Rohingya, la barbarie de los refugiados en el Sudeste Asiático


La brutal opresión que padece la minoría Rohingya volvió a salir a la luz a partir de un video que se viralizó en las redes sociales y que muestra a las fuerzas de seguridad apaleando a dos aldeanos de esta etnia musulmán.


Las autoridades de Myanmar (ex Birmania), país ubicado en el Sudeste Asiático y donde la mayoría de la población es budista, detuvieron a cuatro policías involucrados en la agresión.


Pero la opresión contra esta etnia se encuentra instigada por el Estado desde hace décadas y esta política no ha variado bajo el mandato de la presidenta y premio nobel de la paz Aung San Suu Kyi. Algunos denuncian un genocidio en curso, en el marco de las acciones contrainsurgentes del Ejército contra las milicias Rohingya que resisten la opresión y la población civil.


La situación de los Rohingya es desesperante: viven en la miseria más espantosa y sus barcos se hunden en el mar cuando intentan escapar del país, al estilo de lo que ocurre en el Mediterráneo. Las mujeres padecen violaciones masivas y los pobladores el incendio de las viviendas.


Los países vecinos, en otra coincidencia con lo que ocurre en el continente europeo, se niegan a brindarle alojamiento a esta minoría. En 2015, Tailandia, Malasia e Indonesia, rechazaron los barcos superpoblados donde se encontraban en condiciones desesperantes, sin agua ni alimento. Los que logran conseguir asilo, están completamente hacinados. En Tailandia, por ejemplo, 150.000 Rohingya residen en nueve campamentos (fortify Rights).


 


La combinación de persecución y miseria que padece esta minoría ha llevado a un columnista del New York Times a alertar sobre una posible radicalización política de esta minoría y un eventual desarrollo de organizaciones islamistas (La Nación, 11/1).


Myanmar, principal opresor de los Rohingya,  es una zona de disputa entre potencias imperialistas tras el descubrimiento en el subsuelo birmano de enormes reservas energéticas. Estas potencias dan la espalda a las masacres en curso contra esta población. Son las mismas potencias que han transformado a todo el Sudeste Asiático en un paraíso de mano de obra barata y esclava.


La catástrofe capitalista tiene un carácter global.