Somalia: Masacre imperialista

El bombardeo norteamericano con helicópteros, misiles y armas pesadas en el centro de Mogadiscio —que ha provocado más de ochenta muertos entre la población civil— no deja lugar a dudas que Clinton ha decidido convertir a Somalía en un “campo de exterminio”. La “misión humanitaria” ha desaparecido sin aviso y las tropas imperialistas se han lanzado a una sanguinaria campaña de represalias contra los partidarios del general Aidid y la inmensa mayoría de la población somalí.


La propia muerte de los periodistas, con las que el imperialismo ha querido esconder la enormidad de su masacre, es directa responsabilidad de los colonialistas de la ONU. Los ataques a la población desarmada y hambrienta, a los que hay que sumar centenares de vejaciones y razzias diarias, han llevado a los somalíes a la exasperación contra los “extranjeros”.


Pocas veces como hasta ahora la ONU apareció tan abierta y descarnadamente como una cueva de criminales, como una descarada fuerza de opresión colonial, hoja de parra del imperialismo norteamericano. Pocas veces ha quedado tan claro que las masacres que ensangrentan al pueblo de Somalía sirven, sin embargo, para “valorizar” a los pulpos petroleros norteamericanos, que monopolizan concesiones de explotación sobre las dos terceras partes del territorio. La brutalidad de los ataques imperialistas está dictada por el hecho de que, al parecer, “Somalía flota sobre un mar de petróleo”.


Con el de esta semana, ya son tres los ataques de envergadura de las tropas imperialistas contra la población somalí, incluyendo el salvaje ametrallamiento de una manifestación, pacífica y desarmada, que reclamaba el retiro de las tropas de la ONU. El nuevo ataque contra la población civil de Mogadiscio se produjo pocos días después del bombardeo misilístico contra Bagdad (que produjo cientos de muertos) y en el mismo momento en que el gobierno norteamericano amenaza con nuevos bombardeos contra Irak. Al mismo tiempo, el imperialismo azuza al Estado sionista a lanzar un nuevo ataque contra el sur del Líbano.


Clinton ha adoptado abiertamente una política terrorista contra los pueblos del mundo. El terrorismo de Clinton va de la mano con la agudización de la crisis política norteamericana y de su apremiante necesidad de recuperar la autoridad perdida frente a la propia burguesía yanqui. La “mano fuerte” de Clinton es un signo de una desesperación política como lo indica la amenaza a Corea del Norte con un ataque nuclear.


“Le Monde” (reproducido por Clarín, 14/7) caracteriza que “la misión está completamente empantanada”. Italia ya ha comenzado a abandonar el barco que se hunde y Kuwait y Arabia Saudita, nada menos, han ordenado a sus tropas en Somalía que no obedezcan las órdenes de los comandantes de la ONU, es decir, de los yanquis.


Es el pueblo de Somalía —en unión con los explotados de toda Africa— quien debe decidir su propio destino y no los terroristas de Washington.


 


¡Fuera el terrorista Clinton de Somalía! ¡Fuera los secuaces de la ONU! ¡Abajo la opresión colonial!