Qué significa el juicio abierto contra Microsoft

En los Estados Unidos ha comenzado lo que ha dado en llamarse “el juicio antitrust del siglo”: el gobierno norteamericano acusa a Microsoft, el gigante de la informática, de prácticas monopólicas para destruir a sus competidores.


Microsoft ocupa, efectivamente, una posición monopólica. Domina el 97% del mercado de los sistemas operativos de las PC (sin el cual una computadora ni siquiera puede arrancar) y el 95% de los programas más comúnmente utilizados (procesadores de texto, bases de datos, planillas de cálculo). No ha llegado a esta posición como consecuencia de una política de innovaciones pues, en todos los casos, esos programas habían sido desarrollados con anterioridad por otras empresas. Microsoft logró monopolizar los mercados de sistemas operativos, primero, y de aplicaciones, inmediatamente después, gracias a una devastadora combinación de compra de compañías, ‘robo’ de cerebros, acuerdos monopólicos con los fabricantes de computadoras y otros proveedores de servicios informáticos, sistemática manipulación de su sistema operativo para hacer incompatibles las aplicaciones de sus competidores, ‘empaquetamiento’ de productos (venta en bloque de aplicaciones) y ‘campañas de prensa’ contra sus competidores.


“El Silicon Valley (la región donde está radicada gran parte de la industria informática norteamericana), dice la revista Forbes (19/10), está sembrado de cadáveres de compañías que dominaban sus mercados antes de que Bill Gates decidiera entrar en ellos”.


Esta posición monopólica ha convertido a Microsoft en una de las empresas más rentables del planeta: sus beneficios han crecido un 40% en 1998 y su valorización bursátil cuadruplicó el crecimiento promedio de la Bolsa de Nueva York en los últimos cuatro años.


Pero, como lo hace notar un especialista, “la tasa de beneficio de Microsoft no reposa sobre competencias técnicas fuera de lo común sino sobre un mecanismo análogo a un impuesto sobre el equipamiento informático mundial. Su principio es simple: los fabricantes de computadoras, impresoras, programas, etc., tienen necesidad de bases comunes para poder hacer que sus productos funcionen en conjunto. Por otra parte, los millones de usuarios desean poder intercambiar fácilmente sus documentos” (Le Monde Diplomatique, 8/98). Sólo Microsoft puede proveer semejante ‘base común’ … a un precio de monopolio. El sistema operativo Linux, desarrollado por un estudiante finlandés, que utilizan la Nasa y la Marina norteamericana, “está disponible por la mínima suma de 50 dólares (mientras que) Windows NT, el sistema operativo de Microsoft dirigido a los usuarios de empresas, comienza cerca de los 800 dólares” (The Guardian, reproducido porPágina 12, 19/10).


Uno de los hechos más significativos es que, contra la opinión más generalizada, Microsoft se ha asegurado esa enorme tasa de beneficio frenando sistemáticamente la innovación tecnológica: “cada uno de los campos dominados por Microsoft —señalan dos especialistas— registra una rápida declinación de la innovación” (Le Monde Diplomatique, noviembre de 1997).


El juicio contra Microsoft responde a la necesidad del Estado capitalista de arbitrar entre sus distintos pulpos. Pero dada la posición que ocupa Microsoft en la economía norteamericana —y en particular en la Bolsa de Nueva York— hay quienes advierten que un resultado negativo para la empresa podría desatar una tendencia depresiva en los Estados Unidos, similar a la que provocó la sentencia anti-monopólica contra la Standard Oil en 1907. En aquel momento, como consecuencia de ese fallo judicial, el índice de la Bolsa de Nueva York comenzó una prolongada caída (no recuperó su nivel de 1906 hasta el año 1924), la economía norteamericana entró en una profunda y duradera recesión (el PBI cayó 8% en 1908 y no se recuperó hasta 1914) y se produjo una ola de quiebras bancarias. Quizás pensando en esto, Gates advirtió al gobierno norteamericano que “si se mete con Microsoft, no sabe lo que le espera”.


La batalla por Internet


Esta batalla judicial se libra para conseguir el dominio de Internet, la red que enlaza a las computadoras en todo el mundo. Internet se está convirtiendo cada vez más, y más aceleradamente, en una red comercial, para vender desde automóviles e inmuebles hasta servicios financieros y de turismo.


