Sharon, Arafat y el casino de Jericó

En la reciente campaña electoral israelí saltaron a la luz una serie de acusaciones contra el primer ministro sionista Ariel Sharon, por sobornos, estafas, compra de votos y corruptelas diversas. El papel más destacado lo jugaba Omri Sharon, el hijo mayor del primer ministro.


Pero Omri Sharon no sólo se dedicó a comprar votos para la interna del Likud o a encubrir esos “negocios” con muy dudosas transacciones financieras. Omri Sharon fue “el representante de las inversiones hechas por empresarios israelíes en un conjunto de negocios conjuntos con la Autoridad Palestina, entre los que se destaca el casino de Jericó, que hasta el comienzo de la Intifada era el negocio más floreciente de los Territorios (…) Asimismo, representaba a los socios israelíes de la empresa de teléfonos celulares Jawal, que es la contraparte palestina del operador israelí GSM Orange” (El País, 8/1).


Como intermediario de negocios, Omri encontró su contraparte en Mohamed Rashid, “uno de los personajes palestinos más siniestros, al que varias veces Arafat presentó como su asesor económico y financiero” (ídem). Durante años, Rashid gestionó los monopolios de la Autoridad Palestina (cemento, combustibles, tabaco y alcohol).


Mientras atendían sus “negocios”, Omri Sharon y Rashid – esta versión mesoriental de Barrionuevo y Nosiglia – , encontraron tiempo para jugar un papel político decisivo: actuaron como intermediarios directos entre Sharon y Arafat, fuera de todo control político o parlamentario de ambos bandos, incluso en los momentos más agudos de los ataques de Israel a los Territorios. Fueron ellos, informa El País, los que establecieron los acuerdos políticos que permitieron el levantamiento del sitio de la Iglesia de la Natividad en Belén y de la sede del gobierno palestino en Ramallá, a principios de mayo pasado.


Ahora, cuando se preparan nuevas “negociaciones de paz” para después de la guerra contra Irak, dice un periodista palestino, “Omri (y su socio Rashid) jugarán un papel mayor en esta historia” (Correo del Medio Oriente, 28/2).


“Negocios son negocios”.