Prostitución de menores, tráfico y venta en masa, turismo sexual, pornografía infantil, pedofilia (abuso sexual de niños)

El terrible caso de las dos niñas belgas que fueron víctimas “de un eventual tráfico de menores” (Le Nouvel Observateur, 22/8) ha puesto al desnudo “la nueva esclavitud” o la “forma última del trabajo forzado” (Le Monde, 29/8).


Se trata de una ‘industria’ que “reporta cada año miles de millones de dólares mediante el tráfico de menores” (ídem, 28/8). Según  UNICEF, afecta a “más de 2 millones de chicos en el mundo entero que sufren de abusos sexuales, incluyendo prácticas de prostitución y pornografía” (Time, 2/9).


Los países más destacados en este ‘boom’ son los ‘tigres asiáticos’. En Filipinas son más de 650 mil niños, en China más de 200 mil, en Tailandia 200 mil, en la India entre 300 y 400 mil. Estados Unidos es el tercer país en importancia por su gravedad, con 300 mil casos. Los países de Europa del Este son últimamente los que han tenido el mayor desarrollo en este terreno.


En América latina, siempre según UNICEF, sólo en “Brasil cien mil niños viven y trabajan en la calle: cada uno de ellos está destinado antes o después a ponerse en contacto con el mundo de la prostitución. En Bogotá se calcula que de 5 a 7 mil jovencitas menores de edad trabajan en el mercado de la prostitución, mientras que en todo el país la explotación sexual de los menores aumentó en un 500% en los últimos 7 años” (El Cronista, 28/8). Argentina no es la excepción; la prostitución aquí ahora está en el promedio de los “14 años” (Clarín, 25/8).


El impresionante desarrollo de la explotación sexual de los menores delata a las mafias que explotan el submundo de la pedofilia y que se han desarrollado de la mano de las grandes corporaciones imperialistas que dominan los negocios de la aeronáutica comercial y el turismo. Las ONG (organizaciones no gubernamentales) que han participado del Congreso de Estocolmo han denunciado esos ‘tours’ como una de las principales fuentes del desarrollo de la pedofilia, y que a pesar de la acción que emprenden para boicotearlos “las compañías aéreas continúan prestando esos servicios” (Time, 2/9).


Estas mismas ONG “culpan a las tropas norteamericanas de haber sido las primeras —en Filipinas, por ejemplo— en habituar a las mafias locales a esta inesperada fuente de ingresos” (La Nación, 25/8). Se verificaría así lo mismo que sucedió con el consumo del LSD, el Pentágono sería el introductor de las prácticas pedofílicas a través de sus gendarmes (quienes por cientos de miles se encuentran estacionados en todos los rincones de la Tierra).


Las acciones contra la pedofilia como práctica de la explotación en masa de la niñez, que se pretende practicar desde instituciones como la ONU-UNICEF, están condenadas al fracaso. Así lo denunciaron las ONG sobre el final del Congreso de Estocolmo, destacando la “vaguedad” e “inoperancia” de los planes de acción proclamados (ídem). El capitalismo es incapaz de controlar el ‘mercado’ y la avidez de beneficios, en ninguna de sus formas, en momentos en que las oportunidades lucrativas ‘normales’ se achican como consecuencia de la sobreproducción estructural. Al igual que en el caso de la droga, dirige la represión de la pedofilia contra los niños y los adolescentes, no contra los responsables de fondo del ‘negocio’.


La lacra de la pedofilia va acompañada de la explosión imparable del SIDA entre sus víctimas (ver nota). La pedofilia en masa está haciendo su agosto en sociedades tan empobrecidas que no hay antídoto contra la explosión del virus. Como explica el infectólogo Pedro Khan, la ausencia de efectividad de las campañas anti-SIDA en el Tercer Mundo, donde se concentran hoy en día el 90% de los casos, tiene que ver “también con la falta de deseo de defender una vida que no vale la pena de ser vivida” (Brecha, 23/8).


La explotación sexual de los menores es sólo un aspecto de la degradación humana del capitalismo. La explotación laboral de niños en el presente supera holgadamente a cualquier otro período histórico: “especialistas del gobierno de los EE.UU. calculan que en el año 2000, unos 400 millones de niños y adolescentes trabajarán a la fuerza en todo el mundo. La explotación laboral afecta ya a unos 200 millones de menores, según las denuncias de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)” (ídem, 17/5). Un Tribunal Internacional contra el Trabajo Infantil, reunido en marzo pasado en México, demostró el impresionante crecimiento de la explotación del trabajo infantil en todo el mundo, su carácter de instrumento para la guerra comercial entre las diversas naciones y la vacuidad de todas las convenciones mundiales en defensa de los Derechos del Niño.


La conclusión es muy clara. Hay que acabar con el capitalismo.