Internacionales
13/3/1997|530
Revolución en Albania
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En Albania ha comenzado una enorme insurrección popular contra el régimen derechista, totalitario y privatista encabezado por Sali Berisha.
Berisha, un ex stalinista, ha perdido el control de la mayor parte del país. Todo el sur, la región más rica del país, está en manos del pueblo en armas. Los ‘rebeldes’ han tomado, sin oposición alguna, los arsenales militares de toda la región; las armas han sido repartidas entre los trabajadores y la población empobrecida; los insurrectos cuentan con enormes cantidades de armamento moderno, incluso tanques, minas, defensas antiaéreas y misiles antitanque. El pueblo en armas ha destruido todos los símbolos del poder: los municipios, los bancos, las estaciones de policía y las mansiones de los privilegiados del régimen. La policía se ha retirado, lo mismo que los funcionarios gubernamentales. Los sospechosos de pertenecer a la odiada policía secreta han sido detenidos y fusilados.
"El ejército huye en desbandada" (Clarín, 11/3). Al menos el 50% de sus efectivos (unos 52.000 hombres, incluyendo 22.000 conscriptos) se han pasado, con sus armas, al campo de los insurrectos (Clarín, 10/3; Sunday Times; 9/3). Associated Press (10/3) informa que en determinadas localidades, "soldados disidentes abrieron las puertas de los arsenales" al pueblo. Los soldados y oficiales que no se han sumado a la insurrección, simplemente han desertado y se niegan a disparar contra el pueblo. "‘Nadie está dispuesto a disparar contra los otros albaneses. ¿Por qué si son todos inocentes? Si nos estafaron a todos’, dice un coronel" (Clarín, 10/3). La única fuerza significativa con que cuenta el régimen es la odiada policía secreta.
La débil y casi inexistente ‘oposición’ –agrupada en un ‘forum’ que abarca desde la extrema derecha hasta los stalinistas ‘reconvertidos’, bajo la dirección de estos últimos– no respalda la insurrección. Al contrario, se ha aliado al gobierno y ha declarado su disposición a conformar un gobierno de unidad con el dictador Berisha para frenarla. "El problema para Berisha es que los líderes de la oposición tienen poco o ningún control sobre la rebelión y que los insurgentes están extendiendo su dominación sobre el sur de Albania" (CNN, 9/3).
Un gobierno quebrado, las fuerzas armadas divididas y una parte de ellas en el campo de la insurrección, la oposición impotente, el pueblo en armas: en Albania ha comenzado la revolución.
De la estafa capitalista a la revolución
El motor de la rebelión popular es la quiebra de un conjunto de ‘financieras’ ligadas al gobierno, que estafó los ahorros de la enorme mayoría de la población albanesa. Durante aproximadamente tres años, estas ‘financieras’ –presentadas como la vanguardia de la restauración capitalista en Albania– captaron los ahorros de la población con la promesa de grandes intereses. Efectivamente, durante esos tres años, las ‘financieras’ pudieron pagar los intereses prometidos porque se dedicaron a proveer de petróleo y armas al régimen de Milosevic y a los serbios de Bosnia, y porque intermediaban activamente en operaciones de ‘lavado’ de narcodólares y otras operaciones ilegales. El fin de la guerra derrumbó este comercio y, con él, a las ‘financieras’ albanesas. En los bolsillos de los dueños de las ‘financieras’ desaparecieron 2.000 millones de dólares, el equivalente al PBI albanés. Este extraordinario saqueo de los ahorros de la población ha servido para enriquecer a una delgada capa de burócratas, ahora ‘reconvertidos’ en capitalistas.
A partir de enero, comenzaron enormes movilizaciones de masas en todo el país, exigiendo la devolución de los ahorros estafados. Estas ‘puebladas’ se convirtieron en insurrección a principios de marzo, cuando Berisha se hizo reelegir presidente por el parlamento … elegido, a su vez, en unos comicios unánimemente denunciados por los observadores internacionales como ultra-fraudulentos.
