Internacionales
9/3/2000|657
Pinochet: Se acabó la sanata
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La criminal liberación de Pinochet a lo mejor tiene algo de positivo. Es que pone fin a la agobiadora sanata de que su detención en Londres alumbraba un nuevo derecho internacional que tendría por eje los derechos humanos. Tener que leer, escuchar o ver a gente que pretendía que los gobiernos imperialistas habrían dejado de lado la ley de la explotación del hombre por el hombre y el uso de la represión y de la guerra para conservar este sistema de explotación social, en favor de un humanismo del tercer milenio, se había convertido en una penosa y cotidiana condición humana incluso en esta época en que la condición humana apenas logra sobrevivir buceando en los fondos de un tacho de residuos.
Ahora quedan los que se consuelan con los precedentes que habría establecido la detención de Pinochet en Londres. Seguro, pero no para los Pinochet que quedan sino que se utilizará contra los luchadores, especialmente contra el derecho de asilo. No sería la primera vez que los precedentes jurídicos sufrirían semejante cambio.
El centroizquierdismo inglés que bombardeó Yugoslavia, somete a Irlanda y ocupa Malvinas, tuvo que liberar a Pinochet por una razón harto simple: porque es un hombre del capital y de la guardia pretoriana del capital. El que ‘salvó’ a Chile, es decir a los explotadores, de una victoria de los trabajadores chilenos que luchaban por el socialismo. El que eliminó físicamente a la vanguardia revolucionaria de los explotados. Mantener preso a Pinochet por estos crímenes hubiera significado para el imperialismo cavar su propia tumba. ¿Dónde volvería a encontrar alguna vez un verdugo, siendo un régimen que no puede funcionar siquiera un solo día sin alguno de ellos? Y por último, Pinochet fue el hombre que enriqueció a los pulpos militares británicos, a los bancos y fondos de pensiones norteamericanos, y a las telefónicas y eléctricas españolas, y el hombre que colaboró para que el imperialismo conservara sus posiciones en el Atlántico sur.
“Alivio del gobierno argentino por la liberación de Pinochet”, tituló Clarín citando a Storani. Al mismo Storani que tiene la responsabilidad por la muerte de cuatro trabajadores correntinos. Es que lo que une a la Alianza y a Pinochet son los mismos intereses de clase.
El presidente electo de Chile, Lagos, se mostró indignado por la excelente salud que Pinochet demostró al bajar del avión, cuando todo el mundo sabe que fueron él y su gobierno de concertación socialista-cristiano quienes fabricaron con Londres y Madrid la mentira de la enfermedad del criminal para justificar su liberación. Con ésta, los chilenos no sólo deberán convivir con un criminal sino por sobre todo con un presidente que es maestro del cinismo.
La recepción militar a Pinochet demostró quién manda realmente en Chile, algo que los demócratas de allá y de acá se empeñaron en disimular -o sea, encubrir durante veinte años. La liberación de Pinochet denuncia la bancarrota ideológica y moral de la democracia burguesa y de sus chupa-medias izquierdistas y cristianos.