Internacionales
18/12/2003|830
Qué piensa la izquierda del PT
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La tendencia “Articulación de Izquierda”, del PT de Brasil, reunió a fines de setiembre pasado su VI° Conferencia, la cual produjo una Resolución titulada “Cambiar de rumbo”, que es francamente sorprendente.
En uno de sus párrafos dice que “la necesaria lucha contra las posiciones de la actual mayoría del PT, que hegemoniza el gobierno, no puede servir de excusa para políticas de izquierda que actuarían como si el gobierno de Lula fuera un gobierno de la burguesía”. Los firmantes de este concepto agregan que “el gobierno de Lula es nuestro gobierno – es un gobierno del Partido de los Trabajadores, un gobierno que ayudamos a elegir…”
Es muy raro encontrar en la literatura política el argumento de que un gobierno no es capitalista debido a que es nuestro. La caracterización debe ser objetiva: un gobierno de banqueros (que presiden el Banco Central), de industriales (ministro de Industria), de latifundistas (ministro de Agricultura), que funciona como administración de un Estado burgués y protege, por lo tanto, las relaciones sociales capitalistas dominantes, es un gobierno capitalista aunque “sea nuestro”. ¿Qué sería en este caso una política de izquierda contradictoria con el carácter capitalista del gobierno? Pues una política que reivindique la expulsión de los banqueros, industriales y latifundistas del gobierno, y que este gobierno proceda a satisfacer las reivindicaciones de los obreros y de los campesinos a costa de los grandes capitalistas, tanto nacionales como extranjeros. El gobierno que encabeza Lula satisface, en cambio, las reivindicaciones de los capitalistas (acuerdos con el FMI) a costa de los obreros y campesinos (privatización de las jubilaciones, desocupación, caída del salario real). No hacer “una política de izquierda que parta de que el gobierno es capitalista” significaría hacer “una política capitalista fantaseando que este gobierno es de izquierda”. Lo demuestra el hecho de que los “articuladores de izquierda” votan las leyes capitalistas del PT y no sufren las expulsiones de quienes se han negado a hacerlo.
La declaración repite lo que es ya un “clásico” de la izquierda democratizante, “que el enemigo es el gran capital, el imperialismo y la derecha”. Por supuesto que sí, pero ese enemigo está en el gobierno de Lula y determina su carácter. La llamada izquierda petista se encuentra, como puede verse, en un pantano descomunal, por eso limita su actuación a ganar candidaturas partidarias para las elecciones municipales que tendrán lugar el año que viene.
Pero otro que tampoco plantea que el PT rompa con los capitalistas es la tendencia Democracia Socialista, del Secretariado Unificado de la IV Internacional. Su mentor intelectual, Joao Machado, acaba de escribir que “el período inicial del gobierno de Lula ha puesto en cuestión (su) capacidad (para transformar) la sociedad brasileña en dirección al socialismo” (Inprecor, 9/2003). Para suponerle esta “capacidad”, el gobierno no debería tener, en primer lugar, un carácter capitalista: debería ser un gobierno independiente de los capitalistas. Para Macahdo se trata de un gobierno (¿capitalista, obrero, proimperialista, nacionalista?) en el cual “ha prevalecido una concepción que implica una relación conflictiva con la base social del PT”. De nuevo la más completa y arbitraria subjetividad. “Una concepción” podría ser modificada por otra “concepción”. Pero “una concepción que ha prevalecido” deja de ser exclusivamente una “concepción”, pasa a ser una realidad política tangible, concretamente un gobierno capitalista. Machado habla de “orientación económica neo-liberal”, no de una política proimperialista. Las “orientaciones” y las “concepciones” son los artilugios de cuarta que usa el “trotskista” para disimular la condición capitalista del gobierno. Nota: no se trata siquiera de un “gobierno obrero liberal”, como definía la Internacional Comunista a los gobiernos de trabajadores que gobernaban en defensa del capital, porque Lula es un gobierno del capital mismo. En el programa de cuatro puntos y tres incisos que propone Machado no figura para nada que el PT rompa con los capitalistas. ¿Cómo, entonces, podría llevar adelante ese o cualquier otro programa anti-capitalista?
Ni la Articulación ni Machado plantean en sus textos el rechazo a la expulsión de los legisladores sancionados del PT, ni mucho menos una campaña con este eje. Machado se atreve a denunciar “la salida precipitada de muy pequeños fragmentos del PT”, una manifiesta falsedad ya que se trata de expulsiones, incluida la senadora Heloisa Helena, que pertenece a la misma tendencia de Machado. Una verdadera canallada.
Machado es algo más que sensible a la observación de la Articulación contra toda política de izquierda que tenga como supuesto el carácter capitalista del gobierno brasileño. Por eso reivindica el programa de gobierno del PT, de junio del 2002, que es precisamente el que lo habilitó para su política actual. O sea un programa derechista para un gobierno capitalista. Machado dice que ese programa “es una elaboración muy limitada”, pero que tiene algo insuperable: “Es el punto de vista oficial del partido”.
Si esta es la izquierda del PT, ¿qué tienen que temer, sea el imperialismo, la burguesía o el PT oficial?