Turquía kaput

Las mortales contradicciones de la “coalición” norteamericana rápidamente saltaron por los aires: “Estados Unidos perdió a Turquía antes de que empiece la guerra” (Financial Times, 25/3).


A principios de marzo, el Parlamento turco se negó a autorizar el despliegue de 62.000 soldados norteamericanos en su territorio, que sería utilizado para lanzar un ataque contra el norte de Irak, porque “la presencia de tropas norteamericanas en la región limitaría su capacidad de actuar de acuerdo a sus propios intereses” (Stratfor, 19/3). Cuando las primeras bombas caían sobre Bagdad, autorizó el uso de su espacio aéreo pero lo condicionó a la presencia de las tropas turcas en Irak. Bush rechazó la “oferta”, retiró la propuesta de “compensación económica” de 30.000 millones de dólares y le advirtió secamente a Turquía que “no se meta”. Pese al veto norteamericano, Turquía envió fuerzas al Kurdistán iraquí: el canciller ruso informó que “Moscú dispone de datos que confirman que 10.000 soldados turcos entraron en Irak hace dos días” (BAE, 25/3). Aunque unos y otros “están en una tácita colusión para reducir el significado de la presencia de las tropas turcas (…) la situación en el norte de Irak se balancea en el filo de una navaja” (Financial Times, 24/3).


Turquía insiste en desplegar sus propias tropas en el norte de Irak para impedir que los kurdos establezcan un “gobierno autónomo” después de la caída de Saddam y que las milicias kurdas se apoderen de Mosul y Kirkuk, cabezas de dos de las zonas petroleras más ricas de Irak.


El fracaso de las negociaciones impide a los norteamericanos utilizar sus divisiones blindadas “pesadas” en el “frente norte”, y deberán limitarse a tropas aerotransportadas. La alianza política y militar con Turquía ha sido –junto con las alianzas con Israel y Arabia Saudita (también en crisis)– el eje de la política norteamericana en el Medio Oriente en los últimos cincuenta años.


Turquía enfrenta una crisis política devastadora porque, como advierte un especialista europeo, “Estados Unidos no olvidará fácilmente lo que hizo” (Financial Times, 25/3). También la enfrentaría a Europa, que advirtió que eso liquidaría sus posibilidades de ingreso a la Unión Europea. Pero si no interviene podría ver nacer en su frontera la temida “entidad nacional kurda”. Ahora que el imperialismo norteamericano se prepara a “redibujar el mapa de Medio Oriente”, “el recuerdo de cómo las potencias occidentales dividieron el Imperio Otomano, creando Irak con tres de sus porciones, obsesiona a Turquía” (ídem).


En estas condiciones explosivas, Turquía enfrenta la amenaza de la cesación de pagos. En los últimos dos años sufrió una bancarrota económica sólo comparable a la argentina. La quiebra de los bancos, el peso insoportable de la deuda externa y un acuerdo con el FMI tuvieron consecuencias desastrosas para los trabajadores: la moneda se devaluó a la mitad, la inflación anual es del 70%, la caída de la producción es del 10% anual, la miseria es masiva, el desempleo supera el 20%.


El nuevo gobierno “islámico moderado” de Recep Erdogan necesita desesperadamente el concurso del imperialismo para escapar a la bancarrota, pero el choque con Estados Unidos pone en cuestión, además, el “salvataje” acordado con el FMI. La “importancia estratégica” de Turquía ha acelerado su derrumbe en lugar de evitarlo.


La caída de la Bolsa turca en un 13% al día siguiente de que el Parlamento rechazara el acuerdo sobre las tropas, la devaluación de la lira y el crecimiento del “riesgo país” desde que los norteamericanos dejaron sin efecto la “compensación económica”, reflejan el ritmo con que se marcha a la cesación de pagos y a una crisis política.


Todo esto, en el cuadro de una masiva oposición popular a la guerra, plantea la caída del gobierno turco, apenas cuatro meses después de haber asumido. “La prensa de Turquía empieza a sugerir que se podría estar preparando un golpe de Estado militar” (El País, 24/3).


La crisis mundial –la quiebra económica y la guerra– se ha llevado puesto al antiguo régimen político turco, y también lo hará con su sucesor.