Internacionales
23/5/1995|448
Tres semanas de huelga petrolera
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Enmarcada por las huelgas de trabajadores estatales (ferroviarios, del transporte urbano, de la electricidad, docentes y no docentes universitarios), la huelga de los petroleros brasileños ha entrado en su tercera semana.
Con las principales plantas de refinación paralizadas y ocupadas por sus trabajadores, el movimiento no da señales de decaer. Todo lo contrario, en las últimas horas han retomado la huelga los trabajadores de la refinería de Capuava, que habían vuelto al trabajo, y se preparan asambleas en todos los buques de la flota de Petrobras para sumarse a la huelga. Se reclama el cumplimiento del acuerdo salarial de fines del año pasado y el rechazo de la enmienda constitucional de “desmonopolización petrolera” que pretende imponer la privatización de las áreas más rentables —la refinación, la distribución y el transporte.
La justicia laboral declaró ilegal la huelga, impuso una multa millonada al sindicato y hasta anuló el acuerdo salarial firmado hace apenas seis meses; la empresa despidió a más de cincuenta trabajadores y el gobierno hizo Saber que unidades militares de elite estaban preparadas para “recuperar” las refinerías. Al mismo tiempo, autorizó la importación masiva de petróleo y derivados.
A pesar de todo esto, “informaciones recogidas por los mili- tares… hablan de la disposición de la mayoría absoluta de los petroleros, mucho más sólida y extremada de lo que suponía el gobierno y de la expectativa de perturbaciones urbanas en el caso de que los derivados de petróleo se tornen muy escasos, lo que sería inevitable si perdurara el impasse” (Folha de Sao Paulo, 17/5). Esto explica que Cardozo haya anunciado que estaba dispuesto a reincorporar a los despedidos y pagar los días caídos si los petroleros volvían al trabajo. “El gobierno retrocede y acepta negociar”, caracterizó la Folha de Sao Paulo (19/5). Pero tampoco esto logró quebrar la huelga.
El conflicto forma parte del plan general del gobierno de liquidar la legislación laboral y social (comenzando por la ya anunciada privatización de la previsión social) y proceder a privatizaciones generalizadas (telecomunicaciones).
Frente a una lucha obrera de tal envergadura y tan decisiva, la dirección del PT —y Lula personalmente— se han ofrecido como “mediadores”. Los líderes de la bancada parlamentaria del
PT han formado, junto con los de las bancadas oficialistas, del PSDB y el PMDB, una comisión para “acercar” al gobierno y a los sindicatos. El declarado objetivo de esta comisión es encontrar una “salida honorable par los sindicatos”, es decir, una excusa que justifique el levantamiento de la huelga.
Los metalúrgicos del “ABCD paulista” (el cordón industrial que rodea a San Pablo) ya han anunciado que comenzarán con manifestaciones y huelgas de solidaridad con los petroleros. Está planteada la huelga general para derrotar al gobierno privatizador y entreguista.