Trump, China… y Argentina: el “amigo americano” deja a Macri pedaleando en el aire

La expectativa de una distensión en la guerra comercial entre EEUU y China, luego de la reunión que sostuvieran Ji Xi Ping y Trump en el cierre de la OMC de Buenos Aires, parece haber llegado definitivamente a su fin. A través de Twitter, Donald Trump anunció la intención de levantar los aranceles del 10 al 25% para un conjunto de importaciones de China por unos 200.000 millones de dólares anuales. Trump amenazó incluso con extender esa medida al conjunto de las compras americanas a China, hasta un total de 525.000 millones. La escalada arancelaria de Trump había comenzado hace unos diez meses, dando lugar a la consiguiente represalia china. Luego de la cumbre en Buenos Aires, Pekín llevó adelante algunos gestos de “buena voluntad”, facilitando la importación de soja y automóviles de Estados Unidos. En estos días, una misión china debía viajar a ese país para continuar las discusiones comerciales.


Pero el golpe de mano de Trump, a pesar de estas concesiones, demuestra algo que venimos señalando desde Prensa Obrera, a saber, que la escalada entre el imperialismo yanqui y china supera a la cuestión arancelaria. Detrás de la escalada de Trump está el objetivo estratégico de dominar los resortes del proceso de restauración capitalista en la potencia asiática, a expensas del propio Estado restauracionista. En la agenda de esta recolonización económica se encuentra la implantación plena de los derechos de propiedad sobre el conocimiento (patentes), y colocarle un límite a las industrias de “alta tecnología” que se han desarrollado en aquel mercado. En esta puja, la burocracia china defiende su papel de árbitro de la restauración del capital, en un escenario agravado por la desaceleración económica y una sobreinversión manifiesta.


Del lado de Trump, la presión renovada sobre China traduce el impasse de su propio programa económico, donde la inyección fabulosa de estímulos fiscales ha tenido un magro resultado en términos de relanzamiento industrial. En definitiva, este choque comercial traduce “Un impasse histórico de conjunto (…) y plantea una reorganización social y política de ambos contendientes. La consideración vale para la economía y la política mundiales en su conjunto”. (Jorge Altamira, “Un 2019 que se las trae”, EDM N° 53).


Los mercados han tomado nota del alcance general de este choque “comercial”, con una caída generalizada de las principales bolsas del mundo. El retroceso de las bolsas asiáticas en la jornada de este lunes fue el más importante del último trienio. Pero también cayeron las bolsas europeas e incluso la del que “hizo punta” en la escalada, o sea, Wall Street.


Y por casa…


El cimbronazo mundial sacudió también a la Argentina, y echó por tierra la pretensión de que la mano del “amigo americano” – FMI mediante – contribuiría a que el macrismo atraviese con vida una transición signada por su derrumbe político y económico. Pero al informar sobre el nuevo aumento del dólar, un columnista de Clarín señala que el “escenario se revierte por culpa del amigo Donald Trump”. Al cabo de la jornada de hoy, el dólar volvía a trepar a los 46 pesos. La decisión oficial de ocultar las ventas diarias de reservas internacionales – una medida que refuerza el manejo conspirativo del Banco Central– impidió saber a cuánto llegó efectivamente el remate de divisas para frenar una suba mayor.


El macrismo, en definitiva, vuelve a quedar bajo el fuego cruzado de la crisis capitalista mundial, y no sólo por la reanudación de la fuga de capitales. En estas horas, la soja cruzaba el piso de los 300 dólares, y se hundía en los valores más bajos de los últimos años, como resultado también de la guerra comercial EEUU-China. Los “amigos del mercado” y de Trump, en definitiva, soportan los rigores de la desintegración del mercado mundial, como lo revelan las guerras comerciales, el Brexit y el impasse de los propios regímenes continentales. La lucha por terminar con el régimen macrista, por medio de una acción histórica de los trabajadores, tiene como telón de fondo este escenario mundial de bancarrota del capital, que está dando lugar a una fase excepcional de luchas y manifestaciones de masas a escala mundial.