Internacionales
15/1/2020
Por una conferencia latinoamericana de la izquierda y de los movimientos de trabajadores combativos
Declaración de Luta Pelo Socialismo de Brasil.
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A continuación, reproducimos traducida la declaración de Luta Pelo Socialismo (Lucha por el Socialismo) de Brasil. Es un importante paso hacia la realización de una conferencia latinoamericana de la izquierda y el movimiento obrero, como venimos impulsando también desde el Partido Obrero.
La versión original puede leerse aquí.
Compañeros y compañeras, el momento actual exige que la militancia revolucionaria, socialista y combativa se agrupe, unificando sus acciones de lucha para fortalecer su política frente a los desafíos impuestos por el capital internacional y por la política de colaboración de clases de la burocracia sindical en toda América Latina. Por eso nos parece necesaria, para los próximos meses, la realización de una Conferencia Latinoamericana de izquierda y de los movimientos de trabajadores combativos, llevando a consideración el análisis que pasamos a exponer:
En los últimos años, las tensiones devenidas del proyecto neocolonial, privatista, y la retirada de los derechos conquistados históricamente por la clase obrera impuesta por el imperialismo al tercer mundo, están llevando a los trabajadores a movilizarse. Innumerables gobiernos títeres, que sirven de línea de transmisión a la imposición de los intereses de la burguesía rentista, están en el poder. Como meras marionetas, no actúan en el sentido de mejorar la condición de sus respectivos países en la división internacional del trabajo o para que estos obtengan cualquier perspectiva de industrialización, disminución del desempleo y hasta de crecimiento económico. Esta es la principal característica del tercer mundo en el capitalismo imperialista: no le es permitido tener dominio político directo de sus acciones. El control económico promovido por el capital financiero coloca a la mayor parte del globo defendiendo los intereses de una casta de parásitos del llamado primer mundo.
Como toda acción genera una reacción, están ocurriendo muchísimas manifestaciones contra el proyecto neoliberal. En Argelia, al norte de África, fue realizada una elección presidencial el último 12 de diciembre. El conflicto sucedió después de un año repleto de inestabilidad política en el país. En febrero de 2019 el presidente de Argelia, Abdelaziz Boutelika, anunció que se iba a candidatear por quinta vez consecutiva para la presidencia, habiendo gobernado el país de forma ininterrumpida desde 1999. Esto hizo que sea el jefe de Estado en gobernar Argelia por más tiempo en la historia reciente. Sin embargo, el pueblo y las Fuerzas Armadas no aceptaron la posibilidad de que Bouteflika continúe en el poder y realizaron una gran presión para conseguir su renuncia. El 2 de abril de 2019, debido al ultimátum dado por el alto mando del Ejército, el entonces presidente renunció y Argelia se encuentra en un gobierno interino desde ese momento.
Durante los meses que siguieron, el grupo Hirak organizó protestas semanales contra Bouteflika y el gobierno interino. Este grupo entiende que las elecciones en Argelia son una farsa, apenas una continuidad del gobierno anterior. Esto sucede porque en el conflicto actual los cinco candidatos a la presidencia son antiguos miembros del gobierno de Bouteflika, lo que hizo que los grupos opositores de izquierda -principalmente el medio sindical argelino- los llamasen “hijos del sistema”, acusando que las elecciones son una farsa para mantener el antiguo gobierno en el poder. Hubo protestas por todo el país llamando al pueblo a que no fuese a votar. Varios puntos electorales fueron cerrados, otros permanecieron vacíos todo el día y el 40% de la población que eligió votar fue abucheado por los manifestantes. La policía reprimió las manifestaciones con gases lacrimógenos y balas de goma. Las movilizaciones, sin embargo, continúan.
América Latina
En América Latina la tentativa es imponer los intereses estadounidenses. En la última década, innumerables gobiernos lacayos fueron electos: Mauricio Macri en Argentina; Jair Bolsonaro en Brasil; Ivan Duque en Colombia; Martín Vizcarra en Perú; Sebastián Piñera en Chile; Mario Abdo Benítez en Paraguay; sin hablar de la junta cívico-militar que controla Bolivia desde el golpe contra Evo Morales, que también viene actuando en este sentido.
