Internacionales
27/5/2004|852
Sobre la situación boliviana
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1. A siete meses del levantamiento nacional boliviano que acabó con el gobierno Sánchez de Lozada se están reuniendo nuevamente todas las condiciones de una situación prerrevolucionaria. Aunque la huelga general convocada por la Central Obrera Boliviana (COB) se desarrolla con dificultades y tropiezos, ésta se mantiene desde hace más de 20 días. Si bien la burocracia de la mayoría de los sindicatos teme la reedición de un nuevo “octubre”, la incapacidad del gobierno Mesa para dar satisfacción a las necesidades más apremiantes de las masas conduce sistemáticamente a la apertura de nuevos “frentes” de lucha y a una crónica ‘ingobernabilidad’.
2. El tan mentado referéndum convocado para el próximo 18 de julio es un intento bonapartista por sobreponerse a esta situación. La supuesta “abrogación” de la ley minera de Sánchez de Lozada esconde el objetivo, público ya, de hacer “inviolables” los contratos vigentes de la entrega del patrimonio nacional por 30 años más y la vacuidad de la proclamada intención de “industrializar” el gas y del incremento de las regalías. El “referéndum” de Mesa y Morales en defensa de los “intereses nacionales” bate un récord mundial en materia de hipocresía y cinismo.
3. El imperialismo, los grandes pulpos esquilmadores de la última gran reserva minera del Altiplano (sus hidrocarburos) y la gran burguesía boliviana no le han dado al régimen de Mesa un margen de maniobra mayor. No sólo reclaman la perpetuación de los contratos leoninos de la década previa, sino que van por más, buscando alcanzar por diferentes vías los objetivos entreguistas. El “referéndum” de Mesa convocado para el 18 de julio y la Asamblea Constituyente prometida apuntan en este sentido. Las masas bolivianas presienten la trampa, despreciando la infame demagogia “nacionalista”.
4. El régimen de Mesa es una marioneta del imperialismo y de la diplomacia latinoamericana, con Lula y Kirchner a su cabeza, que maniobraron en las condiciones revolucionarias de octubre para sacar las papas del fuego. Ni el imperialismo ni la gran burguesía boliviana tienen condiciones propias para “estabilizar” al gobierno nacido de aquellos acontecimientos. El gobierno ha arrancado sus “apoyos” para sacar a las masas de la calle y de la virtual insurrección nacional, de la conducta pusilánime y entreguista del MAS. Son síntomas de esto la sistemática tarea divisionista y obstruccionista del MAS en el seno de las organizaciones populares y los acuerdos de Evo Morales con el gobierno, no sólo en torno al referéndum tramposo, sino incluso facilitando la aprobación parlamentaria de la inmunidad para las tropas yanquis estacionadas en el país.
5. La recurrencia de Mesa al “referéndum” y eventualmente a una Constituyente amañada son expresión de que sigue planteado en forma acuciante en Bolivia el problema del poder. Al igual que en Argentina con Kirchner, las maniobras y giros están dictados por una situación no resuelta que hace al conjunto de la dominación política del capital.
6. Para las masas trabajadoras del Altiplano está planteada la organización del boicot activo al “referéndum” trucho y la oposición a la convocatoria de una Constituyente sin poder. Al referéndum debemos oponer que se vaya Mesa y la nacionalización sin pago y el control obrero de todos los contratos y de todas las privatizadas, por un plan económico nacional bajo control de las organizaciones obreras, campesinas y populares. Por una Constituyente con poder, soberana, convocada por las organizaciones obreras y campesinas en lucha.
7. El problema más importante que enfrenta la lucha de los explotados es la ausencia de un frente único de organizaciones obreras y populares. Plantear el frente único significa una acción común, y plantea la necesidad de objetivos estratégicos. Sólo el frente único puede desarrollar un programa de reivindicaciones transitorias, que escalone las acciones de las masas.
8. Es necesario superar el “desarme político” producido en ocasión de la caída de Sánchez de Lozada. La cuestión del poder plantea la unidad política del movimiento de masas. El frente único de todas las organizaciones obreras y campesinas debe imponer el control obrero de la riqueza nacional y la expropiación de los pulpos petroleros y mineros, la expropiación de los nuevos latifundios y el reparto de la tierra entre los campesinos, y el completo monopolio estatal del comercio exterior. Sobre la base de un frente único por estas reivindicaciones se crearán las organizaciones de base, como asambleas populares y comités obreros, que reunirán, de nuevo, las capacidades de los explotados bolivianos para luchar por el poder. La lucha por el poder requiere una lucha transicional, de acumulación de fuerzas y de desarrollo de la conciencia y de la organización.