Resolucion de la ONU sobre Irak

Peor que antes

Más que sellar la “reconciliación” entre las grandes potencias respecto de Irak y Medio Oriente, la resolución del Consejo de Seguridad sobre el nuevo gobierno iraquí es “una unidad de fachada” (Le Monde, 11/6).


El canciller alemán, Schröeder, fue muy claro: el acuerdo en la ONU obedeció “al temor a una mayor degradación en la situación en Irak” (El País, 12/6). Por su parte, “Francia dio su apoyo en base a un diagnóstico simple: ‘Estados Unidos no controla la situación’…” (ídem). Unos y otros temen una catástrofe en Irak. El objetivo de la resolución es “frenar la implosión de Irak” (ídem). El acuerdo pretende dar una respuesta a la derrota norteamericana en Fallujah. Por eso, una de sus previsiones es que cualquier operación ofensiva deberá ser “aprobada” por el gobierno iraquí. “Si se cumple –editorializa El País (9/6)–, situaciones críticas como las de Fallujah no deberían repetirse”.


Bush hizo concesiones formales para obtener el apoyo europeo. Pero los propios europeos no se hacen muchas ilusiones: como explicó un diplomático, el nuevo gobierno iraquí es “una creación norteamericana de una punta a la otra” (Le Monde, 11/6).


En la reunión del G-8, días más tarde, Alemania, y en particular Francia, dejaron en claro sus “inmensas reservas” frente al “plan político” en Irak y frente al llamado “Proyecto del gran Medio Oriente” de Bush. Ambos se negaron a que la Otan se involucre en Irak, o a condonar la deuda externa iraquí. Esta deuda externa es el elemento de presión de Rusia, Francia y Alemania para disputar negocios a los yanquis en Irak.


Con relación al plan para Medio Oriente, las divergencias son “demasiado grandes” (Financial Times, 8/6).


Sin acuerdos sobre una ingerencia de la Otan, sobre la deuda externa de Irak, sobre el “proceso político”, sobre Palestina y sobre Medio Oriente, los enfrentamientos interimperialistas siguen en el primer plano.


El módico objetivo de “evitar la implosión” de Irak no tiene perspectivas. La salida que concibe el nuevo gobierno es reincorporar de manera inmediata a 120.000 integrantes del partido de Saddam a la administración pública y a las fuerzas armadas y de seguridad (Le Monde, 14/6). El primer ministro, Allawi, explicó que así se “repara” el “error” de haber disuelto el ejército y la policía. La reconstrucción del Estado alrededor del aparato del Baath no puede menos que inquietar a los shiítas y a los kurdos.


Los dirigentes kurdos amenazan con boicotear las elecciones previstas para el año próximo y hasta pasar a la oposición del nuevo gobierno y prohibir la entrada de sus funcionarios al Kurdistán. La razón, explican en una carta “llena de adjetivos y palabras fuertes” dirigida a Bush, es que la resolución de la ONU no garantizaba la autonomía de las zonas kurdas (Financial Times, 11/6).


La situación de conjunto está muy bien caracterizada por un editorialista del Financial Times (11/6), que dice que los “líderes mundiales” se felicitaron mutuamente, porque sus graves desacuerdos no impidieron la votación en la ONU. El precio es una resolución que no resuelve nada.