Internacionales

27/11/2016

Qué hay detrás de los ataques de Trump contra Fidel Castro


El presidente electo Donald Trump celebró en Twitter la muerte del líder cubano (“¡Fidel Castro ha muerto!”) y lo calificó en una declaración como  “un dictador brutal que oprimió a su propio pueblo durante casi seis décadas”. El magnate racista se había reunido en los últimos días de campaña con veteranos de la invasión de Playa Girón.


El diario madrileño El País interpretó las declaraciones de Trump como un “giro radical” en las relaciones con Cuba con respecto a la administración de Obama y consideró que “el deshielo se acaba de hacer añicos” (26/11).


Pero se trata de una interpretación apresurada.


En primer lugar, sobrestima el alcance del reacercamiento cubano-norteamericano acaecido a fines de 2014. Desde aquel momento, apenas se ha producido una flexibilización en el envío de remesas y el restablecimiento parcial de los vuelos comerciales directos que ha beneficiado a compañías como American Airlines, la operatoria de los hoteles Starwood y el servicio de reserva de viviendas Airbnb, y la liberación de exportaciones de ron y tabaco al país norteamericano.


 


“El comercio con Estados Unidos sigue siendo ínfimo a pesar de algunos pocos acuerdos” (1/11), resume la agencia anticastrista Martí. Otros acuerdos, como la radicación de una fábrica para la producción de tractores en la zona de Mariel, se han frustrado.


 


Obama, por otra parte, no avanzó en el levantamiento del bloqueo, usando como coartada el hecho de que es un asunto que debe decidir el Congreso, que tiene mayoría republicana.


 


En segundo lugar, no puede asegurarse que Trump quiera dar un marcha atrás en las negociaciones. Su posición en la campaña electoral combinó un apoyo inicial al restablecimiento de relaciones con  algunas diatribas posteriores contra el gobierno cubano, que buscaron seducir a la comunidad anticastrista de Florida.


Como empresario inmobiliario, Trump buscó burlar el embargo en los '90 para desarrollar negocios hoteleros en la isla.


Los intereses empresarios que empujan por un desarrollo de las negociaciones son importantes y -además- echar por la borda los acuerdos implicaría ceder terreno a potencias rivales y otros países que se vienen afincando en el país.


Empresas mexicanas y constructoras brasileñas se han instalado en la zona franca de Mariel. Canadá tiene presencia en varios sectores. Italia participó de la última feria de inversiones con más de cien empresas. Las potencias europeas tienen un fuerte desarrollo en la hotelería.


En la reciente feria internacional de inversiones La Habana, la presidenta del comité Estados Unidos-Cuba dentro de la Cámara de Comercio estadounidense, Jodi Hanson, enfatizó que “seguimos defendiendo que el proceso es irreversible sea presidene Clinton o Trump” (Euronews, 4/11).


Trump no cuestiona a Obama el restablecimiento de relaciones con Cuba pero exige mayor dureza aún en los vínculos bilaterales. Ha integrado a su equipo a Mauricio Clever-Carone, miembro de una fundación que reclama una “transición incondicional de Cuba a la democracia y al libre mercado” (El País, 26/11).


Durante un evento de campaña en Miami, Trump dijo: “Todas las concesiones que Barack Obama ha otorgado al régimen de Castro fueron por orden ejecutiva, lo que significa que el próximo presidente puede revertirlas, y es lo que haré a menos que el régimen de Castro satisfaga nuestras demandas” (New York Times, 16/11). La libertad política que reclaman es el taparrabos de un operativo de recolonización sin atenuantes que incluya la más amplia libertad en la explotación de los trabajadores.


El bloqueo económico constituye una potente herramienta extorsiva en las negociaciones, ya desde el gobierno de Obama, para lograr un rendimiento total de Cuba a los condicionamientos del capital imperialista.


La burocracia que domina el Estado cubano, con intereses propios diferenciados de la masa de la población, refuerza la opresión popular y contribuye al desarrollo de las tendencias capitalistas.


El problema que tendrá Trump para llevar adelante una política más agresiva hacia Cuba es que el corazón de la crisis capitalista se encuentra en los propios Estados Unidos y que cualquier ofensiva deberá vencer la resistencia de las masas cubanas.


Reclamamos el levantamiento incondicional del bloqueo y la más plena libertad de organización sindical y política para la clase obrera.


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