Internacionales
20/2/2014|1302
“RENZUSCONI” Y LA CRISIS ITALIANA
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En los próximos días Mateo Renzi debería asumir la jefatura del gobierno italiano luego de la renuncia de EnrIco Letta. Ambos pertenecen al Partido Democrático (PD), el agrupamiento que reunió a democristianos y stalinistas, luego del derrumbe de unos y otros en los años noventa.
Renzi copó semanas atrás la dirección del PD y forzó la salida de su colega, cuya gestión estaba colapsada. La producción nacional en Italia es hoy inferior a la de una década atrás y la finanza pública se encuentra en bancarrota, con una deuda “a la griega”. Letta no alcanzó a cumplir un año de gobierno, luego que encabezara una formación de emergencia con tránsfugas del partido de Berlusconi.
Renzi propone ahora una “reforma electoral” que aseguraría el monopolio de su partido y de la derechista Forza Italia, del condenado proxeneta Berlusconi. Una nota de la prensa italiana lo llamó “Renzusconi”, porque a sus 39 años se destaca por su irrefrenada ambición personal y su falta de escrúpulos. La caída de Letta prendió las luces de alarma sobre une renovada crisis en la Unión Europea.
Renzi seria de hecho el tercer primer ministro no electo. Napolitano acaba de recibir a Berlusconi, que ha sido expulsado del Senado, sentenciado por un tribunal por una coima de tres millones de euros y frente otro juicio por trata de mujeres. El espectáculo político italiano de la descomposición capitalista no tiene desperdicio.
Renzi pretende que su gestión se estire hasta el fin de los actuales mandatos parlamentarios en el 2018. Para el corresponsal de “Clarín”, lo más probable es que sólo dure algunos meses: “Berlusconi ya trabaja para que a Renzi le pase más o menos lo mismo que a Letta”. Ni el viejo derechista ni el joven centroizquierdista controlan a sus propios grupos parlamentarios.
Por último: Renzi promete un programa de reformas “reactivadora” – por sobre todo de precarización -, acompañado de subsidios al capital que incrementarían el déficit fiscal y la deuda pública de Italia, algo que chocaría con las exigencias de los alemanes que procuran su propia colonización sobre el quebrado capital italiano. Estas contradicciones podrían acentuarse por la pelea que suscitarían los ingresos amortiguarían por privatización masiva que prevé el flamante gobierno ‘progre’.