Provocación contra Cuba

Más de una sorpresa deben haber suscitado las provocaciones del gobierno español contra Cuba, cuando España es la que más ha aprovechado la apertura de la Isla a la inversión extranjera. Los ‘buenos oficios’ de la ‘madre patria’  con el gobierno castrista datan de la época de Franco y tuvieron en uno de los principales políticos pos-franquistas, Fraga Iribarne, a su principal abogado. Pero el que se acuesta con chicos…


La ‘sorpresa’ se desvanece, sin embargo, cuando se sabe que los ‘gusanos’ de Miami, dirigidos por Mas Canosa, financiaron con grandes sumas la campaña electoral que llevó a la victoria al Partido Popular, de José María Aznar. El ala derecha del PP, informa Le Monde (17/11), “se encuentra en el origen del lanzamiento de una fundación hispano-cubana, en Madrid, con el apoyo del más cuestionado, pero también del más poderoso de los exiliados cubanos que viven en Miami, el empresario Jorge Mas Canosa, presidente de la fundación cubano-americana, el más intransigente de los movimientos anti-castristas”.  Precisamente porque España es el principal socio comercial de Cuba, los ‘gusanos’ penetraron financieramente a la derecha española, para valerse de la palanca que representa la influencia de los inversores españoles en Cuba. El capitalismo, como bien se puede ver, tiene una cara de repuesto.


Menem también está palanqueado por Mas Canosa y también se ha destacado por impulsar los negocios con Cuba (ver Prensa Obrera nº 519), pero Aznar ha preferido ir más lejos, alentado por la ofensiva de los Estados Unidos contra la Unión Europea. El gobierno español se encuentra buscando una asociación privilegiada con el imperialismo yanqui, para actuar como su cuña dentro de la Europa unificada. Esto explica la provocación del designado embajador en Cuba, que ofreció la residencia de la embajada a la oposición, y el planteo de Aznar de que las ayudas humanitarias a Cuba, debido a las catástrofes climáticas que ha sufrido, se canalicen por medio de organizaciones no gubernamentales.


La reacción de la burguesía española con inversiones en Cuba, y la de la burguesía europea, no se hizo esperar. “La comunidad de empresarios en Cuba reaccionó con indignación… Un importante hombre de negocios descalificó la política de Aznar”; de producirse “una restricción de los intercambios con Cuba, España sería la primera perdedora”, advirtió Le Monde (17/11).  Europa ratificó su oposición al bloqueo norteamericano y voceros de Clinton aseguraron que Estados Unidos postergaría por otros seis meses la entrada en vigencia de la ley Helms-Burton, en lo que se refiere a procesar a quienes negocien con propiedad confiscada en Cuba.


Malgrado la virulencia que adoptó la reacción del gobierno de Cuba contra la interferencia española, la vicecanciller cubana, Isabel Allende, “sugirió que un factor que ha molestado a Cuba es la naturaleza pública de las declaraciones españolas. ‘La diplomacia no se hace públicamente, la diplomacia tiene sus reglas de juego’, afirmó” (Río Negro, 27/11). En síntesis, el gobierno cubano está dispuesto a considerar las exigencias imperialistas, pero ‘sotto voce’. Lo demostró Fidel Castro con sus concesiones político-principistas al Vaticano.