Terremoto mundial: entre el derrumbe de las bolsas y las protestas populares

Escribe Pablo Heller

Lunes negro en las bolsas

En apenas unas semanas, Donald Trump ha provocado un terremoto no sólo dentro de Estados Unidos sino a nivel mundial.

Tras una declaración de guerra comercial a todo el planeta, asistimos a una sacudida devastadora en los mercados que no se veía desde 1987. Hay que remontarse 37 años para ver un derrumbe similar durante tres jornadas consecutivas en Wall Street. Si bien el día martes 8 de abril, asistimos a un alza, este repunte está lejos de contrarrestar el enorme bajón accionario acumulado. No es la primera vez que asistimos a rebotes temporarios que son la antesala de nuevas caídas aún más severas. 

El temblor se ha hecho sentir en todas las bolsas, incluso las autoridades tuvieron que suspender por momentos la rueda para impedir que las caídas fueran mayores, con desmoronamientos sin precedentes como el de Hong Kong que registró un descenso en la jornada del lunes del 12%. Se han vuelto a revivir las sensaciones apocalípticas en el mercado de la crisis financiera de 2008 y del colapso con el Covid en 2019. En unos pocos días, Trump ha logrado destrozar las previsiones macroeconómicas de su propio país y a escala internacional que están pronosticando como inevitable una recesión en los próximos meses. El efecto no solo se ha sentido en la bolsa de valores sino también en los precios de las materias primas y comoditties. El temor a un parate de la economía mundial ha desplomado los precios del petróleo, de los metales y minerales y también de los granos. 

Lejos de disiparse la crisis, todo indica que se agrava. Trump amenaza con un arancel adicional del 50% si China no da marcha atrás en su decisión de aumentar los suyos en un 34%. La Unión Europea ha dicho que quiere llegar a una negociación pero que de lo contrario habrá represalias, con lo cual se ve el peligro de un espiral ascendente que podría llevar a una fractura del comercio mundial. 

Pérdidas de las 7 Magníficas 

Paradójicamente, unas de las más afectadas por este tsunami financiero son las empresas líderes estadounidenses. Las acciones de Alphabet, Amazon, Apple, Meta Platforms, Microsoft, Nvidia y Tesla, han bajado al menos un 25% desde sus máximos recientes, lo que llega en el caso de Nvidia al 40% y Tesla al 50%, que ya venían derrumbándose desde antes. Esto significa, en pocos días, una pérdida sideral de 5 billones de dólares.

Los anuncios de Trump entran en choque con el modelo de negocios de estas empresas, que se extiende a nivel global, que están altamente integradas, que producen en el exterior una parte importante de sus productos y que poseen una parte importante de su actividad y mercados fuera de Estados Unidos. 

Alphabet, la empresa matriz de Google, que obtiene la mayor parte de sus ingresos y ganancias de la publicidad digital, podría verse presionada en una desaceleración económica mundial o una recesión. Lo mismo puede decirse de Meta Platforms, propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp, que también obtiene la mayor parte de sus ingresos de la publicidad digital y se ha beneficiado de una importante inversión publicitaria en sus plataformas por parte de minoristas chinos como Temu y Shein. Nvidia ha sido la mayor beneficiaria del auge de la inversión en IA (inteligencia artificial), pero esa inversión ahora se ve comprometida debido a la guerra comercial y la desaceleración económica.

Apple es afectada también porque produce en China especialmente y también en India y Vietnam. Montar sus equipos en Estados Unidos implicaría un aumento exponencial del costo del producto. Esto se extiende a Tesla, la automotriz de vehículos eléctricos de Elon Musk que depende de unas enormes instalaciones manufactureras en China donde produce para el mundo y donde genera más del 20 por ciento de sus ingresos totales. Tesla también ha sufrido daños a su imagen de marca ante los consumidores debido a los estrechos vínculos de Musk con Trump.

Amazon tiene la dificultad de que muchos de sus productos provienen de lugares como China, que recibió aranceles de 35%. Microsoft, a su turno, que ha hecho una importante inversión en centro de datos para impulsar el desarrollo de la IA podría sufrir un encarecimiento de muchos de sus componentes que provienen de países que ahora enfrentan costos más altos. 

Los casos nombrados -por cierto emblemáticos por tratarse de las empresas más exitosas- nos hablan de la contradicción irresoluble bajo el capitalismo entre el carácter mundial de la producción, y sus bases estrechas nacionales, o sea, se expresan en forma extrema las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción imperantes. Confinar a las empresas a producir dentro de las fronteras nacionales es querer inútilmente volver hacia atrás el reloj de la historia. 

