Recesión en los países desarrollados

En las últimas semanas, han comenzado a acumularse indicios de que la economía norte­americana ha sufrido una brusca “desacelera­ción”.


El Departamento de Trabajo acaba de in­formar que se han perdido 101.000 puestos de trabajo en el mes de mayo, la mayor caída mensual del nivel de empleo desde abril de 1991, que viene a sumarse a una pérdida de 7.000 empleos en abril. Este indicador, al que se considera como “uno de los más confiables para medir el nivel de actividad” (Fi­nancial Times, 3/6), contrasta fuertemente con las previsiones de las consultoras de Wall Street, que habían pronosticado un crecimien­to de hasta 150.000 puestos de trabajo. La pérdida de puestos de trabajo es especialmente fuerte en la construcción y en la industria. En la misma línea, se ha registrado una reducción de la jomada de trabajo semanal promedio (de 34,6 a 34,3 horas). La levísima caída de la tasa de desempleo (que pasó del 5,8 al 5,7%) es la consecuencia de que 900.000 trabajadores, “desalentados por las dificultades de en­contrar empleo”, abandonaron la búsqueda de trabajo (Financial Times, 7/6).


Existen otros indicadores de que la econo­mía norteamericana puede estar a las puertas de una recesión: en abril, el índice de las ventas mayoristas registró su primera caída en dos años, y el de las órdenes de compra industria­les volvió a caer por tercer mes consecutivo. El índice que refleja los principales indicadores económicos nacionales también ha vuelto a caer por tercer mes consecutivo: 0,2% en febrero, 0.5% en mano y 0,6% en abril. Según el Financial Times (3/6). Habitualmente te considera que la economía se encuentra en la recesión cuando este indicador cae tres meses consecutivos.


Pese a estos indicadores, la mayoría de los economistas norteamericanos no consideran que haya una recesión sino, apenas, una “corrección de inventarios”, es decir, una pe­queña y corta caída de la producción (pero de las ventas). El problema es que “las etapas iniciales de toda recesión parecen similares a una corrección de inventarios” (Financial Times, 7/6). Es por esto que un número significativo de economistas considera que la economía norteamericana ya se encuentra en la recesión.


Quienes sostienen este punto de vista se­ñalan que la pérdida de puestos de trabajo y la caída de las órdenes de compra industriales es la consecuencia de la drástica caída de te exportaciones norteamericanas a México las cuales están muy lejos de recuperarse y que pueden reducirse aún más. Las grandes com­pañías industriales y comerciales de México enfrentan la cesación de pagos como consecuencia de sus enormes pérdidas. Una de días. Aeroméxico, ya anunció la ”moratoria deuda.


El peligro de una cesación de pagos de México y la perspectiva de una recesión en los Estados Unidos han llevado a la sistemática caída del dólar frente a las monedas europeas y el yen. Pero la caída del dólar no ha provocado un aumento de las exportaciones norteamericanas, como consecuencia de la onda depresiva que reina en Europa y en el Japón. En Francia, “las ventas de automóviles ha caído durante tres meses sucesivos” y “los bienes de consumo sufren la debilidad de la demanda” (Le Monde, 7/6). En Alemania, “las opiniones han pasado del optimismo al pesimismo… la confianza en los negocios se ha derrumbado” y los pronósticos de crecimiento han caído del 3 al 2.5% (Financial Times, 26/5). En Gran Bretaña, “el enfriamiento de la economía norteamericana puede ser Imitado, ya que los indicadores sugieren que el crecimiento puede flaquear en el verano” (Financial Times, 8/6). En este cuadro, han comenzado a surgir temores de una ola de devaluaciones competitivas de las monedas europeas (International Herald Tri­buno, 8/6); no es de extrañar que se pronosti­que que “el crecimiento europeo se frustra­rá” en los próximos meses (ídem. 3/6). Japón, por su parte, no logra todavía superar la rece­sión; los bancos acumulan créditos incobra­bles por un valor equivalente al 10% del pbi nacional. El nivel récord que alcanzó la tasa de desempleo en el pasado mes de abrí I “reúnen a los temores de que la segunda economía del mundo esté cayendo en la recesión” (The New York Times, 31/5).


A todo esto hay que agregarle, sostienen otros especialistas, los efectos recesivos que puede tener una guerra comercial abierta entre l°s Estados Unidos y Japón. Esta guerra “evo­ca el espectro de horribles condiciones en los mercados financieros… (En primer lugar, “una caída incontrolada del dólar”)…, frustradas perspectivas de crecimiento de la economía mundial y amenazas de desocupación en todo el mundo” (International Herald Tribune, reproducido por Ambito Financiero, 11/5).


“Mientras otros países todavía están luchando por escapar de la recesión”, las cifras del “parate” norteamericano muestran que “las perspectivas del crecimiento mundial no son prometedoras” (Financial Times, 3/6). Después de la aguda recesión de fines de la década pasada y principios de la actual, el ciclo capitalista ha encontrado rápidamente su techo: la excedencia de capitales ha vuelto a saturar rápidamente los mercados.


El cuadro depresivo de la economía mundial es una nueva piedra colgada al cuello del “plan” Cavallo