Responsable del asesinato del Che Guevara

Treinta años de traiciones del Partido Comunista a la Revolución Cubana

En los últimos cinco años, el partido comunista ha hecho todo los posible (y aún lo imposible) para aparecer como el campeón sin rivales de la revolución cubana y como el heredero político, nada menos, que del Che Guevara. La tarea fue tomada con tanto empeño que cualquier observador con un mínimo de sagacidad hubiera podido percibir la maniobra típica de los conversos tar­díos (y, por lo tanto, inconsecuentes), de ningún modo una reivindicación de revolucionarios de la primera hora.

Echegaray, y las deshilachadas huestes que aún le quedan, pretende incluso dar lecciones sobre la defensa de Cuba y de la revolución. Para semejante “maestro", la circunstancia de formar un “frente del sur” con par­tidarios de la liquidación política de la revolución cubana es un detalle que se le pasa muy naturalmente por alto. Pre­cisamente, la figura del Che y la revolu­ción cubana deben servirle para disi­mular políticas contrarrevolucionarias de este tipo. Partidario de desarrollar “un espacio" común con los defenso­res acérrimos de la “flexibilidad labo­ral" (Piccinini, Piccone, De Gennaro), su pretendida defensa de la revolución cubana es simplemente (o mejor, des­vergonzadamente) una impostura, por­que hasta un niño sabe que el objetivo de cualquier revolución socialista es abolir la explotación del hombre por el hombre y de ninguna manera incre­mentar los ritmos de trabajo y acrecen­tar la plusvalía relativa de los capitalis­tas.

¿Pero tiene títulos el partido comu­nista, en general, y Patricio Echegaray, en particular, para arrogarse la condi­ción de defensor de la revolución cuba­na y de albacea testamentario del Che? En un país donde es posible distinguir al charlatán con sólo oírle decir que es necesario “rescatar la memoria his­tórica”, ¿no sería oportuno hacer un poco de historia para refrescar la memoria a los patricios y. a los que no lo son, y por sobre todo para que la nueva generación se forme y se eduque sim­plemente en la verdad? Porque la ver­dad histórica es ésta: el partido comu­nista ha sido un enemigo histórico de la revolución cubana y su dirección ha sido una de las responsables políticas del asesinato del Che. Echegaray co­noce esto de primera mano, sin embar­go hasta el día de hoy el partido comu­nista, en su nuevo envase, no ha hecho la denuncia ni la crítica de sus posicio­nes pasadas ni de sus dirigentes, por la simple razón de que en esta cuestión, como en todas las otras referidas a su subordinación al stalinismo y a la KGB, tales denuncias y tales críticas pon­drían al desnudo el carácter histórica­mente contrarrevolucionario del partido comunista.

Avanzada contra la “evolución Cubana

La victoria de la revolución cubana tuvo como consecuencia destruir las dos principales tesis del conjunto del stalinismo mundial y del codovillismo en particular: la primera, la que se refe­ría al “tránsito pacífico” o “parlamen­tarlo” al socialismo; la segunda, la que tenía que ver con el carácter democrático-burgués, no socialista, de la revolu­ción en América Latina. La indisimulable hostilidad hacia la evolución socia­lista de la revolución cubana se puso de manifiesto, entre otros ejemplos, cuan­do la juventud universitaria del PC volcó todo su aparato para impedir que el Congreso de la FUA, de fines de 1961-, votara como presidentes honorarios de sus sesiones a la Revolución Cubana y a Fidel Castro.

El PC argentino se asignó la tarea de actuar como "avanzada" latinoa­mericana de la lucha contra el “aventurerismo castrista”. El intento de los stalinistas cubanos que respondían más directamente a Moscú (quienes no se privaban, como Aníbal Escalante, de calificar al Che como un “aventure­ro sin patria”—ver “Fidel de Cuba" de Jean Pierre Clerc) de copar el partido unificado que se estaba creando en 1961/62 y luego el acuerdo entre Ken­nedy y Kruschev, a espaldas del gobier­no cubano, en oportunidad de la crisis de los misiles, llevaron a un punto muy alto la ruptura entre los castristas y los partidos comunistas, en especial el argentino. En ese entonces, mientras Fidel denunciaba el acuerdo yanqui- ruso como una violación a la soberanía de Cuba, Victorio Codovilla aplaudía la “enérgica y flexible” posición del PCUS (ver “Tres hechos que definen la situación internacional", en Obras Es­cogidas).

Apenas un año más tarde, en 1963, Moscú ordenó al PC venezolano ia ex­pulsión de una fracción que había co­menzado la lucha guerrillera bajo la dirección de Douglas Bravo, miembro del buró político del PCV. Mientras

Castro y el Che denunciaron sistemáti­camente la “traición” del PCV a la guerrilla, el PC argentino se alineó sóli­damente con Moscú y el PC venezola­no. Los partidarios de Fidel y el Che fueron sistemáticamente expulsados del PC venezolano con el apoyo de Moscú y del partido comunista argenti­no. ¿Dónde estaba entonces “la pato­ta de Fidel y el Che Guevara” que hoy día dice comandar Echegaray?

La responsabilidad en la muerte del Che

En 1967, pocos días después del asesinato del Che en la selva boliviana, Rodolfo Ghioldi fijó la posición política fundamental del stalinismo ante la gue­rrilla del Che nada menos que en la Pravda soviética, lo que revela que actuaba a las órdenes de Moscú. Allí, bajo la atenta mirada de los censores del Kremlin, Ghioldi afirmó rotunda­mente que la política castrista “se con­funde con desviaciones maoístas, trotskistas y anarquistas” y “es per­judicial para la política soviética de acercamiento con los gobiernos de América Latina” (Ultima Hora, 27/10/ 67, citado por Guillermo Lora en “Reva­lorización del método de guerrillas’). ¿Es posible imaginar una acusación más violenta y una declaración de repu­dio más tajante contra la guerrilla del Che formulada por el aparato stalinista internacional a través de su “agente" argentino?

