Internacionales

28/11/2024

Tembladeral político en Rumania

Tras la primera vuelta de las elecciones presidenciales

“Cruel en el cartel…”. Afiches de campaña

La victoria en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de un candidato ultraderechista que es crítico de la Unión Europea y de la Otan generó un tembladeral político en Rumania. Inadvertido por las encuestas, mesiánico, simpatizante del régimen pronazi que gobernó entre 1940-1944, el periodista Calin Georgescu se alzó con casi el 23 por ciento de los votos explotando el malestar popular ante el aumento del costo de vida (el país tiene la segunda tasa de inflación más alta de Europa) y el desgaste de la guerra en Ucrania, en la que Rumania, que comparte 650 kilómetros de frontera, es uno de los principales soportes de Kiev. “El pueblo rumano ha gritado paz” con su voto, sostuvo.

La otra candidata que ingresó al ballotage presidencial que debería disputarse el 8 de diciembre, Elena Lascobi (USR, Unión Salvemos Rumania, grupo de derecha adscrito a la Alianza Liberal europea), denunció a Georgescu como prorruso y plantea la contienda como una batalla decisiva entre el modelo actual (Rumania es miembro de la UE y de la Otan, que tiene desplegados 5 mil soldados en este territorio) y un salto hacia el desastre. Esta dinámica se viene reproduciendo en otras elecciones europeas, como Eslovaquia, donde ganó un candidato ultraderechista crítico de la guerra, y Moldavia, donde, al revés, la prooccidental Maia Sandu logró una ajustada reelección como presidenta frente a un candidato acusado como prorruso.

De todas maneras, no está claro que el establishment rumano esté dispuesto a ir a contar los votos y dilucidar la incógnita. El Tribunal Constitucional ordenó un recuento y se han radicado denuncias contra Georgescu, acusándolo de esconder sus fuentes de financiamiento electoral y de ejercer una campaña manipuladora en la red Tik Tok, donde se dio a conocer en forma masiva y pudo conquistar a la franja más joven del electorado. Es posible, por tanto, una descalificación de Georgescu, aunque algunos advierten que de ese modo podrían terminar de catapultarlo al estrellato político.

Los que salieron golpeados de las elecciones presidenciales son el Partido Social Demócrata (PSD, que quedó fuera del ballotage) y el Partido Nacional Liberal (PNL), ligado al Partido Popular Europeo, que sufre un verdadero desplome con respecto a los comicios de 2019 en que resultó reelecto Klaus Iohannis. No es casualidad: son los dos partidos que encabezan la coalición de gobierno formada (junto a un tercer partido, UDMR, el de la minoría húngara) en 2021, tras los comicios parlamentarios de 2020. A propósito, este domingo son las nuevas parlamentarias, de las que debe surgir el nuevo primer ministro.

El presidente en Rumania es el encargado de la política exterior, los servicios secretos, es el comandante en jefe de las fuerzas armadas, puede impulsar referéndums y participar de las reuniones de gabinete. De allí la preocupación del establishment ante el imprevisible Georgescu.

De cara al segundo turno, el ganador de las presidenciales recibió el apoyo de George Simion (otro ultraderechista, que obtuvo el 14 por ciento) y de Diana Sosoaca (ultraderechista cuya candidatura fue prohibida). Del lado de Lasconi, que también aspira a formar un gobierno de derecha, pero proimperialista, se van a alinear presumiblemente el PNL, el PSD y los magiares de UDMR. Es un final abierto.

Procesos como los de Rumania, Eslovaquia, Moldavia y Georgia (donde los vínculos con Rusia y Occidente fueron también la clave de la campaña) están mostrando el resquebrajamiento de los alineamientos clásicos, su puesta en discusión al calor de la crisis mundial, a lo que se suma, como añadido no menor, el malestar popular ante el deterioro de las condiciones de vida y la guerra. Lo que aún está ausente en todos estos casos es un bloque político independiente de los trabajadores y la izquierda que pueda canalizar esta situación tan disruptiva.