Internacionales
25/3/1987|174
Se extienden las huelgas y se profundiza la crisis política en Yugoslavia

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El movimiento huelguístico en Yugoslavia, prosigue. Desde el 26 de febrero, cuando estalló el movimiento, ya se realizaron 80 paros y huelgas fabriles de diversa duración e intensidad. La amplitud del movimiento es nacional, abarcando las regiones de Bosnia, Herzegovina, Croacia, Serbia y Kosovo. Es un levantamiento general de la clase obrera contra la burocracia gobernante, rompiendo el velo que pretende presentar a ésta como representante del proletariado y hasta socialista.
Las huelgas fueron una respuesta a una insólita reducción de los salarios nominales en el orden del 50 % y a un generalizado aumento de los productos y mercancías, con los que el gobierno ha querido poner fin a una inflación anual del 130 %. La burocracia estatal es de la opinión también de que la inflación es provocada por los salarios, y esto bajo el “socialismo”. En realidad, el gobierno de Yugoslavia no hace más que aplicar las exigencias del FMI, que también por esos parajes dictamina los rumbos económicos. Hay gente que dice que el PO no tiene que cargar las tintas contra los “regímenes socialistas”, porque esto le quita el “optimismo” a la clase obrera, pero no se repara en la bancarrota mortal que sufriría el trotskismo si se hiciera cómplice, aunque más no sea que con el silencio, con la política de Alfonsín aplicada en un Estado obrero.
El entrelazamiento entre la burocracia contrarrevolucionaria y el imperialismo ha llegado en Yugoslavia a tal extremo (y Yugoslavia representa una tendencia general de las burocracias, que ella ha llevado más lejos que nadie) que, según el primer ministro, Mikulic, Yugoslavia pagó 5.9 mil millones de dólares en intereses y deudas externas en 1986, ingresando a 1987 con una deuda de 19.7 mil millones de dólares. “Estamos entre los pocos que pagaron todos sus compromisos en 1986” - declaró con absurda satisfacción el ‘premier’. “Continuaremos con lo mismo, agregó, pero nuestros acreedores e instituciones bancarias internacionales deben ser más comprensivos con nuestra actual situación”. (Jornal do Brasil, 23.3.87)
¿Puede haber algo más claro que esto? Entretanto, la respuesta al movimiento obrero es la represión: “Dieciséis obreros de una fundición de Kula (región de Vojvodina) fueron despedidos por haber promovido acciones sindicales” (La Razón, 20.3.87). La burocracia de los sindicatos, completamente integrados al Estado, cumple su función recorriendo el país para atacar las movilizaciones obreras. En los Estados obreros burocratizados la consigna de la independencia sindical es una de las más importantes del actual período. La realización de esta reivindicación fundamental sería un golpe metal a la burocracia. La movilización de la clase obrera contra un régimen burocrático entrelazado con la banca internacional y el FMI no le puede quitar el optimismo a ningún obrero auténtico, pues es la prueba más concluyente del carácter revolucionario y socialista del proletariado moderno, al demostrar que no ha sido asimilado o desnaturalizado por ninguna burocracia ni por ningún estadio social intermedio entre el capitalismo y el socialismo.
La crisis económica y la movilización popular han desatado naturalmente una gran crisis política. El ministro de defensa de Yugoslavia tuvo que hacer una extraordinaria declaración política: “Como ejército revolucionario, el ejército popular de Yugoslavia no puede abstenerse en los asuntos sociales corrientes. Pero, al mismo tiempo, nunca pensó y jamás pensará (¡pero ya lo está “pensando”!) en imponerse a la sociedad en papel de árbitro”. Esto quiere decir que los militares apoyarán al gobierno en su política represiva, sin pretender por ahora una sustitución bonapartista. Después del golpe polaco de 1980, la figura de un general vuelve a figurar en la agenda de otro Estado obrero burocratizado.
Los acontecimientos yugoslavos ponen de relieve la conjunción de la crisis del imperialismo mundial y de la burocracia, y la necesidad de oponer a ambos la unidad del proletariado mundial por el gobierno de los consejos obreros.