Turquía dice sí

El primer ministro turco, Bulent Ecevit, calificó la inminente guerra contra Irak como “una espada de Damocles” que pone a su país “ante un peligro permanente”. Es que la guerra amenaza estallar en momentos en que el régimen turco enfrenta una crisis económica de fondo (frecuentemente comparada con la argentina, lo que da una idea de su gravedad) y una crisis política muy aguda. Tres de cada cuatro turcos rechazan la guerra… que tiene en Turquía a uno de sus principales dispositivos militares: desde bases turcas despegan los aviones norteamericanos y británicos que controlan y sistemáticamente bombardean el norte de Irak.


Lo que la prensa califica como un “dilema” es que Turquía, por su pertenencia a la Otan y su dependencia política y financiera de los Estados Unidos, está obligada a participar en una guerra que no sólo será antipopular sino que, además, podría afectar su integridad territorial. Turquía teme que como resultado del derrumbe del régimen de Saddam surja en el norte de Irak (una zona rica en petróleo) un Estado kurdo que relance la lucha por la separación del Kurdistán turco. Pero la resolución norteamericana de que “no habrá un Estado kurdo” terminó con los dilemas: Turquía se ha sumado sin restricciones a la campaña militar contra Irak.