Tabaré y Bush: Algo más que una pareja


El gobierno de Tabaré Vázquez ofrece al análisis una ventaja indudable: su proimperialismo, su sometimiento formal a los Estados Unidos, no necesita ser demostrado porque la propia administración del Frente Amplio no sólo lo admite: además, hace gala de ello. Pero, para avanzar en ese sentido, para ir más allá que Lula o Kirchner, el FA uruguayo necesita destruirse a sí mismo: las crisis y las rupturas ya golpean las puertas del señor Vázquez.


 


Primero fue el Tratado de Inversiones con los Estados Unidos. Ahora se avanza más y ya se anuncia un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Washington, que convertiría a Uruguay en un ariete norteamericano contra Brasil y Argentina.


 


Peor aún, el canciller, Reinaldo Gargano, desmintió con énfasis que tal cosa estuviese sucediendo, pero rápidamente el ministro de Industria, Jorge Lepra, habitual portavoz de Vázquez, lo desmintió a él, de modo que Gargano tiene a la vista la puerta de salida.


 


Gargano, conviene recordar, es el presidente formal del Partido Socialista, al cual pertenece Vázquez. El Movimiento de Participación Popular (MPP), de los ex tupamaros, se opone mayoritariamente al tratado con Washington, pero sus principales dirigentes, los senadores José Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro, lo respaldan con énfasis.


 


En cuanto al Partido Comunista, su mesa nacional se ha opuesto al Alca, pero la secretaria de esa organización, Marina Arismendi, ministra de Desarrollo Social, no dice ahora esta boca es mía.


 


Por su parte, Lepra no integra grupo político alguno y en Uruguay no se tenía idea de que fuese votante de la izquierda. Es amigo de Vázquez y extrae su experiencia de su condición de ex presidente de la multinacional petrolera Texaco y ejecutivo de la Cámara de Comercio Uruguayo-Norteamericana. En otras palabras: es el mejor representante de la política del Frente Amplio.