Sudán prohíbe la mutilación genital femenina

Un paso adelante del movimiento de mujeres

En un borrador de ley aprobado el pasado 22 de abril, el gobierno de Sudán hace efectiva la prohibición y penalización de la ablación genital femenina, una aberrante práctica que consiste en la mutilación del órgano sexual de las mujeres. Esto constituye un paso adelante del movimiento de mujeres, puesto que en el país africano el 86,6% de la población femenina ha padecido esta práctica entre los 15 y los 50 años (El País, 6/5).


Este avance se suma a la abolición de la Ley de Orden Público, tras la cual las mujeres sudanesas se deshicieron en diciembre del año pasado de la normativa que limitaba su comportamiento, prácticas sociales y libertades para hablar o vestirse.


Hay que tener presente, sin embargo, que se trata sólo de un avance formal. Países donde ya está prohibida la ablación genital, como Egipto, Etiopía, e Indonesia se ha seguido realizando dicha práctica.


La mutilación genital está profundamente arraigada en Sudán, y es frecuente también en otras regiones africanas, como así también en algunos países de Oriente Medio, Asia y entre migrantes de esas áreas. Todos los años, cerca de 4 millones de niñas en el mundo menores de 15 años corren el riesgo de ser víctimas de una de las expresiones más crudas del sometimiento que sufren las mujeres. Esta práctica es considerada en muchos casos parte necesaria de la crianza de las niñas y una forma de prepararlas para el matrimonio, así como para una conducta sexual “aceptable”, que asegure la virginidad antes de él y la fidelidad luego. Parte de un disciplinamiento social amplio, donde la mujer cumple un rol de sumisión total a la familia y al/los maridos, en el contexto de la super explotación y pobreza extrema que viven los países africanos.


El imperialismo hace demagogia, criticando esta realidad, mientras apoya políticamente algunos de estos regímenes, como el Egipto de al Sisi o Arabia Saudita.


Una conquista de la rebelión sudanesa


Los avances del movimiento de mujeres son el resultado de la enorme gesta de la reciente insurrección, que puso fin a la dictadura de más de 30 años de Omar al Bashir, y dentro de la cual el movimiento de mujeres ha erigido sus propias reivindicaciones, pese a tener prohibido por ley el derecho a manifestarse. El desencadenante de la rebelión en Sudán fue el aumento en el precio del pan y los combustibles. La clase obrera tuvo un activo papel por medio de huelgas y manifestaciones.


Las represalias por parte del gobierno dictatorial convirtieron en moneda corriente las violaciones, las golpizas y las detenciones para las mujeres activistas. De por sí, el precio de infringir la ley para las mujeres, sea cual sea el motivo, fue bastante alto bajo la dictadura de al Bashir. Transitar sin cubrirse el pelo o conversar con hombres que no fueran sus esposos o familiares implicaba un amplio repertorio de castigos públicos. Si las fuerzas represivas lo determinaban a su libre juicio, las mujeres que incumplieran la ley podían ser sometidas a apedreadas, golpes o hasta la ejecución inmediata.


Sin embargo, el rol de las mujeres ha sido muy importante en el curso de la rebelión. Así lo prueba el lugar destacado que ha ganado Alaa Salah, cuya imagen ha recorrido el mundo en un video donde se la puede observar con túnica blanca cantando arriba de un auto, mientras los manifestantes corean repetidamente “thawra! thawra!” (revolución). En este panorama fue que el 7 de marzo de 2019, poco antes de la destitución de al Bashir, se realizó una imponente movilización en el marco del día de la mujer sudanesa, poniendo de relieve el importantísimo lugar que desempeñan dentro del movimiento de masas. Esto motivó a una persecución brutal, que derivó en cientos de detenciones y torturas públicas, pero que sin embargo no logró detener su marcha.


La caída de al Bashir fue parte de un proceso de rebeliones que volvieron a levantar cabeza en Argelia, Irak, Irán y el Líbano, luego de la primavera árabe del 2011.


La rebelión logró expulsar del poder al dictador, pero se impuso una salida ordenada, por medio de un gobierno de transición cívico-militar, avalado por el imperialismo, donde se recicló parte de la junta militar asesina. Esto obedece, en buena medida, a las limitaciones de la dirección de las revueltas, el SPA (Asociación de Profesionales Sudaneses), que levantó una línea de “frente popular”.


Es necesario retomar el camino de la rebelión para conquistar todas las reivindicaciones pendientes y abrir el camino a un gobierno de los trabajadores.