Internacionales
29/10/2009|1106
Terremoto político en Italia
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El miércoles 7 de octubre, la Corte italiana estableció la inconstitucionalidad de una ley que le garantizaba inmunidad jurídica a Berlusconi, lo que reabriría varias causas judiciales en los que se encuentra imputado por sus extendidas corruptelas y prácticas mafiosas.
El revés judicial sufrido por Berlusconi fue el segundo en menos de una semana, porque pocos días antes otro tribunal había condenado a una de sus empresas (Fininvest), a resarcir a un grupo empresario rival en más de mil millones de dólares por un soborno en la compra de una compañía que disputaban. Los fallos judiciales adversos ponen en la picota al grupo empresarial de Berlusconi, uno de los principales puntales de su carrera política. Ahora, las dificultades financieras que enfrenta lo obligarían a vender su club de fútbol, el Milan.
“Vender el Milan podría ser visto como el principio del fin” de su trayectoria política (Financial Times, 9/10).
Como la mejor respuesta es un buen ataque, Berlusconi prendió el ventilador y denunció que es perseguido por una “corte de izquierda”, y a pegarle al presidente de la República, Giorgio Napolitano, por no haber intervenido en su favor a pesar de que había aprobado la ley ahora declarada inconstitucional. Hace pocos días, el periódico de Berlusconi dio un paso más y propuso que el presidente debe ser elegido por voto directo (actualmente es votado por el Congreso, de manera indirecta, por un plazo de siete años), en lo que fue considerado más un ataque a Napolitano que una propuesta viable. Dos de los principales aliados de Berlusconi, el ministro de Economía Giulio Tremonti y el presidente del Congreso y referente de un posible reagrupamiento derechista, Gianfranco Fini, tuvieron que salir a despegarse del premier y criticar su ataque a las “instituciones” del Estado. Umberto Bossi, de la ultraderechista Liga Norte, pasó de hacerse el guapo y amenazar con movilizaciones callejeras en apoyo a Berlusconi, a resaltar que lo importante ahora es “gobernar” y garantizar la estabilidad.
La oposición, nocaut
Lo más interesante de la crisis política, de todas formas, es la actitud de la oposición de centroizquierda. Los principales líderes del Partido Democrático salieron a plantear que el premier debe permanecer en su puesto y que no debe hablarse de elecciones anticipadas. Desde su derrota electoral en 2008, el centroizquierda italiano está completamente quebrado y considera que una salida anticipada de Berlusconi podría fracturarlo definitivamente. Es la expresión, por lo tanto, de la impasse de todo un régimen político ante la decadencia de un Berlusconi cuyo mandato concluye recién en 2013. “No hay rastro de una oposición en condiciones de postularse para conducir el país”, dice el editorialista de cabecera del principal diario del país, y “da la impresión de que las claves de la estabilidad siguen en manos de Berlusconi y de sus aliados” (Corriere della Sera, 8/10).
Cuando sólo ha pasado un año y medio de su triunfo electoral, el gobierno de Berlusconi se desmorona sin que se haya podido constituir un recambio político, con un país acosado por sus quebrantos en medio de una crisis capitalista internacional. Italia registra un retroceso económico confirmado desde hace un año y medio, con caídas que suman el 6,3%. “Hay economistas que sugieren que la inestabilidad podría llevar a la fuga de capitales” (Financial Times, 5/10).
Un hombre de la coalición derechista de Berlusconi, el mencionado Fini, viene haciendo profesión de fe “democrática” y coquetea con los líderes del centroizquierda para armar lo que por ahora no es más que una eventual salida de emergencia. Luca di Montezemolo, presidente de la Fiat, mostró su simpatía por el intento, pero se apresuró a aclarar que Berlusconi debe completar su mandato (La Nación, 8/11).