Fracaso de los aranceles 

Los aranceles nunca han sido una herramienta de política económica efectiva que pueda impulsar una economía nacional. En la década de 1930, el intento de Estados Unidos de "proteger" su base industrial con los aranceles de Smoot-Hawley solo llevó a una mayor contracción en la producción como parte de la Gran Depresión que se extendió mundialmente. La Gran Depresión de la década de 1930 no fue causada por la guerra comercial, pero los aranceles añadieron fuerza a esa contracción global, ya que se convirtió en un choque de todos contra todos y la tentativa de cada país de arreglarse por sí mismo. Entre los años 1929 y 1934, el comercio mundial cayó aproximadamente un 66% a medida que los países de todo el mundo implementaron medidas comerciales de represalia.

El aumento de aranceles ya no funcionó bajo el primer mandato de Trump -y habría que agregar que Biden sostuvo esos aranceles. En los ochos años transcurridos, Estados Unidos no solo que no logró revertir su déficit comercial, sino que este se agravó. El déficit comercial, originado en el hecho de que el país consume mucho más de lo que produce y que se suple con las importaciones, tiene como fundamento una falta de inversiones productivas en los Estados Unidos. La declinación de los niveles de rentabilidad están en la base de esta “huelga de inversiones” que ha llevado a que las utilidades hayan ido a parar al circuito especulativo o a la recompra de acciones, o se hayan desplazado al exterior, en búsqueda de oportunidades más lucrativas. La “relocalización” del capital, en el marco de la globalización y el desembarco y penetración en China y el exespacio soviético constituyó una tentativa por recomponer la tasa de beneficio usufructuando la baratura de la mano de obra y de los insumos de esos países. La otra cara de la moneda fue y es la creciente desindustrialización de Estados Unidos y su retroceso en el concierto mundial. De ser responsable del 50% del PBI mundial a pasar en la actualidad a la mitad y eso vale también en el comercio mundial, lo cual habla del declive histórico de la primera potencia capitalista. 

Los aranceles de Trump no serán una liberación sino que están llamados a intensificar las penurias. Una guerra comercial arancelaria afectaría a la economía estadounidense más que Smoot-Hawley, ya que el comercio es ahora tres veces más grande en proporción del PIB que en 1929, y fue del 15% del PIB en 2024 frente a aproximadamente el 6% en 1929. La fórmula utilizada -como lo han hecho notar los medios de comunicación– para el nuevo esquema arancelario es totalmente arbitraria, pues no está relacionada con los aranceles o trabas no arancelarias impuestas por los países a las exportaciones estadounidenses, sino con un cálculo antojadizo por el cual se establece la relación entre el déficit comercial que mantiene Estados Unidos con un país en relación a las importaciones que entran a Estados Unidos, proveniente de ese país determinado, y luego ese resultado se lo divide por dos. Esto da lugar a disparates que no tienen la menor congruencia. 

Los anuncios de la Casa Blanca plantean el escenario más temido de una combinación de recesión con inflación. Con más razón si se abre una reacción en cadena de represalias recíprocas. Los aranceles aumentarán los precios internos, afectando a los consumidores, empezando por la población trabajadora y los hogares de menores recursos. Las empresas locales deberán hacer frente a costos más elevados por un encarecimiento de insumos y medios de producción importados, mitigando cualquier beneficio que puedan tener por la reducción de la competencia extranjera. 

Malestar por arriba 

El descalabro económico que están provocando las medidas y la forma veloz en que ello está ocurriendo está provocando reacciones adversas. La corriente de adhesión en la clase capitalista que inicialmente provocó la asunción del magnate se está convirtiendo en recelo y desconfianza. Hasta los propios gurús, referentes de los círculos financieros y líderes de las 7 Magníficas empiezan a soltarle la mano y tomar distancia, como el propio Elon Musk (se avizora un divorcio en puertas con Trump), quien acaba de afirmar que “lo mejor que le podía pasar a Estados Unidos es un tratado o zona de libre comercio con la UE” (Unión Europea). El inversor Bill Ackman, convertido al trumpismo en el último año y medio, instó a Trump a pausar 90 días sus medidas arancelarias para evitar un "invierno económico nuclear autoinducido”. Le siguieron otros nombres clave, como James Demon, de JP Morgan Chase, y Larry Fink, consejero delegado de BlackRock, quienes pintaron un escenario sombrío para la economía norteamericana.

