Túnez: la campaña antimigratoria de la dictadura

Migrantes de Costa de Marfil, frente a su embajada

El gobierno de Kais Saied se ha lanzado a la persecución de la migración subsahariana. En un discurso de fines de febrero, denunció que detrás de esas oleadas yace el propósito no declarado de hacer de Túnez un país “puramente africano”, sin conexión con las naciones árabes e islámicas. Se trata de una variante de las teorías conspirativas del “gran reemplazo” que pueblan Europa y Estados Unidos.

Bajo la instigación presidencial, se están produciendo despidos, desahucios, detenciones arbitrarias y ataques a pedradas en las calles. Ghana y Costa de Marfil iniciaron procesos de repatriación de connacionales que se quedaron sin nada como fruto de estas agresiones.

Saied busca crear un enemigo interno y un chivo expiatorio frente a la crisis social y económica. Mientras habla de la necesidad de controlar las “hordas” que llegan a su país, la alta inflación, la escasez de productos básicos y el desempleo golpean a la población trabajadora.

Los migrantes que llegan a Túnez desde el resto del continente suelen pensar a la nación africana como una escala hacia Europa. Pero, ante la falta de dólares para costear el traslado, muchos terminan allí afincados durante largos períodos, cuando no en forma permanente. La misma Túnez es, también, una exportadora de desplazados al viejo continente.

El 25 de febrero, cientos de personas se manifestaron en la capital tunecina en solidaridad con los migrantes, bajo consignas como “todos somos africanos”.

La dictadura

A la par de la campaña xenófoba, se han llevado adelante en las últimas semanas detenciones de referentes de la oposición y de un dirigente de la UGTT, la central obrera, tras una huelga de trabajadores del peaje.

Saied llegó al poder en 2019 como un “outsider”, en medio de un gran descrédito de los partidos tradicionales tunecinos. En julio de 2021 suspendió el parlamento y un año más tarde impuso una reforma constitucional, validada en un referendo de escasa participación, que reforzó las atribuciones presidenciales. Con el boicot de la oposición, a comienzos de este año se hicieron las nuevas elecciones legislativas, en las que apenas participó el 10% del padrón.

El gobierno tunecino se encuentra inmerso en negociaciones con el FMI para lograr un préstamo de 2 mil millones de dólares. El organismo financiero ya ha dicho que estará condicionado a la aplicación de medidas de ajuste, como la racionalización del sector público y el recorte de subsidios.

A mediados de febrero, la UGTT, que hasta hace algunos meses mantenía una postura ambigua con respecto al gobierno, realizó una jornada de movilización contra el acuerdo con el Fondo y en reclamo de respuestas a la crisis económica.

Volverá la primavera

A pocos días de un nuevo naufragio en el Mediterráneo que dejó casi 60 muertos, la persecución contra migrantes en Túnez muestra las atrocidades causadas por la crisis mundial de refugiados. Dicha crisis es originada por las guerras y el saqueo que promueve el imperialismo y por la propia crisis económica internacional.

En lo que a Túnez estrictamente se refiere, a poco más de diez años del comienzo de la transición democrática, se ha instalado una nueva dictadura, como fruto del naufragio de aquel proceso. Los partidos que encararon la transición no dieron ninguna respuesta positiva a las demandas políticas y sociales de la Primavera Árabe que depuso al gobierno de Ben Ali en 2011.

Está planteado retomar el hilo de ese levantamiento popular para barrer con la dictadura de Saied y todo el régimen.