Quién ganó en la huelga de Air France

Según la unánime opinión de la prensa, la huelga de los pilotos de Air France, en las vísperas del Mundial, terminó con una aplastante victoria de la empresa y del gobierno.


Ese resultado sería la consecuencia, dicen, de la ‘firmeza’ y de la ‘determinación’ del primer ministro Jospin y su ministro de Transportes, el ‘comunista’ Jean Claude Gayssot, que apoyaron contra viento y marea a la dirección de la empresa y sus planes de privatización y reducción de los salarios de los pilotos.


La burguesía festeja porque, sostiene el Financial Times (13/6), “la victoria de Lionel Jospin en la disputa de Air France podría marcar un punto de viraje en las relaciones laborales (…) el desenlace de Air France tendrá un efecto rebote (en otros conflictos) en el sector público”. En resumen, para el diario británico, Jospin habría obtenido una de esas “pequeñas victorias que anuncian los mayores cambios”.


Para la prensa capitalista, Jospin habría obtenido una victoria capaz de alterar la situación política francesa en beneficio de los explotadores, equivalente a la de Reagan, al principio de su mandato, contra la huelga de los controladores aéreos. En este sentido, el programa que deberá aplicar Jospin ya está definido: ‘reforma’ (destrucción) de la seguridad social, privatizaciones (empezando por la de la Air France), ‘reestructuración’ de la industria de la defensa y la energía (provocando miles de despidos), eliminación de los subsidios a la producción agrícola. En resumen, un programa de ‘austeridad’ contra las masas en la ‘horma’ de los acuerdos de Maastricht.


Es significativo el paralelo que establece la prensa imperialista entre la huelga de Air France y la de los controladores aéreos norteamericanos; es decir, entre Jospin y Reagan. No hay duda de que, para los imperialistas, Jospin es ‘uno de los suyos’, que ha llegado para aplicar ‘su política’ contra las masas. La burguesía tiene una caracterización mucho más certera y atinada del gobierno de Jospin que la ‘extrema izquierda’ europea, incluida la ‘trotskista’, que —pese a todas las evidencias— se niega a caracterizar al gobierno de la ‘izquierda plural’ como el gobierno del imperialismo francés.


Más quisieran …


Más que una descripción de la realidad, lo que dice la prensa patronal es un acto de presión: nada demuestra que los pilotos hayan sufrido una derrota aplastante, ni mucho menos que se haya producido un viraje en la lucha de clases en Francia.


El periódico trotskista Lutte Ouvrière (19/6), señala que “las conclusiones que los trabajadores sacan de la huelga son completamente diferentes: en los aeropuertos de Roissy, Orly y Bourget, entre el personal obrero de mantenimiento y los de los servicios aeroportuarios, se escucha decir que ‘los pilotos ganaron’(…) contrariamente a las mentiras de la mayoría de la prensa, los trabajadores vieron, escrito negro sobre blanco, que la dirección (de la empresa) reculó”.


Efectivamente, la patronal debió renunciar a aplicar una ‘doble escala salarial’ para los pilotos nuevos. También debió renunciar a imponer una rebaja salarial obligatoria, a cambio de acciones de la futura Air France privatizada. Los salarios fueron congelados por siete años pero el acuerdo prevé una renegociación salarial, cada dos años, para compensar la inflación. El cambio de ‘acciones por salario’ será voluntario. Como se ve, un desenlace que está lejos de la ‘victoria aplastante’ de que habla la prensa.


Lutte Ouvrière denuncia que el objetivo de esta “campaña de intoxicación” es “mostrar que la lucha contra la rebaja de los salarios no rinde”. Es decir, proteger al gobierno de ‘izquierda’ del ‘ejemplo contagioso’ de la lucha de los pilotos. Pero tampoco en este caso, las cosas salen como quiere la burguesía.


El desenlace de la huelga de los pilotos no ha ‘influido’ en la continuidad de la huelga de los trabajadores de los astilleros de la industria de la defensa de Toulon, que ya lleva seis semanas. Ni en la determinación de los trabajadores de la energía en impedir una ‘reestructuración’ que dejaría a miles en la calle. Ni en los ferroviarios, que anunciaron que saldrían a la lucha apenas terminara el Mundial. Ni en nuevos sectores que salen a la lucha, como los trabajadores de la Casa de la Moneda de Pessac, que paralizaron la fabricación de las nuevas ‘euro-monedas’, con una huelga contra la flexibilización, que ya lleva una semana.


La crisis social francesa es demasiado profunda como para que pueda conjurarla una ‘campaña de prensa’.