En Perú hay un choque directo entre la extrema derecha autoritaria y la derecha llamada liberal que está en el poder. Para intentar gobernar, Martín Vizcarra utilizó una maniobra parlamentaria y cerró el congreso, convocando una nueva elección parlamentaria. En Ecuador el pueblo salió a las calles contra las traiciones cometidas por el gobierno de Lenin Moreno. Incluso habiendo sido elegido con base en la política de centro-izquierda de su antecesor, Rafael Correa, Moreno llevó a cabo un proyecto de privatizaciones y reformas neoliberales en el país. La gota que rebalsó el vaso fue el aumento del 100% en el precio de la gasolina. El pueblo sitió Quito, haciendo que la capital fuese transferida a Guayaquil. Moreno reculó y revocó el aumento del combustible.
En Colombia también hubo movilizaciones. El 22 de noviembre pasado, millones de personas salieron a las calles de la principal ciudad del país a protestar contra el gobierno fascista de Ivan Duque. En Paraguay, una directa intervención del corrupto Poder Judicial brasileño está siendo llevada a cabo. La operación “Lava Jato”, en un claro intercambio de favores con el actual presidente paraguayo aliado de Bolsonaro, Abdo Benítez, pretende extraditar al ex-presidente Horacio Cartes para prestar declaraciones a la operación Patrón. Cartes viene causando dificultades en el gobierno de Benítez y Bolsonaro tiene la intención de ayudar a su socio.
En Chile las políticas neoliberales de “tierra arrasada” tampoco pasaron de alto al crecimiento de la movilización y repudio popular. En las protestas que se arrastran desde el 17 de octubre del 2019 la gente sale diariamente a las calles contra el gobierno de Sebastián Piñera. Vale recordar que Chile fue el principal laboratorio del neoliberalismo en América Latina durante la dictadura de Augusto Pinochet, entre 1973 y 1990. Desde entonces, ya no hay sistema de salud, educativo ni previsional públicos.
El aumento en el precio del pasaje del subte anunciado por el gobierno fue la gota que colmó el vaso y generó las manifestaciones. Con Piñera ya habiendo derogado la ley que aumentaba el pasaje las protestas continúan, demostrando que la insatisfacción popular no era únicamente contra esa medida, sino contra la propia lógica neoliberal. La represión está siendo terrible. Desde el 19 de octubre, el gobierno declaró estado de sitio y colocó al Ejército en las calles para reprimir a la población. El saldo hasta el momento es de 18 personas muertas. Aun así el pueblo no abandona las calles, demostrando la capacidad y voluntad de la movilización popular contra las políticas neoliberales.
En Argentina las últimas elecciones, realizadas el 27 de octubre del 2019, evidenciaron el desgaste político del proyecto neoliberal llevado adelante por el expresidente Mauricio Macri. Dada la deuda contraída con el FMI, la inflación acumulada hasta septiembre estaba en un 30% y la expectativa es de una caída del 3% del PBI en este año. La crisis llevó a la elección de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. A pesar del discurso progresista, el nuevo gobierno ya promete un plan “sustentable” para pagar la deuda con el FMI. O sea, ni plantea la posibilidad de no pagar la deuda pública.
En Uruguay el Frente Amplio, coalición de centro-izquierda que estuvo en el poder desde 2004, se preparó para las elecciones contra la derecha con movilizaciones en la calle, haciendo del proceso electoral una lucha para rehacer su base política. La diferencia en la votación de los candidatos Daniel Martínez del Frente Amplio de izquierda y Lacalle Pou de centro-derecha fue mínima, obligando a que hubiese recuento de votos. La victoria de Lacalle Pou fue bancada con votos de militares de las Fuerzas Armadas, dando muestras de que la política de la derecha es realmente determinada por el capital internacional a toda América Latina.
Las manifestaciones demuestran la disposición a la lucha del pueblo latinoamericano. Ahora queda superar la crisis de dirección, situación ya denunciada por León Trotsky en 1939, cuando las direcciones burocratizadas traban las luchas de la clase trabajadora.
