Sandinistas al rescate


Una crisis que estuvo a punto de barrer con el gobierno del neoliberal Enrique Bolaños fue desactivada por el FSLN. El presidente nicaragüense había sido apedreado en su residencia, donde se había concentrado una multitudinaria movilización popular. Una mayoría de intendentes de todo el país —pertenecientes al Frente Sandinista y liderados por el alcalde de Managua, Dionisio Marenco- le había pedido la renuncia (Americaeconomia.com, 30/04).


 


En la semana en que Gutiérrez fue tirado por la borda, la “diplomacia latinoamericana” y naturalmente los yanquis se preocuparon por la posibilidad de que lo mismo pasara en Nicaragua. “Nicaragua sigue los pasos de Ecuador”, informaba un cable de la Agencia Nova desde Managua (28/4). De hecho, Bolaños estaba jaqueado por una paralización general. Un crecimiento imparable de las manifestaciones había comenzado a principios de mes, en protesta contra el aumento del precio del transporte y de los combustibles.


 


En las manifestaciones tuvo una presencia protagónica el movimiento estudiantil. La beligerancia de la juventud no amainó cuando la patronal de transportes y elementos parapoliciales organizaron bandas para atacar a los manifestantes. Con las protestas “in crescendo”, la policía fue desbordada y el presidente amenazó con apelar a las Fuerzas Armadas. Los levantamientos comenzaron a extenderse al resto del país.


 


Frente a este panorama, un “acuerdo”, publicitado el sábado 30 de abril, dio vuelta atrás con los aumentos del transporte a cambio de subsidios por casi dos millones de dólares a la patronal del transporte. Esos subsidios serían compartidos por la administración nacional y por la Municipalidad de la capital, que está dirigida por los sandinistas (El Universo, 30/4).


 


En este caso, el Frente dirigido por los hermanos Ortega habría salido a sostener a Bolaños (a quien le había pedido la renuncia días atrás) como un mal menor. “Lo que queremos es la estabilidad de Nicaragua”, dijo el ministro de Hacienda, luego de celebrar el acuerdo (ídem). No trascendió hasta qué punto la “diplomacia latinoamericana” de los Kirchner y Lula forzó este acuerdo de salvataje del debilitado gobierno neoliberal de Bolaños.