El malestar se está instalando también en las filas republicanas. Los legisladores, acosados por sus electores locales, cada vez más preocupados por la deriva de la política económica del magnate, empiezan a pedir que el Congreso vuelva a tomar las riendas de las finanzas del país frente a la embestida de la Casa Blanca. Ted Cruz, prominente senador republicano, reconocido por ser un adicto incondicional de Trump, advierte que la evolución de los acontecimientos amenaza el control del Congreso en las futuras elecciones. Un aviso son las recientes elecciones locales en Wisconsin donde el candidato oficialista como jurado del distrito perdió frente a los demócratas. La crisis mina el régimen de excepción en torno al magnate que se ha ido estructurando como un régimen de poder personal por encima del Congreso, de la justicia y en general de las instituciones republicanas, apoyado en un estado policial. El ensayo bonapartista con rasgos fascistoides se está averiando cuando todavía no han transcurrido tres meses de gobierno. 

Las tensiones llegan hasta la propia Reserva Federal. La pretensión de Trump es controlar la Fed e incluso desplazar de su cargo a su presidente, y el magnate viene presionado por una rebaja de las tasas de interés, con más razón ahora con el terremoto desatado. Las autoridades monetarias han puesto en el freezer la decisión de bajar las tasas de interés. De todos modos, más allá de las presiones de Trump, la FED se encuentra ante el dilema cada vez más espinoso entre mantener elevadas las tasas de interés para controlar la inflación o flexibilizarlas para contrarrestar una recesión que se va afirmando como perspectiva, aunque eso tenga consecuencias inflacionarias.

Importa no perder de vista que la guerra arancelaria tiene un alcance internacional. Las medidas de Trump terminan por hundir las relaciones internacionales establecidas desde la posguerra. La ofensiva yanqui no sólo es contra China, sino que afecta a sus propios aliados históricos. De la globalización hemos pasado a un escenario de choques mayores entre los Estados y las corporaciones, y por lo tanto a una intensificación inusitada de las rivalidades interimperialistas, que nutre las tendencias que se están configurando hacia una guerra mundial. La política agresiva y expansionista de EEUU está abriendo giros y realineamientos, impensados apenas tiempo atrás, como lo es el reciente acuerdo entre Japón, Corea del Sur y China, históricamente enfrentados, si hacemos una vuelta al pasado. 

Los efectos negativos de los anuncios yanquis se harán sentir también en toda la periferia. Por lo pronto, el proteccionismo pone en jaque las exportaciones de los países emergentes. Las perspectivas de una recesión están provocando una caída de los precios internacionales del petróleo y de materias primas que son los productos que comercializan muchas de ellas. El descalabro internacional estimula la salida de capitales de los países periféricos en búsqueda de un refugio más seguro para sus inversiones. En este marco, la vulnerabilidad de los países emergentes aumentó y de eso no escapa Argentina, sometida a las presiones del FMI y del capital internacional. 

Descontento por abajo

En medio de este escenario turbulento y sombrío empieza a asomar un elemento clave: la protesta popular. 

Miles de manifestantes en todos los rincones de EEUU salieron este fin de semana a las calles de Washington y otras ciudades de Estados Unidos en contra de las políticas de Donald Trump, incluyendo la persecución y deportación de migrantes y activistas propalestinos, en las protestas más masivas contra el republicano desde su vuelta a finales de enero a la Casa Blanca. Una gran pancarta que rezaba "¡QUITA TUS MANOS!" se extendía a pocas manzanas de la Casa Blanca. Los manifestantes portaban carteles en los que se podía leer "¡No es mi presidente!", "Ha llegado el fascismo", "Detengan el mal" y "Quita tus manos de nuestra Seguridad Social”. Estas marchas vienen precedidas por otras en semanas anteriores frente a los locales comerciales y sedes de Tesla, la compañía de Elon Musk, en oposición a la motosierra que viene llevando adelante el empresario en las agencias públicas, dejando un tendal de despidos. 

Las protestas también se replicaron en Europa, donde se celebraron también concentraciones en contra del magnate y sus anuncios en capitales como París, Roma, Londres y Berlín.

Los manifestantes estadounidenses señalaban que "es hora de actuar". "Han despertado a un gigante dormido, y todavía no han visto nada". La crisis por arriba se combina con tendencias a una intervención popular que se expresa aún incipientemente, cuyo desarrollo podría ser el punto de partida de un vuelco de la situación mundial e infligir un golpe político al auge de la derecha encarnado en primer lugar en la figura de Trump. Es necesario que los trabajadores sigamos con atención los acontecimientos con la vista puesta en abrir un nuevo horizonte a la lucha que tenemos planteada para enfrentar y poner fin a esta podredumbre.

Desde la ruptura del cese al fuego, Israel ya asesinó a más de 1.000 palestinos
El fin de semana, los bombardeos sobre Gaza dejaron más de 40 muertos. -
prensaobrera.com