Trump pretende transformar a Gaza en un protectorado

Las claves del plan que se acaba de anunciar.

Donald Trump y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu

La propuesta de los 20 puntos anunciada por Trump para Gaza va a quedar en la historia como uno de los grandes atropellos del imperialismo. El plan implica convertir a Gaza en un protectorado administrado por una fuerza multinacional bajo la jefatura del propio presidente norteamericano y el expremier británico Tony Blair, conocido por su afinidad con Estados Unidos y responsable de haber involucrado al Reino Unido en la coalición de países que invadió Irak en 2003. Ya ni siquiera se han cuidado las apariencias pues ya no queda vestigio ni en la forma de un “Estado palestino”. Estamos frente a una fuerza de ocupación colonial.

La propuesta fue previamente negociada entre el magnate yanqui y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Las organizaciones palestinas no fueron consultadas ni formaron parte de las conversaciones; no estamos en presencia de un acuerdo sino de una imposición. El mandatario estadounidense y el israelí dejaron claro que no le ofrecían a la resistencia palestina otra alternativa más que aceptar las condiciones que ambos países pretenden consagrar. Si Hamas y demás organizaciones rechazan la propuesta, Trump declaró: "Israel contaría con todo mi apoyo para acabar con la amenaza de Hamas", dejando abierta las puertas a la continuidad de la ofensiva. Inclusive en tono amenazante Netanyahu afirmó que "si Hamas rechaza su plan, señor presidente, o si supuestamente lo acepta y luego hace todo lo posible por contrarrestarlo, Israel terminará el trabajo por sí solo. Esto se puede hacer por las buenas o por las malas, pero se hará". Se trata, por lo tanto, de un ultimátum.

La propuesta plantea convertir Gaza en una zona "libre de terrorismo y desradicalizada, sin representar una amenaza para sus vecinos”. El plan de 20 puntos contempla el desarme de Hamas y apartarla de cualquier función política o administrativa dentro del territorio. El acuerdo prevé la entrega de las armas por parte de las organizaciones palestinas, lo que equivale a una rendición y desarticulación total de la resistencia. El retiro, en cambio, de las fuerzas israelíes sería gradual; en toda la primera etapa permanecerían dentro de territorio gazatí. En los inicios, tendría lugar un intercambio de los rehenes israelíes y como contrapartida la liberación por 250 presos palestinos que están sometidos a cadena perpetua, así como 1.700 gazatíes detenidos después del 7 de octubre de 2023, incluidas todas las mujeres y niños (cifras que muestran quién es el verdadero agresor). También se establece que, por cada rehén fallecido que sea devuelto, Israel entregará “los restos de 15 gazatíes” (Infobae, 29/9).

Europa y regímenes árabes

Importa destacar que el plan ha contado con el beneplácito de las potencias europeas. El primer ministro británico, Keir Starmer y el jefe de la Unión Europea, Antonio Costa, mostraron su apoyo al plan y lo mismo ocurrió con el presidente francés Emmanuel Macron, quienes venían de “reconocer” un Estado palestino en las Naciones Unidas cuando el plan hace tabla rasa con cualquier principio de autodeterminación. El acuerdo reserva la constitución de un Estado palestino al final del proceso y, por lo tanto, a un futuro absolutamente incierto. Esto revela la demagogia y el cinismo de los líderes europeos. Las potencias del viejo continente van a pasar a tener también una injerencia en el futuro de Gaza y defender, en este marco, su margen de influencia, negocios e intereses en la región. El nuevo Papa salió también a atender el nuevo plan lo cual esclarece, si hacía falta, la orientación del sucesor de Francisco a partir de sus primeros actos.

Un lugar fundamental en este entramado corresponde a la burguesía árabe y a los países vecinos. Los gobiernos de Egipto, Jordania, Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Turquía, Indonesia y Pakistán se apresuraron a apoyar la propuesta de Trump. No olvidemos que los gobiernos árabes han actuado como cómplices del genocidio, dejando aislada y que se desangre la resistencia palestina, permitiendo que Israel invada impunemente Gaza y perpetre este genocidio. Viene al caso señalar que la propuesta les reserva un rol activo a los gobiernos árabes que pasarán a formar parte de la fuerza multinacional “de paz” encargada de velar por el orden en el régimen de transición que se pondría en marcha.

Un párrafo especial merece la Autoridad Palestina, que comunicó que "acoge con satisfacción los esfuerzos sinceros y decididos del presidente Donald J. Trump para poner fin a la guerra en Gaza y afirma su confianza en su capacidad para encontrar un camino hacia la paz". Esto habla de la sumisión de la Autoridad, comandada por Mohamed Abas, que como es sabido tiene bajo su control (formal) algunos de los territorios palestinos en Cisjordania, actuando como policía colaboracionista del régimen sionista. De todos modos, este servilismo no evitó que la Autoridad Palestina fuera excluida en el esquema de gobierno previsto para Gaza. La Autoridad Palestina no tiene ascendiente en la Franja, pero ya tampoco en Cisjordania donde está totalmente desprestigiada como consecuencia de su connivencia con el sionismo. Por otra parte, el gobierno israelí no esconde su intención de anexar Cisjordania, lo que implicaría poner fin a la gestión de la Autoridad Palestina dentro del territorio de Cisjordania que aún mantiene.

