Por qué “Occidente” prefiere al Islam

La catástrofe del imperialismo norteamericano en Irak ha sobrepasado sus fronteras. La primera crisis política desatada por el pantano iraquí acaba de estallar en Turquía, con el veto del alto mando militar a la designación del canciller como candidato a presidente. En Turquía, el presidente es elegido en el parlamento, donde el partido islámico tiene mayoría.


El ejército ha retornado al centro de la escena política turca. El enfrentamiento con el primer ministro no tiene que ver con la cuestión del laicismo versus el islamismo, sino con la disyuntiva de bombardear las bases del PKK (el grupo que encabeza la resistencia nacional kurda en Turquía) en el norte de Irak. Para impedir que surja una zona kurda autónoma en el norte de Irak, los militares turcos estarían dispuestos a invadir ese país. Existen enormes reservas petroleras en los alrededores de Kirkuk, con capacidad de ofrecer una base económica a los reclamos independentistas del Kurdistán turco.


Los norteamericanos han advertido en privado a los militares turcos que no ataquen Irak, donde podrían sufrir “una derrota estratégica similar a la que sufrió Israel en la guerra contra el Líbano” en agosto pasado (Financial Times, 29/4).


Lee Hamilton, que encabezó con James Baker la comisión bipartidaria de estudio sobre Irak, advirtió que “Turquía no va a tolerar al PKK”. Los militares turcos también pasaron sus facturas y les recordaron a los norteamericanos que “Estados Unidos invadió Irak ignorando las advertencias de Turquía y con ello abrió la caja de Pandora de los problemas étnicos”. Un diputado afín advirtió que “ningún gobierno puede tolerar (los ataques a través de las fronteras)”; “no podemos esperar más”, agregó otro diputado. Como se ve, la papa caliente son los kurdos, no el laicismo.


La crisis es abierta. Un vocero civil de los militares, el diputado Elekdag, señaló: “Hemos llegado a la conclusión de que por el bien de la causa kurda, Estados Unidos está dispuesto a arriesgar su alianza con Turquía” (ídem).


La crisis de la ocupación norteamericana se ha transformado en una crisis internacional.


El alto mando vetó la candidatura del canciller alegando su pertenencia a un partido islámico. Pero las potencias europeas cuentan con él para impedir que el nacionalismo militar desate una catástrofe bélica internacional. La UE no puede aceptar a Turquía como una potencia con intereses propios y particulares en Medio Oriente, debe subordinar su política en Medio Oriente a los intereses petroleros de Europa. Por eso, la Unión Europea está del lado del gobierno, contra los militares, al igual que gran parte del ‘establishment’ norteamericano.


El adelantamiento de las elecciones para conformar un nuevo parlamento llevará a una victoria de los islámicos. Pero no cerrará la crisis.