El PC argentino —consecuente hasta el final en su ataque a la revolu­ción cubana— se negó a participar en las Organización de Solidaridad Lati­noamericana (OLAS), formada por Castro para extender la lucha armada en América Latina.

A la luz de etas declaraciones de Ghioldi (que coincidían plenamente con las de otros connotados stalinistas, principalmente con las del chileno Luis Corvalán, también publicadas por Pravda)y con denuncias de los sobrevi­vientes de la guerrilla, está perfecta­mente claro porqué Fidel Castro de­nunció públicamente la traición de va­rios partidos comunistas al Che y la complicidad en su asesinato, una acu­sación de la que Fidel Castro no se ha retractado en un cuarto de siglo.Es evidente que Castro se refería a esos hombres —Ghildi, Corvalán— al hablar de “traición”. Cualquiera puede leer esta denuncia en el prólogo de Fidel Castro al “Diario del Che en Bolivia” imposible de conseguir en Liberarte.

La traición de los partidos comunis­tas al Che y su complicidad política y física en el asesinato ha sido abundan­temente probada por los sobrevivientes de la guerrilla boliviana y por historiado­res de las más distintas tendencias políticas (ver el diario del Inti Peredo, las declaraciones de los sobrevivientes publicadas por la prensa chilena, “La guerrilla del Che" de Regis Debray, “El Che" de Hugo Gambini, “El Che y Lati­noamérica" de Juan Maestre Alfonso, “Mi amigo el Che" de Ricardo Rojo y, so­bretodo “El diario del Che en Bolivia” y el prólogo de Fidel Castro).

Para justificar el boicot y el aisla­miento de la guerrilla del Che —dictado por la política de Moscú, tan claramente delineada por Ghioldi en Pravda— el dirigente del PC boliviano Mario Mongó le exigió al Che que se subordinara a su dirección. Cuando Guevara rechazó este ultimátum inaceptable, el PC rom­pió relaciones con la guerrilla, le negó la colaboración y el apoyo material pro­metidos, interceptó militantes que se dirigían a la selva a unirse a la guerrilla y realizó propaganda antiguerrillera entre su militancia.

La traición del stalinismo —en quien el Che había delegado funciones de apoyo logístico— agravó decisivamen­te el aislamiento de la guerrilla y facilitó su liquidación por los esbirros del impe­rialismo.

Estos son los hechos que Echega­ray conoce de sobra. Esta es la verdad que, como siempre, es revolucionaria. Los que hoy se autoproclaman “albaceas testamentarios” del Che y “de­legados personales” de Castro en Ar­gentina no han expulsado —aun póstumamente— y ni siquiera han denuncia­do los crímenes de sus mayores contra la revolución cubana y el Che. Al con­trario, no hace mucho tiempo, los “guevaristas" del partido comunista —ya renovado” y "cubanizado, con Echegaray a la cabeza, rindieron un homenaje póstumo al contrarrevolucio­nario Rodolfo Ghioldi organizando su sepelio con gran pompa y circunstan­cia.

El stalinismo ha sido un enemigo histórico de la revolución cubana, de su carácter socialista, de su extensión a América Latina. Esto no ha cambiado un ápice. Hoy sus aliados son los parti­darios de liquidar políticamente la revo­lución cubana, de la misma manera que defendieron la política que llevó al co­lapso de la revolución nicaragüense.


Frente Sandinista: Una “vanguardia heroica” pide el ingreso a la internacional socialdemócrata

Al mismo tiempo que "se ha abierto una agria disputa por el futuro del Frente Sandinista de Liberación Nacional y (que) altos dirigentes par­tidarios y periodistas se dividen en torno a las políticas editoriales del periódico prosandinista Barricada” (El Mercurio, 15/3), “la Asamblea Sandinista decidió respaldar la soli­citud de ingreso como miembro ple­no de la Internacional Socialista” (Brecha, 29/4).

El semanario montevideano Brecha informa que esta resolución fue adopta­da por 81 votos contra 10, una “muy có­moda" mayoría. La integración de los ex "partidos marxistas-leninistas”, es decir, de los aparatos stalinistas, a la pro-imperialista Internacional Socialista está a la orden del día: el semanario montevideano reseña que son 80 los partidos del ex "bloque comunista” que han pedido su ingreso a la Interna­cional Socialista. También los sindica­tos—estatizados— del ex “bloque co­munista” están entrando en masa a la CIOSL—el gran aparato de burocracia sindical europea. La central sindical rumana, incluso, tiene un puesto en el Comité Ejecutivo de la CIOSL (La Repú­blica, 26/3).

La evolución ha confirmado todas nuestras caracterizaciones y pronósti­cos acerca de esta organización pe­queño burguesa. Pero los izquierdistas argentinos no se dan por aludidos, ni siquiera cuando uno de ellos, el urugua­yo Eduardo Galeano, constata que “esos dirigentes sandinistas... que habían sido capaces de perder la vida en la guerra y en la paz no han sido capaces de perder las cosas... y se han quedado con los autos, las casas y otros bienes públicos” (Página 12, 12/4) mientras la desocupación golpea al 56% de la población.

Echegaray, mientras tanto, continúa engañando a los sufridos lectores de “Propuesta” con la cantinela de que el FSLN es "la vanguardia heroica del pueblo nicaragüense".