Situación en Brasil
En Brasil Jair Bolsonaro viene ejecutando una política servil a los intereses del capital financiero internacional, pasando por las mismas premisas que los otros gobiernos de América Latina. En ese sentido, el último 11 de noviembre la Reforma Laboral aprobada bajo el golpista Michel Temer, que modificó en más de 100 ítems la Consolidación de las Leyes de Trabajo (CLT), cumplió dos años de su entrada en vigencia. El mismo día, el presidente de extrema derecha instituyó, por medio de la Medida Provisoria nº905, el “Contrato de Trabalho Verde e Amerelo” que revoca otros 86 ítems de la CTL. Juntas, las medidas representan el retroceso y los ataques contra los derechos de los trabajadores, la superexplotación sin precedentes del pueblo trabajador.
En un cinismo típico de la clase dominante, las reformas fueron (y siguen siendo) presentadas bajo el pretexto de “sacar” al país de la recesión y promover una generación de nuevos puestos de trabajo. Nada más mentiroso. Los “nuevos” empleos no fueron generados, el mercado de trabajo continúa en clara decadencia y el “crecimiento” que se ve es en base a la informalidad y precarización de las condiciones de trabajo.
Una de las grandes promesas de la Reforma Laboral era la creación de entre dos a seis millones de puestos de trabajo en 2018 y 2019, algo que nunca sucedió. Según el diario Folha de Sao Paulo, “de acuerdo con los números más recientes de la “Pesquisa Nacional por Amostra de Domicilio (Pnad) el desempleo en Brasil continúa en un nivel elevado, afectando a 13,4 millones de personas. La tasa de desempleo se ubica en un 12,7%. Además de eso, el número de trabajadores en blanco disminuyó cerca de 500 mil en los últimos dos años. También la informalidad y el número de personas que desistieron de buscar empleo subió”.
Una de las maniobras para precarizar las relaciones de trabajo fue la creación del trabajo intermitente, modalidad en que el trabajador no posee jornada laboral u horarios fijos y cobra por las horas trabajadas. Tal práctica reduce sustancialmente el salario del trabajador, que pasa a trabajar por demanda, además de tener que complementar su contribución al INSS –órgano similar al Anses en Argentina- (a menos que gane menos que un sueldo mínimo al mes) y no tener derecho a los mismos beneficios que los trabajadores en blanco.
Entre las cuestiones más importantes de la Reforma está la regulación para las negociaciones. Anteriormente, las Convenciones y Acuerdos Colectivos de Trabajo solo podrían establecer condiciones diferentes de la legislación en caso de que estas modificaciones ofrecieran a los trabajadores beneficios superiores al de la ley. Hoy estos convenios pueden prevalecer sobre las leyes, dejando a los trabajadores como rehenes de las negociaciones directas con los patrones; el llamado “negociado sobre lo legislado”.
Como puede verse, los ataques forman parte de un engranaje muy bien estructurado. Cada medida refuerza y contribuye para ampliar la explotación de la clase obrera, mientras intenta salvaguardar la tasa de lucro de los grandes empresarios. Esta es una acción directa de la burguesía, mundialmente utilizada en períodos de crisis del sistema capitalista mundial.
Cabe a la clase trabajadora organizar su acción directa, fortalecer sus sindicatos y fomentar la lucha por sus derechos en las calles, con huelgas y ocupaciones de los lugares de trabajo. Es necesario exigir que los capitalistas paguen por la crisis que ellos mismos generaron.
Combatir el reformismo y luchar por la independencia de clase
La ola de ataques de los gobiernos derechistas o nacionalistas burgueses contra las masas está basada en la contención del movimiento obrero, siendo este representado por integrantes de los más variados sectores de las burocracias sindicales que, estratégicamente, buscan la integración al Estado y están subordinadas al nacionalismo burgués o al populismo, o sea a la política de “conciliación de clases”. Estas burocracias bloquean o contienen las movilizaciones reales, sean estas específicas, municipales, provinciales o generales de los trabajadores en defensa de sus derechos. Ellos subordinan las luchas de las diversas categorías de trabajadores a las alianzas con los frentes burgueses opositores que levantan solo de palabra la bandera de lucha contra la corrupción y por la democracia ante del avance de la derecha. Las direcciones de la CGT en Argentina; de la UT, Conlutas y de las demás centrales sindicales en Brasil; del PIT-CNT en Uruguay; de la CUT chilena, etc., dividen y desorganizan la resistencia de los trabajadores. Mujeres, estudiantes y demás sectores explotados enfrentan ataques derechistas. Pero la clase trabajadora, maniatada por sus burocracias, todavía no tiene una presencia que pueda ser decisiva en la arena de la lucha política y de clases. En la medida en que la clase obrera no irrumpe en el escenario, las burguesías no dudan en desencadenar sus ataques contra las condiciones de vida de las masas.
