Internacionales
11/3/2004|841
¿Pueden los obreros bolivianos ganar sin imponer su dictadura?
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Bolivia
La reciente insurrección boliviana viene muy bien al caso. El imperialismo se jugó a la represión del ejército. Los trabajadores y campesinos profundizaron su movilización, ganaron cada vez a más sectores explotados, levantaron nuevas ciudades. A medida que corrían los días, los explotados del Altiplano iban tomando una conciencia más acabada de la situación, mejoraban sus métodos de lucha y formaban organizaciones de doble poder -las Juntas Vecinales de El Alto.
Después de semanas de lucha, el cerco sobre La Paz y sobre las sedes gubernamentales crecía y se hacía indestructible; la represión había fracasado. Se había creado una situación revolucionaria por excelencia. Hasta acá, podemos decir, los explotados habían hechos las cosas muy bien, si se tiene en cuenta de dónde partían.
Una vez que La Paz estaba sitiada, que la rebelión había incorporado a amplias masas de los explotados y que la represión no daba ningún resultado se presentaba la necesidad de dar un paso más. Y es acá donde vinieron los problemas.
Los obreros y campesinos bolivianos tenían el dilema y el desafío de tomar el poder. Tenían que aprovechar las contradicciones que se habían concentrado en un solo momento histórico para empezar ellos mismos a llevar a cabo, desde el gobierno, el programa que habían enarbolado.
Tomar el poder significaba -y significa- no sólo voltear un gobierno capitalista, a tal o cual presidente, sino desplazar al conjunto de la clase social explotadora del manejo del Estado y de los principales recursos de la nación. Tomar el poder significa que éste pasa a manos de otra clase social.
La movilización de los obreros bolivianos, al igual que en la revolución de 1952, se ha enfrentado al problema de los problemas: el del poder.
Dictadura del proletariado
“Ahora es cuando”, la frase tan maravillosa que popularizó a la Bolivia insurrecta, significa precisamente esto.
Lenin, en octubre del ‘17, también se entendió al “ahora es cuando”. El que siga las cartas enviadas desde la clandestinidad al ejecutivo bolchevique, que se negaba a tomar el poder, podrá constatar esto. Lenin entendía que había que aprovechar la oportunidad, ese momento justo para evitar que sigan los Kerensky y los Mesa, y que pueda volver la reacción derechista. Lenin insistía denodadamente para que no se dejara pasar el tiempo, porque entendía que las situaciones revolucionarias no duran indefinidamente.
Es sabido que la LCR y el SU citan los ‘errores’ de Lenin para justificar su abandono de la dictadura proletaria. Pero, acaso, los obreros bolivianos ¿no deberían cometer el mismo ‘error’ de Lenin? Si hubieran tomado el poder y lo defendieran contra la reacción, habrían desarmado al ejército y a todas las fuerzas de seguridad, habrían destruido el Estado, que históricamente los oprimió, y en su lugar habrían creado su propio Estado, posiblemente basado en los organismos de doble poder creados al calor de la insurrección. Habrían llamado a los demás pueblos de América Latina a luchar por una unidad socialista para resolver temas como la salida al Pacífico y la explotación del gas sobre otras bases históricas. Es decir que, para ganar, los obreros bolivianos deberían establecer su propia dictadura proletaria e incluso luchar para extenderla al continente.
Evo Morales y la LCR
Pero, como sabemos, esto no sucedió hasta ahora. Ahora gobierna el burgués y proimperialista Mesa. Continúa en Bolivia la dictadura de la burguesía. Pero, ¿por qué no se tomó el poder?
El factor más importante son las direcciones más reconocidas por los trabajadores y campesinos que se negaron y, no sólo eso, apoyaron la “solución constitucional”. Entre ellas se destaca el MAS de Evo Morales. El dirigente cocalero defendió la continuidad constitucional y la democracia (burguesa); su planteo más osado fue el de una Asamblea Constituyente, que debía desenvolverse dentro de los marcos del actual régimen social, pero incluso ha abandonado ahora este reclamo. Estos planteos responden a la democracia aunque … sin límites.
Como puede verse, el debate sobre el carácter del gobierno obrero y campesino tiene toda la actualidad. Si la LCR-SU hubiera tenido una posición dirigente en Bolivia habría actuado de forma similar a Evo Morales.
Aclaración final
A nosotros tampoco nos gusta la palabra dictadura ni la propia dictadura como tal. Pero el problema no ése, sino de tomar a la sociedad tal cual es y luchar por transformarla.
La dictadura del proletariado es la consecuencia de una sociedad donde todavía no han desaparecido las clases sociales, como tampoco la lucha por la existencia individual. Sólo cuando estos dos factores sean superados (revolución permanente) vamos a poder decir que la sociedad puede prescindir del Estado, o lo que es lo mismo, de la dictadura de una clase social.
Somos conscientes de los riesgos que representa la existencia del Estado y de la dictadura, incluso de la proletaria. Pero este riesgo emana no de la dictadura proletaria en sí misma, sino de las condiciones que la hacen necesaria y que sólo se superarán con la victoria de la revolución en una escala internacional.