Reino Unido: un “muro humano” impide la detención de migrantes

En Glasgow, Escocia.

Al grito de “son nuestros vecinos. Dejadlos ir”, cientos de personas formaron un muro humano y evitaron así la detención de dos migrantes de origen indio, en la ciudad escocesa de Glasgow. Fue el jueves 13, durante un operativo del Servicio de Inmigración, que reporta al Ministerio del Interior, y que fue acompañado por la Policía regional. Los migrantes fueron subidos a una camioneta durante la mañana, pero la multitud la rodeó durante horas, hasta que cerca de la noche aquellos fueron liberados.

Las personas que el gobierno quiso detener llevan diez años en el Reino Unido, pero no han recibido un permiso de residencia. Como parte de la acción del jueves, flamearon banderas palestinas, en rechazo a los bombardeos contra la Franja de Gaza.

Esta gran acción de solidaridad es un golpe a la política racista y expulsiva del gobierno conservador de Boris Johnson, que viene imponiendo un aumento de las redadas y quiere reforzar la legislación contra los viajantes. A fines de marzo, la ministra del interior Priti Patel presentó un proyecto para rechazar las solicitudes de asilo de los migrantes ilegales, a la vez que complica las de aquellos que pasan previamente por un “país seguro”.

Simultáneamente, el gobierno profundiza el despliegue represivo en el Canal de la Mancha, para frenar los arribos desde Calais y Dunkerque, en la costa francesa. Argumenta que se propone combatir a las redes de traficantes, pero estas no hacen más que desarrollarse, dado que se refuerza su monopolio (los viajes individuales se hacen más difíciles) y se enriquecen con el aumento del costo de los traslados. “Cuando aumentan los controles de seguridad, los traficantes se vuelven más hábiles y poderosos… Algunos incluso trabajan con la policía. Si tienes a la policía de tu lado, siempre te saldrás con la tuya”, testimonió un integrante de estas redes al diario británico The Guardian (El Diario, 13/5).

Los migrantes que habitan en centros de refugio son tratados en forma infrahumana a ambos lados de la frontera. En el campamento de Penally, Gales, viven hacinados y en habitaciones gélidas, además de padecer la hostilidad de los guardias de seguridad (Socialist Worker, 13/2). Del otro lado, en Calais, según el testimonio de uno de sus moradores, “todas las mañanas, la policía te despierta a patadas, te raja la tienda con un cuchillo y te dice que te muevas. ¿Dónde debería ir? Ni siquiera me dejan dormir en una tienda de campaña” (El Diario, ídem).

El Reino Unido reclama que los viajantes pidan asilo en el primer país del continente al que arriben, y hasta se propone instalar máquinas creadoras de olas, para devolver las barcas hacia Francia. Se repite una vieja película, en que los Estados europeos se tiran entre sí la pelota por la crisis de refugiados, de la que ellos mismos son responsables. Recordemos que la mayoría de los migrantes proceden de países africanos y asiáticos desolados por la guerra imperialista.

La primera ministro de Escocia, Nicola Sturgeon, del Partido Nacional (que volvió a ganar las recientes elecciones regionales y reclama un referéndum independentista), criticó el reciente intento de detención y la política migratoria de Johnson. Pero se trata de una gran hipocresía, porque la policía escocesa acompañó el operativo y porque ella es una defensora a ultranza de la Unión Europea, donde también se erigen vallados y se imponen trabas de todo tipo a los refugiados.

A la política de los gobiernos europeos, le oponemos el reclamo del derecho incondicional al asilo para los migrantes. Por la unión de estos y los trabajadores nativos, en una lucha común contra el capital. Abajo la guerra imperialista.