El poder de la clase trabajadora aparece apenas en términos potenciales. Es por eso que llamamos para organizar activamente un paro general por tiempo indeterminado en Brasil, contra las políticas de quita de derechos del gobierno de Bolsonaro, que debe ser convocada por todas las centrales sindicales. El paro general por tiempo indeterminado es necesario para crear condiciones para que la clase obrera ponga en práctica un plan, con un calendario de luchas unificado, que amplíe y fortalezca la movilización no solamente del movimiento sindical, sino también de los movimientos estudiantiles y populares, de la ciudad y del campo, cuya acción directa se sostenga hasta la caída de la reaccionaria Reforma Previsional, con el rescate el poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores y la garantía de las empresas estatales y públicas al servicio de la población brasileña. Solo así será posible abrir efectivamente la perspectiva de expulsión de Bolsonaro (y sus secuaces) como representante general de los planes antiobreros. En esta línea, proponemos luchar por la realización de un Congreso nacional de los trabajadores y las trabajadoras de todas las centrales sindicales y sindicatos de Brasil, para organizar la continuación de la lucha y elaborar una solución obrera contra la crisis. De esta manera queda explícita la batalla que tendremos que librar por una nueva dirección para el movimiento de los trabajadores, que rechace la continuidad de las variantes de colaboración de clases y defienda la independencia política de los trabajadores.
En Argentina el colapso de la economía plantea, también, la necesidad de luchar por la convocatoria de un Congreso de Bases de las centrales obreras y de los sindicatos, como un medio para que el movimiento de los trabajadores rompa sus ataduras con el gobierno y los partidos patronales, y encare un plan de lucha para derrotar los ataques a la clase trabajadora y abrir la perspectiva de la lucha por un gobierno de trabajadores, superando la burocracia sindical.
Actuamos para colocar en la línea de frente de la lucha contra el imperialismo y la derecha una alternativa obrera y de independencia política, socialista, de los trabajadores. En este sentido, convocamos al Frente Único de los Trabajadores y de la izquierda revolucionaria para enfrentar la derecha en todos los campos, las alternativas burguesas y la crisis capitalista en desarrollo. Es necesario formar alternativas independientes para los trabajadores. Los frentes de “conciliación de clases” proponen la lucha contra la derecha y la ofensiva imperialista, reduciéndola al nivel institucional y parlamentario. Apelamos a luchar en todos los campos, pero creemos en que solamente la acción directa del proletariado y su unidad revolucionaria con las masas explotadas pueden efectivamente derrotar estos planes reaccionarios. Es necesaria la preparación de huelgas y movilizaciones, luchar por huelgas activas, por huelgas políticas de masas, a las que el nacionalismo burgués les da la espalda abiertamente porque su preocupación principal es evitar el levantamiento independiente de los trabajadores.
Nosotros, revolucionarios, tenemos que intervenir en todos los campos para ayudar a separar las masas trabajadoras de la influencia de los partidos burgueses. Los procesos electorales en curso no van a resolver la crisis estructural del capitalismo en estos países, pero son esenciales si son comprendidos como un terreno de lucha de los revolucionarios para alertar a las masas sobre las alianzas patronales y los ataques que están preparando para inmediatamente después de la conclusión de las elecciones, y para llamar a organizarse independientemente de los verdugos de los ajustes capitalistas.
La creación de Partidos Revolucionarios de Trabajadores, cuya estrategia sea luchar por los gobiernos de los trabajadores y las trabajadoras del campo y de la ciudad es central. Se trata de la creación de partidos militantes, no de fórmulas electorales. Para esta tarea histórica, convocamos a los y las trabajadoras y la izquierda que se reivindica revolucionaria de toda América Latina para la construcción de una Conferencia combativa, que cree unidad en la lucha de los sectores combativos de la izquierda latinoamericana. Luchamos, al mismo tiempo, por la refundación de una Internacional de los Trabajadores, revolucionaria, que concretice el lema de Marx: “Trabajadores del mundo, únanse”. Porque el arma más importante que la clase trabajadora tiene es su organización independiente.