Internacionales
27/3/2025
Turquía: las movilizaciones populares desafían a Erdogan

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Las protestas
El arresto y destitución del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, opositor al gobierno de Recep Tayiip Erdogan, desencadenó –desde el miércoles 19- movilizaciones multitudinarias en Turquía y acciones de protesta en las universidades en reclamo de su libertad.
Imamoglu pertenece al CHP (Partido Republicano del Pueblo), la mayor fuerza de oposición a nivel nacional, y se proyectaba como principal rival del actual presidente en las elecciones de 2028. Para separarlo del cargo, el gobierno apeló a investigaciones judiciales por supuesto desvío de fondos municipales. Pero se trata de un proceso sesgado y manipulado. De hecho, desde 2016, el Poder Ejecutivo intervino más de 150 ayuntamientos dirigidos por la oposición, la mayor parte de ellos en manos del partido kurdo (El País, 13/1).
Solo desde su derrota en los comicios municipales de 2024 (la primera derrota del oficialista AKP –el Partido de la Justicia y el Desarrollo- desde su formación en el 2001), Erdogan procedió a casi una decena de intervenciones de ayuntamientos dirigidos por el CHP y el DEM (pro-kurdo). Es claro que la detención de Imamoglu se inscribe en este contexto de persecución y regimentación política.
En el curso de las movilizaciones actuales, alrededor de 1.900 personas fueron arrestadas, en muchos casos a través de intimidantes redadas en los domicilios de militantes políticos. Entre los detenidos hay referentes de fuerzas de izquierda como el SEP (Partido Socialista de los Trabajadores), partido que participó de la conferencia internacionalista de Buenos Aires en 2024, e impulsor de una conferencia europea para mediados de este año. El SEP, que sufrió siete detenciones (dos de esos compañeros están bajo arresto domiciliario), emitió una declaración el mismo día de la detención de Imamoglu en que caracteriza la situación como un golpe de Estado y plantea que “organizar protestas masivas y contundentes contra este golpe es la tarea urgente de hoy”. Las redadas se ensañan particularmente contra la izquierda y la juventud universitaria.
El miércoles 26, el ayuntamiento metropolitano de Estambul votó un sucesor de Imamoglu. Fue electo Nuri Aslan, impulsado por el CHP, quien obtuvo 177 votos, contra 125 del candidato promovido por el AKP. El gobierno de Erdogan permitió esta elección, posiblemente, con el propósito de dar la apariencia de un principio de normalización política e institucional que ayude también a frenar el pulso en las calles. Es cierto que el CHP retiene el gobierno de la ciudad, pero con Imamoglu ya fuera del cargo.
El deterioro del régimen
La derrota en las elecciones municipales de 2024 marcó un punto de inflexión para Erdogan, que había logrado su reelección apenas un año antes. Tras esos comicios triunfales, el presidente turco designó como ministro de Finanzas a Mehmet Simsek, un hombre de confianza del gran capital internacional que ya había cumplido funciones bajo sus administraciones anteriores (recordemos que Erdogan es el hombre fuerte de Turquía desde 2003). El propósito de la designación de Simsek era avanzar en un ajuste de características ortodoxas, en medio de una elevada inflación y devaluación de la moneda.
El deterioro de las condiciones de vida de las masas turcas explica el revés electoral de Erdogan en 2024, ya sea por el avance opositor en votos (las principales ciudades quedaron en manos opositoras, incluyendo Estambul y Ankara), o por la abstención de una franja de votantes decepcionada con el oficialismo. Las jubilaciones, que, al igual que los salarios, sufren la falta de una actualización acorde a la inflación, se encuentran en apenas poco más de la mitad del salario mínimo.
Aunque las municipales de 2024 constituyeron la primera derrota del AKP, el oficialismo turco venía sufriendo una larga erosión electoral que lo obligó a sumar como aliado en 2014 al MHP (Partido de Acción Nacionalista), un partido de extrema derecha. En 2023, también debió recurrir a otras muletas políticas (Hüda Par, YRP –que concurrió en solitario a las municipales de 2025- y BBP). Son todas formaciones de derecha, pero con fuertes rivalidades y grandes diferencias de origen entre sí.
Este deterioro económico y político interno del gobierno turco corre en paralelo -y en contradicción- con algunos logros domésticos como el anuncio de desarme del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) por parte de su dirigente histórico, Abdullah Ocalan (preso en condiciones inhumanas desde 1999), o la conquista de posiciones internacionales por parte del régimen turco en el Cáucaso, Africa y Medio Oriente. Los casos más notables son la victoria militar de Azerbaiyán en la guerra con Armenia y la caída de Al-Assad en Siria, que dio paso a un gobierno encabezado por el HTS, fuerza yihadista impulsada desde Ankara.
La oposición
Otro punto a tener en cuenta en este proceso son los límites de la oposición burguesa. Ante el arresto de Imamoglu, el CHP no tuvo más remedio que alentar parcialmente las movilizaciones populares, pero se trata de una fuerza histórica de la burguesía turca que no es proclive a hacer olas.
El domingo posterior a la detención de Imamoglu, el CHP montó unas primarias simbólicas en las que asegura que el alcalde destituido recibió el respaldo de casi la totalidad de los 1,7 millones de afiliados del partido, más otras 13 millones de adhesiones de extra-partidarios. Esta sea, probablemente, la estrategia del partido: relevar a Erdogan en una elección futura. El alcalde de Ankara, afiliado al CHP, propuso elecciones anticipadas.
El CHP no está en condiciones de emprender una lucha consecuente por las libertades democráticas. En las elecciones de 2023, impulsó una coalición con desprendimientos del frente gobernante, entre ellos el ultraderechista IYI (Partido Bueno). Antes del ballotage de ese año, su candidato Kemal Kilicdaroglu apeló a una violenta arenga xenófoba para seducir el voto del ZP (Partido de la Victoria), partido de ultraderecha dirigido por Sinan Ogan que sacó entonces el 5%. “No abandonaremos nuestra patria a esta mentalidad que nos ha traído 10 millones de refugiados irregulares. Las fronteras son nuestro honor. No abandonaremos nuestra patria a esos que, sin mover un dedo, miran llegar esa marea humana e infiltrarse en nuestras venas con la esperanza de que se conviertan en votos [para ellos]. Mañana no serán 10, sino 30 millones y amenazarán nuestra supervivencia”, dijo el candidato (El País, 22/5/23).
Por ello, el planteo de Alemania y Francia acerca de que en Turquía se enfrentarían un bloque “autoritario” (el de Erdogan) y uno “democrático” (el de la oposición patronal) constituye una presentación interesada y distorsionada del tema. La derecha fascistizante no solo campea en el oficialismo sino que se cuela también en el bloque de la oposición patronal.
Por otra parte, el planteo de los popes de la Unión Europea es hipócrita, toda vez que no se han privado de los servicios de Erdogan como tapón de contención de las migraciones sirias.
En este marco, el éxito de la lucha por la libertad de los presos políticos y el cumplimiento de todas las demandas democráticas planteadas depende de la profundización de la movilización juvenil y de la intervención de la clase obrera con sus propios planteos (aumento de salarios y jubilaciones, mejora de las condiciones laborales, etc.) en la perspectiva de la huelga general.