La insurrección popular tiene carácter explosivo y espontáneo. De acuerdo con el Financial Times (7/3), "no hay indicación de que ninguna organización política haya dirigido o planificado las protestas y los saqueos (de los arsenales militares). Los diplomáticos occidentales están aterrorizados por lo que ellos piensan es una región sin ley en la cual jóvenes trabajadores están comandando tanques robados". Teniendo en cuenta que el régimen stalinista albanés, durante años, sometió a los trabajadores a un extendido entrenamiento militar (como una forma de regimentarlos), la captura de armas y tanques por los "jóvenes trabajadores", que cita con horror el diario financiero londinense, ha creado, virtualmente, un ejército popular.
La burguesía mundial, que supone que los trabajadores son incapaces de semejantes acciones, ha comenzado a distribuir la especie de que la rebelión está "teledirigida por la mafia italiana" (Clarín, 9/3) … ‘olvidando’ que los mafiosos están en el gobierno y en las ‘financieras’ protegidas por éste. Fue precisamente a través de estas ‘financieras’ que se lavaron decenas de millones de dólares provenientes del narcotráfico, del tráfico de armas y de otros negocios sucios (Gazeta Mercantil, 17/2).
La primera reacción de Berisha frente a la insurrección popular fue la represión. Se dictó el toque de queda y la suspensión de las garantías constitucionales en todo el país, y se enviaron 30.000 soldados, apoyados con tanques, helicópteros y aviones de combate, a ‘reconquistar’ el sur. En la atmósfera incandescente de la insurrección popular, esos 30.000 hombres, con sus tanques y helicópteros, simplemente se ‘desvanecieron’: los que no se sumaron directamente a la revolución, desertaron y se fueron a sus casas.
En pocas horas, quedó en evidencia que Berisha carecía de la más elemental fuerza militar para derrotar a la revolución, que rápidamente extendía su dominación a todo el sur, hasta llegar a menos de 70 kilómetros de la capital del país.
La ‘oposición’ va al rescate de Berisha … y fracasa
Durante los primeros días, Berisha pretendió que podía derrotar militarmente a los insurrectos; por este motivo, rechazó cualquier ‘salida política’. Más aún, en una verdadera provocación, su policía secreta incendió el único diario permitido de la oposición en Tirana.
La "humillante derrota a manos de los rebeldes" (CNN, 8/3) en la importante ciudad sureña de Girokastra, donde los insurrectos capturaron a un contingente de tropas aerotransportadas (incluido el general que las comandaba) y tomaron el arsenal de la ciudad (el más importante de todo el país) revelaron el completo fracaso de la ‘opción militar’ contra la insurrección.
Bajo la presión de sus aliados europeos (Francia, Alemania y Gran Bretaña) y, por sobre todo, de los Estados Unidos, temerosos del inevitable hundimiento del régimen, Berisha fue forzado a anunciar la conformación de un ‘gobierno de unidad nacional’ con los ‘opositores’, que tendría como misión convocar a elecciones, internacionalmente supervisadas, antes de junio.
Aun a los ojos de los promotores de esta ‘salida’, es evidente que se trata apenas de ‘ganar tiempo’: The Washington Post (10/3) no duda en afirmar que "Berisha dijo que el nuevo gobierno representaría a todos los partidos pero no dijo cómo y cuándo ello ocurriría". De lo que se trata, para el imperialismo que promueve esta ‘salida política’, es de comprometer a los stalinistas ‘reconvertidos’ en la tarea de frenar la insurrección, desarmar a los ‘rebeldes’, reconstruir el ejército y, finalmente, hacerles pagar a las masas el colapso económico provocado por la quiebra de las ‘financieras’ ligadas al gobierno. En otras palabras, de salvar al régimen restauracionista y estafador que se hunde bajo los golpes de la revolución.
A pesar de todas las "ambigüedades" (ídem), "los oponentes políticos a Berisha parecen dispuestos a trabajar con él bajo el acuerdo. Los socialistas (stalinistas ‘reconvertidos’) dieron la bienvenida a este acuerdo" (CNN, 9/3). Lo mismo hicieron los derechistas de la Alianza Democrática, que actúan junto a los ‘socialistas’ en el ‘forum’ opositor.
