Rusia : La “era Putin” sacudida por la bancarrota mundial

Rusia está siendo violentamente golpeada por la crisis mundial.

En poco menos de dos meses, la Bolsa de Moscú perdió el 75% de su valorización; desde comienzos de agosto se evaporaron unos 230.000 millones de dólares.

En el mismo período, el Banco Central perdió 122.000 millones de sus reservas, en un vano intento de contener la caída del rublo. En sólo tres meses, el Estado ruso perdió el 20% de las reservas.

El precio del petróleo, el principal producto de exportación, cayó a 50 dólares por barril, un tercio de su cotización en agosto.

El gobierno de Putin-Medvedev debió destinar 200.000 millones de dólares para evitar que los grandes oligarcas -los miembros de la elite gobernante que se apoderaron de las empresas privatizadas en los ’90- fueran a la quiebra bajo el peso de las deudas contraidas. Unos 50.000 millones deberán ser puestos antes de fin de año, para pagar las deudas de vencimiento inmediato.

Un ejemplo es el salvataje del magnate Oleg Deripaska, dueño del pulpo del aluminio UC Rusal. Deripaska había tomado un crédito de 4.500 millones de dólares para comprar acciones en la productora de níquel Norilsk; puso como garantía las acciones que había comprado. La caída bursátil redujo el valor de esas acciones a 2.500 millones. Los bancos le exigieron el pago de la deuda o nuevas garantías. Si el Estado ruso no hubiera concurrido a su salvataje, Deripaska se habría visto obligado a entregar sus acciones a los acreedores a fines de noviembre (Financial Times, 25/10).

La misma situación enfrentan los demás oligarcas. El endeudamiento de Deripaska “es sintomático del boom de deudas que alimentó los aparentemente insaciables apetitos de los hombres más ricos del país” (ídem).

Sin embargo, el salvataje anunciado por el gobierno sólo alcanza a la mitad de los 450.000 millones de dólares que las empresas y los bancos rusos adeudan a los bancos occidentales. Esta cifra descomunal supera la totalidad de las reservas del banco central ruso.

A cambio de los fondos que entregue, el Estado ruso recibirá acciones de las empresas beneficiadas. A diferencia de lo ocurrido en los ’90, cuando el Estado ruso en bancarrota cedió las acciones de las empresas a los oligarcas a cambio de préstamos, ahora es el Estado el que podría quedarse con las acciones de las empresas.

Pero, al mismo tiempo que extiende su control sobre las empresas, el Estado se debilita porque debe asumir sus pérdidas. Alexei Kudrin, ministro de finanzas, ya anunció que los préstamos y las reducciones impositivas en beneficio de los oligarcas pondrán en déficit a las finanzas públicas.

La caída del precio del petróleo y de las materias primas liquida la base material sobre la cual se asentó la recuperación de la economía rusa y de las finanzas públicas bajo Putin.
Ya hay quien opina que bajo el peso de la deuda externa, del derrumbe de los precios de las materias primas y de la fuga de capitales, “la era de Putin se ha terminado” (Financial Times, 31/10). Precisamente por esto, Putin impulsa una reforma constitucional que lo habilite a ser de nuevo presidente, para enfrentar las inevitables “conmociones sociales” (Clarín, 23/11).