orden del operativo militar que terminó en la matanza de los prisioneros… sino que siguió su desarrollo paso a paso hasta el trágico final y, luego, encubrió el crimen” (Página/12, 10/2).


 


La investigación judicial también involucra al actual vicepresidente, Luis Giampietri, quien en 1986 era oficial superior de la Marina, la fuerza que ejecutó la matanza.


 


Ese año, mientras sesionaba en Lima un congreso de la Internacional Socialista con la presencia, entre otros mandatarios, del presidente argentino Raúl Alfonsín, presos políticos de tres cárceles limeñas –algunos de ellos militantes de Sendero Luminoso– se amotinaron en protesta por las continuas torturas físicas y psíquicas que recibían. Frente a tal situación, García, por decreto, declaró “zona militar restringida” a los penales en conflicto y sus alrededores. Después de dos días, los marinos dinamitaron los pabellones de El Frontón con los presos adentro. La mayor parte de los sobrevivientes fueron asesinados también, rematados a sangre fría.


 


En 1991 se presentó en el Congreso peruano una acusación constitucional contra García, que no prosperó porque lo salvaron los diputados que obedecían al nuevo presidente, el derechista Alberto Fujimori, “adversario” del otro en casi todo, salvo, claro está, en asesinar militantes populares.


 


Pero no sólo la derecha apañó el crimen. Alfonso Barrantes, por entonces intendente de Lima (donde se encontraban los penales) y dirigente de la Izquierda Unida Peruana declaró que los presos masacrados en Frontón, Lurigancho y El Callao "han recibido su propia medicina". Fue, además, autor del comunicado de la IU en el que se califica como "un acto de provocación" a la rebelión de los presos (Rebelión, 26/6/04). Barrantes había hecho campaña, poco antes de la masacre, por la formación de un "frente anti-terrorista", con el APRA de García y otras fuerzas de derecha.


 


No fueron los únicos "demócratas" que se solidarizaron con el masacrador García. Como denunciamos en el momento de la masacre en Prensa Obrera (3 de julio de 1986), Alfonsín, Cafiero y Allende declararon su solidaridad política con el masacrador de Lurigancho.


 


Tal el papel de los “progresistas” que hoy masacran al pueblo haitiano por orden de Bush, para cubrir las espaldas de los marines yanquis que invaden Irak y, ahora, amenazan a Irán.