Fracasada la ‘opción militar’ … también parece a punto de fracasar la ‘salida política’ pergeñada por el imperialismo con el concurso de la ‘oposición’. Mientras "los líderes de la oposición aceptaron esta tarde la oferta del presidente, los grupos rebeldes en el sur la denunciaron como una maniobra y continuaron reclamando la caída de Berisha" (The Washington Post, 10/3). "La toma de Berat (ciudad cercana a la mayor base aérea militar albanesa), Kucova, Corovod y Permet (con una gran guarnición militar) … a pesar de la promesa del presidente de nuevas elecciones … indica que los rebeldes del sur no se han apaciguado por el acuerdo entre Berisha y los líderes de la oposición para crear un gobierno de coalición y convocar a elecciones en junio" (Associated Press, 10/3). Al contrario, "militantes" citados por la misma agencia en las ciudades del sur confirman que "mantendremos las armas hasta que tengamos un nuevo líder en Tirana … No hay manera de que podamos confiar en Berisha".
"Nadie, concluye la información, tiene mucho control sobre los rebeldes del sur".
Ante el fracaso de la ‘salida política’, el imperialismo ha comenzado a actuar directamente para desarmar la insurrección. "El embajador de Italia en Albania –informa la corresponsal de Clarín (11/3)– logró un acuerdo con los rebeldes que ocupan la ciudad portuaria de Valona para deponer las armas … Pero Valona es sólo una parte de la sublevación albanesa y su actitud no garantiza una solución a escala nacional".
Clarificación política
En el país más pobre de Europa, el proceso de la restauración capitalista reveló su carácter parasitario, expropiador y políticamente totalitario. Al levantarse contra esta expropiación, la revolución que ha estallado en Albania va contra los ladrones capitalistas, su gobierno y hasta contra sus ‘opositores democráticos’, es decir, contra la restauración capitalista tomada en su conjunto. Va también contra la imagen ‘democrática’ que quiere vender el imperialismo mundial: los insurrectos denunciaron el descarado sostén a Berisha de los gobiernos de Francia, Alemania y Gran Bretaña, a pesar de que sus propios enviados comprobaron el fraude masivo en las elecciones parlamentarias de 1996. Por todo esto, la revolución albanesa implica una profunda clarificación política de la situación mundial.
Un hecho notable de la revolución, que pasó por completo desapercibido para la prensa argentina, es la formación de "comités" en las ciudades dominadas por los insurrectos. Estos comités, que deliberan en las plazas públicas, ejercen las funciones de gobierno y se encargan de la defensa, de la distribución de las armas entre el pueblo, de la seguridad interna (es decir, de la represión de los partidarios del régimen y de los miembros de la policía secreta) y del abastecimiento.
Estos "comités" han tomado el nombre de sus ciudades ("Comité para proteger Vlore", "Comité para proteger Saranda", etc.). La prensa norteamericana (The Washington Post, 10/3, por ejemplo) los describe como "nuevos consejos municipales", sin percibir que son mucho más que organismos meramente ‘comunales’ porque, a diferencia de éstos, ejercen efectivamente la totalidad del poder político. Las últimas informaciones indican que estaría tomando forma algún organismo que unifique y coordine a los distintos "comités" y que, por esta razón, se constituiría en un doble poder a escala nacional.
Las necesidades de la revolución hicieron surgir a estos ‘comités-gobierno’ que tomaron como base "los órganos creados por los trabajadores y las masas empobrecidas para controlar la distribución de alimentos y artículos de primera necesidad y para la autodefensa … durante los dos meses de demostraciones de masas" (LMCRI, 9/3, órgano de la corriente internacional en que actúa Workers Power de Gran Bretaña).
La información no indica el grado de democracia que impera en estos ‘comités’, ni su forma de elección o de revocación, su dirección política o los partidos que militan en ellos (The Washington Post señala que en el de Vlore se encuentran representados 17 partidos). Sin embargo, la mención de que deliberan en las plazas públicas sugiere que funcionan como verdaderas ‘asambleas populares’. La aparición –espontánea– de estos ‘comités-gobierno’, es decir, de organismos a través de los cuales las masas ejercen efectivamente el poder político –no a través de la mediación parlamentario-burocrática de la ‘democracia’ sino a través de su discusión directa, sostenida en su propio armamento, confirma la vigencia del programa revolucionario.