Desenlace incierto

El conflicto, no obstante, está lejos de haber concluido. El plan cuenta con la oposición por parte de los partidos de ultraderecha aliados de Netanyahu, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, y el titular de Finanzas, Bezalel Smotrich, que amenazan con retirarse del gabinete, lo cual podría precipitar la caída del primer ministro que podría terminar en la cárcel como consecuencia de los escándalos de corrupción que lo salpican en medio de un marco político cada vez más convulsivo con protestas masivas que reclaman un alto el fuego, un acuerdo con la resistencia palestina y el retorno de los rehenes israelíes.

Netanyahu tuvo que ceder a su pretensión original de anexar Gaza que es lo que piden sus aliados (con la intención de ampliar las fronteras y consagrar el “gran Israel”) y aceptar la propuesta de Trump. Detrás de plan del magnate norteamericano está el hecho de que hasta ahora, por más que se ha perpetrado un genocidio y una destrucción sin precedentes, la promesa de aplastar definitivamente a la resistencia palestina no se ha podido consumar ni siquiera rescatar a los rehenes, lo cual ha multiplicado las voces internas dentro de Israel en la búsqueda de una solución. El propio alto mando del ejército israelí plantea reservas sobre las posibilidades de una nueva ofensiva para aniquilar a Hamas quien, a pesar de los daños y bajas sufridas y el descabezamiento de su plana mayor, aún conserva una capacidad operativa y una infraestructura, en primer lugar, las intrincadas e interminables redes de túneles, parte de las cuales siguen en pie. Existe una prevención fundada que la incursión en el tejido urbano más densamente poblado concentrado en la ciudad de Gaza va a agrandar los obstáculos con los cuales se han ido tropezando las tropas israelíes estos dos años y, por supuesto, las hace más vulnerables y expuestas a emboscadas y contrataques de las fuerzas palestinas. Son muy pertinentes al respecto los comentarios del general israelí retirado Yitzhak Barak, bajo un título por cierto muy elocuente “¿Netanyahu conduce a Israel a un Vietnam?”: “El último plan para retomar la ciudad de Gaza, que Netanyahu impuso al ejército a pesar de la vigorosa oposición del Jefe del Estado Mayor, Ella Zamir, que lo describió como una trampa mortal para los soldados de las FDI y los rehenes, es un plan descabellado que dejará a Israel sin nada”, afirma este general retirado del ejército sionista (Maariv/Nueva estación, 5/9).

El alto oficial militar advierte que cuando las FDI entren en la Ciudad de Gaza todos los centros de control de Hamas se trasladarán a otras zonas fuera de la ciudad, de modo que el núcleo del poder se desplazará a otros lugares, y la presencia de las FDI en algunas zonas de la Ciudad de Gaza no afectará la continuidad de las operaciones de Hamas. Reocupar Gaza -concluye- “podría ser desastroso: expulsar a un millón de gazatíes de la ciudad y combatir en su interior causaría numerosas bajas entre los residentes no involucrados, muchos de los cuales permanecerían en la ciudad. Esto provocaría una explosión como Israel nunca ha experimentado…” (ídem).

La pretensión de provocar un éxodo de la población palestina fuera de Gaza que abrigó Trump y, por supuesto, las autoridades israelíes han fracasado estrepitosamente, del mismo modo que sus planes fantasiosos de convertir a Gaza en la Riviera de Medio Oriente. Lo cierto es que la prolongación en el tiempo del conflicto y la perpetración de un genocidio en directo como nunca antes a ojos vista del planeta ha ido generalizando la indignación y repulsa de la opinión pública internacional y extendido la protesta de los pueblos en todos los rincones del mundo, incluido las propias potencias imperialistas. La causa palestina se ha ido convirtiendo en una causa popular, retomando las tradiciones de otras gestas antiimperialistas que tuvieron lugar en el pasado.

Quiénes son los aliados del pueblo palestino

El golpe de timón de Trump tiene como propósito superar esta situación. Se pretende doblegar a la resistencia palestina llevando la presión al extremo, apelando al concurso de los regímenes árabes. De todos modos, resta por ver cuál es la reacción y la respuesta de la resistencia palestina frente al ultimátum. Hamas ha manifestado su predisposición a considerar la propuesta, pero hasta ahora mantiene una ambigüedad. Otras organizaciones que integran la resistencia palestina, aunque con un peso menor que Hamas, como la Jihad islámica del mismo modo que el Frente Popular de Liberación de Palestina, fueron explícitas en su rechazo al ultimátum. El panorama es inestable y está atravesado por contradicciones e intereses encontrados y heterogéneos que habrá que ver hasta qué punto se pueden conciliar.

Lo que sí queda claro que la autodeterminación de Palestina no va a venir de los gobiernos imperialistas occidentales democráticos o que pretenden presentarse como una opción contra Trump y la ultraderecha, ni tampoco de la mano de los gobiernos árabes cómplices del genocidio. El aliado de la resistencia palestina son los pueblos que vienen alzando su voz y movilizándose a escala global. Aunque todavía débil, van asomando, en este contexto, las acciones de la clase obrera que está impulsando acciones de boicot económico y militar a Israel. Una “Palestina libre del río hasta el mar” plantea la intervención revolucionaria de las masas árabes, que abra paso a una reorganización integral de Medio Oriente sobre nuevas bases sociales. Esto va de la mano de la recreación de las tendencias revolucionarias que florecieron en la "primavera árabe”.

Redoblemos la movilización internacional. Abajo el plan colonial de Trump. Por la derrota del imperialismo y el sionismo. Por un Palestina única, laica y socialista. Por la unidad socialista del Medio Oriente.