La avidez por este “gran supermercado cibernético” explica que los principales testigos del gobierno contra Microsoft sean los competidores de ésta en los servicios de Internet: Netscape (que vende su propio programa de ‘navegación’ de la red); Sun Microsystems (desarrolló un ‘lenguaje’ de programación con el que están hechas la gran mayoría de las ‘páginas’ de Internet); America On Line (AOL, el principal proveedor norteamericano de acceso a Internet).


Microsoft comenzó su conquista de Internet desplazando a Netscape: para ello ‘ató’ su ‘navegador’ a su propio sistema operativo y estableció acuerdos monopólicos con los proveedores de los servicios en red y los fabricantes de computadoras.


Inmediatamente después, le llegó el turno a Sun Microsystems. Los programas basados en el ‘lenguaje’ que desarrolló esta empresa —Java— tienen la peculiaridad de que puede operar en cualquier computadora y con cualquier sistema operativo. Pero precisamente porque terminaba con la exclusividad de Microsoft, Sun/Java constituía una amenaza “devaluatoria y potencialmente destructiva”, según las propias palabras de Bill Gates, para su empresa. Para acabar con Sun, Microsoft firmó un contrato para la utilización de su programa Java… que luego incumplió modificándolo para que sólo pueda funcionar con su sistema operativo.


Finalmente, Microsoft lanzó su propio servicio de acceso a la Internet y sus propias ‘páginas’ de venta de productos y servicios, compitiendo directamente con AOL. Aunque todavía se encuentra en un lejano segundo plano, la llegada de Microsoft amenaza con convertirlos en los próximos ‘cadáveres’ que pueblen el Silicon Valley.


Claro que los competidores de Microsoft no son nenes de pecho. Un conjunto de empresas —entre ellas, Netscape— intentó desarrollar una computadora que pudiera funcionar sin necesidad de sistema operativo ni de programas, los cuales simplemente serían almacenados en la red. De haber prosperado este intento, el precio de las computadoras se habría derrumbado (porque se habrían necesitado muchos menos componentes para producirlas) y, con ello, todo el imperio Microsoft, cuyos productos se habrían vuelto superfluos. El fracaso, por ahora, de esta iniciativa llevó a estas empresas a coordinar el ataque judicial contra Microsoft.


Si la empresa de Bill Gates logra dominar Internet —a través de su ‘navegador’, de los programas para diseñar sus ‘páginas’, o de su servicio de acceso y de sus ‘páginas’ de ventas— quedaría en condiciones de monopolizar el comercio que se desarrolla en la red. No sólo obtendría un beneficio de los usuarios de la red (a los que les venderá los programas necesarios para ‘navegarla’ y la conexión a ella) sino que además podría cobrar una comisión sobre todas las ventas que se realicen a través de sus ‘páginas’.


Según Forbes (19/10), sólo en 1998 se vendieron a través de Internet servicios turísticos por 10.000 millones de dólares… y “el negocio apenas está empezando”. Agréguese la venta de automóviles, inmuebles, servicios financieros, equipos de audio y un muy largo etcétera y “calcule (una comisión de) sólo el 10%… bueno, esto da una idea” (ídem). Detrás del juicio, está en juego un negocio de miles de millones.


Más aún, dominando Internet, Microsoft estaría en condiciones de establecer acuerdos monopólicos con los distintos pulpos comerciales e industriales interesados en vender a través de la red. Así, Microsoft se convertiría, no ya en un monopolio informático, sino por sobre todo, en el principal monopolio comercial del planeta. Ya no serían sólo los ‘pequeños’ pulpos informáticos sino los grandes pulpos industriales y financieros —como GM, Ford o el Citibank— los que se verían obligados a ‘ir al pie’ de Microsoft.


Esta perspectiva es la que obliga, en última instancia, al gobierno norteamericano a llevar a Microsoft a la justicia. Este hecho demuestra que Microsoft no tiene el monopolio tecnológico de la informática (es continuamente superada en innovaciones por sus rivales), y que tampoco podrá imponerse por medio de la fuerza económica ante el conjunto de rivales (en la informática y fuera de ella) de mucho mayor peso. Este enfrentamiento llevará a acuerdos que serán rotos por nuevos enfrentamientos, acentuando (y no atenuando) la presente crisis económica mundial.