Albania y Rusia
Los puntos de contacto entre la situación en Albania y en Rusia son evidentes: Berisha es el Yeltsin albanés, un hombre surgido del aparato stalinista y luego ‘reciclado’ como ‘demócrata’ y ‘liberal’. Las masas rusas han sufrido, como las albanesas, el saqueo de las ‘financieras’ que robaron sus ahorros; más aún, el no pago de los salarios a millones de trabajadores recrea sistemáticamente en Rusia la situación de desesperación popular que creó el robo de los ahorros en Albania. Todos los analistas coinciden en pronosticar un "estallido popular" en Rusia como consecuencia de la cuestión salarial … en un cuadro donde la descomposición militar está mucho más avanzada que en Albania antes del estallido de la insurrección: la prensa ha relatado abundantemente las huelgas del personal de fábricas militares y de la defensa por el no pago de los salarios. Albania está revelando la dirección que pueden tomar los acontecimientos rusos.
Por todo esto, la revolución albanesa importa una enorme clarificación política de la situación mundial, que debe ser debidamente apreciada por los trabajadores.
Los Balcanes, de nuevo al rojo vivo
La revolución en Albania ha vuelto a poner al rojo vivo a todos los Balcanes, donde también los regímenes de Serbia y Bulgaria tambalean bajo la embestida de grandes movilizaciones de masas.
La caída de Berisha significaría, en primer lugar, un enorme golpe para el serbio Milosevic. Ya se ha señalado el entrelazamiento económico (y político) entre uno y otro régimen a través de las ‘financieras’. Más aún, entre Milosevic y Berisha se había establecido un virtual acuerdo en relación a los albaneses de Kosovo (territorio dominado por Serbia, pero donde el 90% de la población es de origen albanés). Le Monde Diplomatique (diciembre de 1996) afirma que "detrás del pregonado apoyo a los albaneses de Kosovo", el régimen de Berisha mostraba "un sólido desprecio" por sus reclamos de autonomía. La caída de Berisha significaría, por lo tanto, un golpe para Milosevic frente a los reclamos democráticos de los albaneses de Kosovo.
Es muy instructivo que la caída del derechista Berisha signifique una desgracia para el ya acorralado stalinista Milosevic, porque revela el contenido político común de los movimientos de masas que, con independencia de sus diferentes direcciones políticas, se levantan contra ellos. Como lo ha señalado el PO, "el contenido único y común de todas estas movilizaciones y huelgas políticas de las masas (es) el levantamiento de los explotados contra los regímenes fondomonetaristas y sus inevitables corruptelas" (En Defensa del Marxismo, n° 16, marzo de 1997).
Giro en la situación mundial
La revolución albanesa –la insurrección espontánea de las masas contra los estafadores capitalistas y su régimen ‘democratizante’– confirma (como señalamos en Prensa Obrera, n° 528, 20/2)– que la situación mundial, tomada en su conjunto, está pegando un viraje.
En Albania se han puesto en evidencia, también, algunas de las características de este giro político: la impresionante actividad de las masas, las enormes limitaciones del arbitraje imperialista y el carácter superficial y episódico de las direcciones que aparecen inicialmente a la cabeza del movimiento de las masas. Esto último es evidente si se considera que las primeras manifestaciones, que tuvieron lugar en enero, parecían encabezadas por la ‘oposición’, dirigida por los stalinistas ‘reciclados’. Bastó que las masas fueran más a fondo en su movilización para que esta ilusión quedara completamente al desnudo y los ‘opositores’ se convirtieran en el principal instrumento de salvataje del régimen moribundo.
El cumplimiento del programa más elemental que levantan las masas –la devolución total y completa de los ahorros robados– plantea la caída del gobierno y la conquista del poder por los trabajadores, para expropiar a la burocracia reconvertida en capitalista, expropiar las empresas privatizadas y desconocer la deuda externa. En Albania, una vez más, la experiencia práctica de la revolución confirma la vigencia del programa de la IVa Internacional, es decir, el programa de la dictadura del proletariado.